Empezar un nuevo año es enfrentarte a un nuevo horizonte, a una página en blanco por escribir. Lo sabemos, es solo un límite psicológico porque nada cambia en realidad del día 31 de diciembre al 1 de enero. Los seres humanos necesitamos un cierto orden en nuestra vida. Quizá, solamente, para poder romperlo. Este 2019 que está por terminar ha sido nuestro año más viajero: sin pretenderlo, sin planificarlo, ha salido así. Ha sido un año intenso, muy trabajado, un año que nunca olvidaremos.
España, Comunidad Valenciana
Los primeros meses del año fueron serenos, familiares. Estuvimos en casa y disfrutamos de lugares cercanos. Las montañas de Alicante: subimos a la Peña Migjorn en Xixona y al Puig Campana en Finestrat. Dos cumbres difíciles que teníamos pendientes. ¡Qué satisfacción llegar arriba! Fueron la metáfora de lo que estaba por llegar: aprovechar oportunidades, ponernos retos y disfrutar.
Pasamos unos días en Castellón disfrutando de Benicassim, Peñíscola y Fanzara. Un destino que os recomendamos por su belleza, su historia y cultura. Habíamos estado muchas veces en el Maestrazgo en familia pero no en la costa de Castellón y nos encantó. Lo contamos todo en esta colaboración con Familias en Ruta y pronto os contaremos más cositas en nuestro blog. Además nos escapamos a Torrevieja y Guardamar para inaugurar el verano alicantino.
Islandia: el país de hielo
Cuando salimos rumbo a Islandia, aún no sabíamos que iba a ser el primero de los 9 países diferentes que descubriríamos en este 2019. Un destino que deseábamos conocer desde hace tiempo ante la gran cantidad de buenas referencias de otros viajeros. Habíamos recibido propuestas de intercambio de casa en otras ocasiones pero no habíamos podido cuadrar el acuerdo. Finalmente pudo ser y organizamos un intercambio no simultáneo con una familia islandesa: nosotros fuimos en abril a su casa y ellos vinieron en julio.
En nuestro slow travel style decidimos visitar solo la zona sur de la isla. Fascinados recorrimos esta región de Islandia y sus maravillosos paisajes. El tiempo nos acompañó bastante y, a pesar del viento que siempre está muy presente, pudimos disfrutar de muchos rincones de este país. Sus cascadas, sus inmensas playas, los glaciares y los volcanes. Un destino al que queremos regresar porque fue muy impactante. ¡Queremos descubrir el norte de la isla! En nuestra sección sobre Islandia tenéis todos los detalles de este viaje.
Malasia: descubriendo el sudeste asiático
El viaje de verano nos llevó hacia oriente. Por primera vez poníamos nuestros pies en Asia en familia. El destino y punto de partida fue Kuala Lumpur. Desde allí partía nuestra ruta por la zona noroccidental de Malasia. Fueron casi 3 semanas en las que disfrutamos de Kuala Lumpur, Cameron Highlands y Georgetown, en la isla de Penang. Un país ideal para viajar en familia. Por la amabilidad de su gente, sus infraestructuras y buenas comunicaciones, buenos alojamientos y precios muy interesantes.
La moderna Kuala Lumpur trabaja por hacerse un hueco entre las ciudades más modernas del sudeste asiático. Admiramos las Torres Petronas, paseamos por las selvas tropicales – y confirmamos la terrible expansión de las plantaciones de palma -, degustamos un té delicioso frente a las cuidadas plantaciones en Cameron Highlands y conocimos la riqueza cultural de Georgetown.
Tailandia: templos, playas y mucha cultura
La siguiente etapa de nuestro año viajero fue Tailandia. Un país del que teníamos muchas referencias como un país familyfriendly. Nos sentimos muy cómodos desde el inicio. Primero desde nuestro preciosa casa de intercambio en Phuket. Este fue el primer contacto con el país de las sonrisas: templos, playas, comidas deliciosas… Aún no hemos tenido tiempo para contaros nuestro viaje en el blog pero lo iremos haciendo poco a poco. Aquí podéis leer nuestra experiencia en Koh Yao Noi.
Seguimos viaje en Chiang Mai y Chiang Rai donde nos sumergimos un poco más en los aspectos religiosos y culturales del país. Finalmente, recorrimos el centro del páis camino a Bangkok y nos detuvimos en Sukhothai y Ayutthaya. Especialmente, Sukhothai, es un destino que os aconsejamos si viajáis a Tailandia y queréis disfrutar de un lugar histórico en familia.
Singapur: la ciudad del futuro ya existe
¿Qué decir de Singapur que no hayáis leido ya? Una ciudad que ha surgido en unas pocas décadas y que se considera modelo para muchas otras. Una ciudad preciosa que a nosotros nos pareció un parque temático con sus diversas zonas de atracción: el barrio árabe, el barrio chino, el distrito financiero, Marina Bay y Merlion Park. Todo es perfecto – aunque quizá un poco artificial – y, si buscas un poco, no es tan caro como dicen.
Además de su preciosa fachada actual. Singapur tiene una historia: un pasado muy interesante que nos gustó conocer. Lo pasamos de maravilla en Singapur y cada día fue perfecto. Realmente es un destino que merece incluir en cualquier año viajero porque pemite viajar relajado y disfrutar a cada paso de los atractivos de esta ciudad.
Dubai: la inmensa ciudad del desierto
Desde bien pequeños – como ocurre con otros muchos niños y niñas – Ernest y Ferran estaban interesados por los grandes edificios del mundo y les gustaba leer esos libros típicos con comparativas de rascacielos. El Burj Califa estaba siempre presente así que, cuando decidimos hacer escala en Dubai, buscamos un intercambio de casa para poder pasar algunos días allí.
A pesar del intenso calor – agosto es el peor momento del año para visitar los Emiratos Árabes -, estamos muy contentos de haber incluído Dubai en nuestro año más viajero. Una ciudad de contrastes que surge en medio del desierto como un sinsentido. Por momentos nos imaginamos un viaje en el tiempo al Egipto de los faraones, donde cientos de hombres construían pirámides – perdón, rascacielos – bajo el ardiente sol mientras otros paseábamos por los centros comerciales refrigerados.
Nos gustó especialmente visitar el Museo de la Ciudad y, obvimente, subir al Burj Califa. Tuvimos mucha suerte porque, a pesar del calor, tuvimos días limpios y despejados y las vistas desde el rascacielos fueron perfectas. Además, nos escapamos al desierto y, por primera vez, admiramos un infinito mar de dunas.
Hasta aquí llegaban nuestros planes viajeros para el año 2019. Sin embargo, diversas circunstancias personales y profesionales nos llevaron a tomar algunas decisiones inesperadas en junio. En apenas 2 semanas, antes de salir para Asia, optamos por retomar un proyecto que teníamos guardado en un cajón. Nos pusimos en marcha para hacer un viaje por América visitando escuelas Waldorf y haciendo voluntariado. Pedimos un permiso sin sueldo de 3 meses, organizamos algunos detalles y pusimos en marcha nuestro Proyecto Waldorf.
Somos de los que piensan que las oportunidades hay que generarlas, hay que buscarlas. No puedes esperar sentado en el sofá a que la vida llame a tu puerta. Si estás preparado y buscas tu buena suerte, entonces hay que estar dispuesto a aprovechar las oportunidades cuando llegan. El día 20 de septiembre salimos rumbo a América con unos billetes de avión que habíamos comprado mientras esperábamos nuestro vuelo para Kuala Lumpur dos meses antes. ¡Fue una locura pero valió la pena!
Estados Unidos: volvemos a América
El 20 de septiembre volamos hacia Nueva York vía Londres para iniciar nuestro viaje de 3 meses visitando escuelas Waldorf. La primera parada nos llevó a visitar a unos amigos en Manhattan y a la escuela Green Meadow Waldorf School. Paseamos por la ciudad de los rascacielos y después fuimos al norte del estado a conocer esta bonita escuela.
Lo primero que hicimos cuando decidimos iniciar este viaje fue hacer cuentas. Teníamos ahorros limitados para hacer un viaje con un presupuesto ajustado: había que seguir pagando la hipoteca y dejaríamos de ingresar nuestro sueldo durante 3 meses. Podíamos hacer un gran viaje pero limitar mucho actividades costosas. Atravesamos Estados Unidos para poder hacer un roadtrip por California. Esto fue posible gracias a dos intercambios de casa con guestpoints que nos permitieron ahorrar mucho en el alojamiento.
En California no pudimos visitar ninguna escuela pero aprovechamos la oportunidad de descubrir la ciudad de San Francisco y la Sierra Nevada en las Rocosas. Nuestra estancia en Mammoth Lakes y el Valle de Yosemite fueron un “top10” en nuestras experiencias viajeras. Situarnos bajo las enormes secuoias y caminar por aquellos bosques fue una experiencia única. Además, recibimos las primeras nieves del invierno norteamericano antes de viajar de nuevo al sur, hacia el eterno verano tropical.
México: uno de los países más diversos del mundo
Llegamos a México asustados – sobre todo nuestra familia – por los asuntos de seguridad en el país aunque también convencidos de que la vida es más sencilla de lo que presentan los noticieros. Así fue, a pesar de coincidir con la terrible captura fallida del hijo del Chapo. Nuestra estancia de 3 semanas en México sirvió para profundizar en nuestras percepciones: México es uno de los países más diversos del mundo, con una cultura asombrosa, una riqueza histórica que ha llegado al presente y que sigue cautivando a cualquiera. Para nosotros, México es un país que sufre – eso nos transmite la visión de sus gentes trabajando y soportando muchas injusticias – pero también es un país alegre, musical, apasionado…
Paseamos por Ciudad de México acompañados de una querida amiga, fuimos a ver las famosas pirámides de Teotihuacan y nos recibieron en la escuela Waldorf de la ciudad. Saboreamos un montón de platos deliciosos poniendo a prueba a nuestro estómago y nos fuimos para el sur a conocer una bonita escuela en Puerto Escondido. Desde allí, nos dirigimos a las montañas en Chiapas y nos quedamos enamorados de San Cristóbal de las Casas y de su escuela Waldorf.
Guatemala: un hogar en el viaje
Nuestras primeras horas en Guatemala fueron de locura: aquellas carreteras de curvas mal trazadas y boquetes en el asfalto pusieron a prueba nuestra resistencia física. Pero después, llegó la calma. Un mes en San Marcos la Laguna fue nuestra cura, nuestro descanso, nuestro alimento. Acompañados por personas encantadoras que nos abrieron las puertas de la Escuela Caracol donde nos sentimos muy felices.
El Lago Atitlán es un paraíso. Es sorprendente cómo los pueblos y etnias de esta zona del país han conservado sus lenguas, su manera de vestir -especialmente las mujeres- y sus constumbres ancestrales. Parece que viajes al pasado pero no, es su presente. Guatemala es un país delicioso pero también un país cuyas personas aún viven una existencia muy humilde. Un país lleno de atractivos turísticos pero nosotros no salimos del Lago Atitlán: fueron semanas de descanso, de rutina, de trabajo y voluntariado.
Después de Chile es el país en el que más tiempo hemos estado en nuestros viajes por el mundo y eso hace que ocupe un lugar muy especial. No es un país en el que “hemos estado”, la verdad, es un país en el que “hemos sido”. Hemos sido alguien para otras personas. Hemos sido nosotros. Y las personas con las que hemos estado han sido y serán siempre alguien para nosotros. Esta es la diferencia entre “ser” y “estar”. Cuando en un viaje consigues ser… ¡te ha tocado el premio gordo!
Brasil: alegría de vivir
Último país, última parada. Llegamos a Brasil pensando más en la vuelta a casa que en las 3 semanas que teníamos por delante. Pero, en cuanto aterrizamos en Río de Janeiro y nos alojamos en nuestro apartamento de intercambio, recargamos las pilas y nos dispusimos a disfrutar cada día sin pensar en la vuelta a casa. Redescubrir la capital carioca junto a Pau, Ernest y Ferran fue delicioso. Acompañarles, visitar rincones que no conocía y dejarnos llevar por el feeling brasileiro.
Desde allí nos fuimos a la península de Maraú, un gran brazo de arena en el estado de Bahía, de preciosas playas y cocoteros. Pasamos unos días en la escuela Jardim do Cajueiro aprendiendo de sus experiencias. Lo mejor fueron los momentos de playa donde nuestros hijos gozaron en mayúsculas ¡que maravilla!
Seguimos nuestro viaje con la compañía de un buen amigo sergipano pasando unos días en su casa con su familia. El remate final fue nuestra estancia de 3 días en la ciudad histórica de Salvador de Bahía. Salvador te impregna, se te mete hasta el tuétano de los huesos. Te seduce.
Qué difícil es decir adiós a América cuando partes para Europa desde Salvador de Bahía. Esta ciudad caótica representa muy bien el mosaico que es América Latina. Un mundo de contrastes, de injusticias y color, de música y llantos… que puede asustar pero que te enamora si dejas atrás tus miedos y prejuicios.
Este ha sido nuestro año más viajero. Podríamos decir que ha sido nuestra vuelta al mundo. No creo que podamos repetir juntos una experiencia como esta. Tres continentes, 10 países. Tantas lenguas, religiones, comidas diferentes… personas, amigos, familias que nos dejaron su casa y nos invitaron a viajar.
Ha sido una oportunidad que hemos sabido aprovechar. Sentimos que este año 2020 va a suponer una nueva etapa en nuestra vida familiar. Nuestro hijo mayor empezará en septiembre la educación secundaria y sabemos que esa es una nueva etapa muy importante. Lo experimentamos casa día con nuestro alumnado en las aulas y ahora lo viviremos como madre y padre. Por eso estos viajes este año, porque queríamos aprovechar al máximo la oportunidad de estar juntos los cuatro.
Con la adolescencia, empieza un nuevo tiempo. Cuando nuestros hijos son bebés, son niños, sabemos que nos necesitan y por eso nos entregamos a ellos casi en exclusividad. Muchas veces, las familias creen que con la llegada de la juventud, ya no son tan necesarias, pero no es así. Ahora empieza una etapa fundamental en la que los progenitores debemos mantener una cierta distancia, respetar su espacio… pero no debemos estar menos presentes.
Nos estamos preparando. Sinceramente, creemos que haber compartido con nuestros hijos todas estas experiencias por el mundo nos ayuda a tener una conexión única e imperecedera. El 2020 se presenta como un año tranquilo ante nosotros. ¿Quién sabe lo que está por llegar? Seguimos teniendo sueños viajeros que esperamos realizar y seguimos disfrutando de nuestro viaje por la vida: el único viaje fundamental.
En los próximos meses seguiremos escribiendo en el blog contando recuerdos, anécdotas y dejando algunos consejos. Seguramente serán un par de publicaciones cada mes. Nos dedicaremos a nuestro alumnado, a nuestra familia y amigos. También a vosotros que estáis ahí leyendo nuestras experiencias. Os deseamos un feliz año nuevo, mucha salud y felicidad para todos. ¡Feliz 2020!
Tengo un ilusionante sentido de la vida. Estoy convencida de que las personas podemos cambiar el mundo trabajando personal y localmente a través de proyecto colaborativos. Me gusta compartir con mi familia experiencias motivadoras y enriquecedoras. Y difundir algunas de ellas en este blog sobre «nuestro viaje por la vida».
¡Qué maravillad de año viajero! Tienen que ser impresionantes los contrastes de paisajes, culturas… qué habéis visto. Además vuestro viaje del proyecto Waldorf me ha parecido muy enriquecedor. ¡Vuestro año cuanta por cinco por lo menos!
¡Un abrazo y feliz año!
Eva
La verdad es que este año han sido como tres! Alicante, Asia y América han hecho de este año un viaje muuuyyy largo e intenso. Hasta nos parece que Ernest y Ferran han crecido más rápido 😉
Feliz Año Nuevo!
Hola Myriam and family, estamos en el aeropuerto de Belfast esperando para coger un vuelo a Manchester, y leer tu blog junto a mis hijas ha sido una experiencia muy interesante y positiva. Tienen 6 y 9 años y nos gusta compartir experiencias en familia. Creo que hoy por hoy, tal y como está el sistema educativo en España (soy docente en escuela pública), aprenden infinitamente más viajando que en la escuela. Admiro y comparto el sistema Waldorf, me encantaría que la escuela pública pudiéramos hacer algo parecido, siguiendo esa filosofía. Muchas gracias por compartir tus experiencias, y Feliz Año 2020!
Hola Noelia!
Gracias por tu comentario! La verdad que es maravilloso cuando en las escuelas e institutos se incorporan metodologías menos «academicistas» que hacen un esfuerzo por trabajar aspectes emocionales y artísticos,por ejemplo. Atender a nuestro alumnado como seres complejos y diversos, no solo como máquinas memorísticas… Nosotros lo intentamos, esa es la verdad, pero el sistema no lo pone nada fácil.
Nos encanta saber que os ha gustado leer juntas nuestro último artículo y aún nos gusta más saber que estáis viajando juntas.
La escuela ofrece a nuestros hijos un espacio de relación personal con sus iguales que nosotros no podemos ofrecer como padre y madre. Y viajar les enseñar muchísimas cosas que no están presentes en la escuela. Ambas cosas son necesarias para nosotros y nos alegramos que puedan estar ahora en una escuela Waldorf.
Os deseamos también un Feliz 2020!
Mil gracias por estar ahí!