RAJASTHAN Y SUS CIUDADES DE COLORES

RAJASTHAN Y SUS CIUDADES DE COLORES

Los pastores vestidos de blanco tocados con un turbante carmesí en la cabeza caminan tras sus cabras a través de los bellos campos de cereales que ahora verdean porque aún llegan algunas intensas lluvias empujadas por el monzón. Rosa, azul, amarillo, rojo, naranja… todos los colores del arcoiris cubren los cuerpos de las mujeres cuyos saris componen un cuadro impresionista en los paisajes del Rajastán. Trabajan sin parar cargando fardos de paja, montones de excrementos de vaca deshidratados o cántaros de agua. Las carreteras y caminos son un ir y venir de caminantes,  carros, bicicletas…. y muchos camiones que ponen en peligro la vida las personas que deambulan por las cunetas.

Detalle de los edificios de Fatehpur Sikri (India, 2007)

Detalle de los edificios de Fatehpur Sikri (India, 2007)

Habíamos alquilado un coche con conductor para recorrer,  en una semana, la región del Rajasthan que se sitúa al oeste de India haciendo frontera con Pakistán. Tras visitar Agra y su famoso Taj-Mahal, nos dirigimos hacia el suroeste en un  recorrido de 5 horas. A medida que nos adentrábamos en esta zona del país,  los pueblos y ciudades ganaban en entidad y orden. A pesar de la pobreza, se acertaba a sentir criterio y organización. Las casas pintadas en tonos verdes y azulados daban al conjunto una visión alegre.

Detalle de los colores de las ciudades como Jodhpur

El azul destaca entre otros colores en la ciudad de Jodhpur (India, 2007)

La belleza de esta región de la India, es además muestra de una rica historia.  De un pasado marcado por el comercio, la agricultura y la sabiduría de arquitectos, científicos, agricultores y ganaderos, entre otros. Leyendas se entremezclan con relatos reales de maharajas y sus poderosas familias, algunas de las cuales aún siguen habitando bellos palacios. Otras abandonaron el lugar o la ruina les hizo no poder mantener sus inmensas propiedades. Atrás queda su pasado en el que los acuerdos con el imperio británico les permitió vivir un estilo de vida ya inaccesible para muchos. 

Detalles de la ciudad abandonada de Fatehpur Sikri (India, 2007)

Detalles de la ciudad abandonada de Fatehpur Sikri (India, 2007)

JAIPUR: LA CIUDAD ROSA

Su preciosa ciudad vieja llama la atención por el intenso color rojo o rosado intenso de las paredes de sus edificios. Las calles llenas de tiendas y de vida. Mucho ruido, mucha gente, camellos y vacas, muchos niños y un cierto orden que da mucho encanto a Jaipur.
El City Palace (Maharaja Sawai Man Singh) se sitúa en el centro de la ciudad y en el vive el actual maharaja. La ciudad debe su trazado a Jai Singh II que era astrónomo y trazó la distribución de las calles de la ciudad en los albores del siglo XVIII. Es increíble sus archivos de libros hindúes,de miniaturas y de vestidos. Entre ellos destacan los de Sawai Madho Singh I que medía 2 m de altura y pesaba 250 kg y que, según dicen, desayunaba 5 litros de leche cada día!! Espectaculares las puertas del patio Pitam Niwas Chonk dedicadas a las cuatro estaciones con dibujos y grabados preciosísimos.

Visitando el City Palace de Jaipur (India, 2007)

Visitando el City Palace de Jaipur (India, 2007)

Recuerdo la cena espectacular en el Om Revolving Restaurant al anochecer por menos de 300 INR cada comensal. Los platos eran tan sabrosos como bonitos sus nombres: bafla batti, kashmiri pulao, subz biryani, dal makhani, malai kofka y ghewar de postre…. El restaurante daba vueltas y sólo distinguías las luces de una ciudad que dormía.

Los colores rosados caracterizan la ciudad de Jaipur (India, 2007)

Los colores rosados caracterizan la ciudad de Jaipur (India, 2007)

UDAIPUR: UNA CIUDAD JUNTO AL LAGO

El paisaje que rodea a Udaipur es más seco. Un entorno rural lleno de sabiduría, de vidas sencillas pero no miserables que luchan cada día por sobrevivir.
Esta ciudad te sorprenderá en cada calle o tras cada esquina. Un elefante aparece con su dueño a la espalda buscando turistas que quisiera dar un paseo. De un portal surge un complejo fúnebre que lleva al muerto sobre una camilla de bambú mientras entonan canciones rítmicas.  Cubierto con una sábana blanca y flores de caléndula de vivos colores la imagen parecía alegre pero la mirada de los niños que acompañaban al difunto transmitía intensamente la tristeza del momento.

Udaipur destaca por sus edificios bellamente engalanados (India, 2007)

Udaipur destaca por sus edificios bellamente engalanados (India, 2007)

El templo Jadish del siglo XVII es un monumento visnuista que vale la pena visitar para intentar conocer cómo viven los creyentes su religión. Paredes bellamente esculpidas, flores, inciensos… Personas orando y meditando. Y después nos acercamos al Lago Pichola para disfrutar de las preciosas vistas. Es uno de los lagos artificiales que se crearon para obtener agua para la población.
El City Palace es una visita imprescindible que ofrece, por un  módico precio, la posibilidad de conocer cómo viven algunas familias en India: aquellas que se desplazan en Rolles Royce, viven en palacios ricamente decorados, visten ropa de boutiques…

Fachada del Palacio de Udaipur (India, 2007)

Fachada del Palacio de Udaipur (India, 2007)

Disfrutamos de un masaje ayurvédico, comimos en el Jagat Niwas Palace con vistas las lago y al Lake Palace Hotel mientras diluviaba a cántaros.  Por la noche acudimos al Bagore Ki Haveli para contemplar un increíble espectáculo de bailes, música y cantos. Como broche final cenamos en el Natural View Restaurant mientras en la televisión podíamos ver la famosa película de James Bond «Octopussy» que fue rodada aquí y que es cita obligada en la mayor parte de los restaurantes para turistas de la ciudad.

RANAKPUR: UN TEMPLO DE 1.444 COLUMNAS

En nuestro recorrido hacia Jodhpur atravesamos unas montañas densamente cubiertas de árboles tropicales. El paisaje se transforma drásticamente en el Rajasthan. Ante nosotras apareció,  sin esperarlo, el magnífico templo jadis con sus 1.444 columnas labradas con cientos de figuras,  flores y animales. Aquel laberinto era un bosque de piedra que invitaba a relajarse y reflexionar sobre nuestra existencia.
Seguimos camino hacia Jodhpur adentrándonos nuevamente en el desierto. Los páramos y el aire seco sustituían nuevamente a las montañas arboladas.

Ranakpur, en medio de los bosques húmedos (India, 2007)

Ranakpur, en medio de los bosques húmedos (India, 2007)

JODHPUR: LA CIUDAD AZUL

La vida de esta ciudad se desarrolla alrededor de la Torre del Reloj. Allí encontramos el mercado de especias, de frutas y verduras, de telas y enseres. Todos los vendedores se afanaban en realizar su trabajo y puede resultar algo agobiante pero, si te lo planteas con calma, es divertido intercambiar impresiones y sonrisas con todos ellos. La ciudad es azul porque sus habitantes pintan así las paredes de sus casas XXXX?
El Fuerte de Mehrangarh domina la zona alta deJodhpur. La visita destaca por su buena organización, las excelentes audioguías, la belleza del lugar y su excelente conservación. Los detalles de esta visita os los conté aquí.

Pasear por la ciudad de Jodhpur es un espectáculo de colorido (India, 2007)

Pasear por la ciudad de Jodhpur es un espectáculo de colorido (India, 2007)

PUSHKAR: LA CIUDAD SAGRADA

Situada en un bello valle entre montañas,  entre campos de maíz y caña de azúcar. Esta ciudad venera a Brahma, el Creador, el primer dios de la trinidad hindú.  Dicen que el lago sagrado alrededor del cual surge la ciudad surgió cuando Brahma dejó caer un pétalo de loto.Tras Varanasi, es el primer centro de peregrinación para los hindues y por ello es habitual encontrar peregrinos en los caminos que llegan a la ciudad. Sus calles alegres y animadas son deliciosas para pasear relajadamente y recuperar fuerzas tras el agotador viaje por esta fantástica región. Son otras muchas las ciudades que merecen la pena una visita, se nos quedó pendiente Jaiselmer… Quién sabe si, algún día, regresaremos y podremos llegar hasta allí…Pushkar

ALOJAMIENTOS:
Atithi Ghesthouse en Jaipur
Kumbha Palace Hotel en Udaipur
Hotel Ratan Vilas en Jodhpur
Hotel New Park en Pushkar

TAJ MAHAL: ¿PUEDE SER BELLA LA TRISTEZA?

TAJ MAHAL: ¿PUEDE SER BELLA LA TRISTEZA?

Visitar el Taj Mahal es uno de los objetivos de los viajeros que acuden a la India. Llegar hasta Agra desde Nueva Delhi es sencillo. Muchos trenes comunican las dos ciudades pues el servicio y variedad de trenes es muy abundante en este país. Otra opción, si viajan varias personas, es alquilar un coche con conductor y «dejarse llevar» por las carreteras en una experiencia indescriptible en la que el corazón se encoge ante las decenas de personas que se cruzan en el camino, los enormes camiones que a toda hora hacen sonar sus chirriantes bocinas y las tranquilas vacas que en cualquier momento se detienen a comer los restos de verduras esparcidos por el arcen o bien, a dormitar en cualquier punto de la carretera. Hay mucha suciedad, suciedad por todas partes…

En Sikandra, cerca de Agra, se eleva el Mausoleo de Akbar «el Grande»

En Agra hay múltiples lugares que visitar. Sin duda, el Fuerte Rojo es uno de los lugares más espectaculares de la ciudad. Construido por Muhammad Akbar en el siglo XVI, fue emperador del Imperio Mogol y en esta fortaleza se respira la belleza y la sobriedad en cada metro cuadrado de sus paredes de arenisca. Pasear por el lugar cuando hay pocos visitantes supone una agradable experiencia de aislamiento pues en la India uno siempre se siente rodeado y atosigado por la gran cantidad de gente que va y viene a un ritmo frenético o que observa en las calles inundando las ciudades de conversaciones, olores y colores. 

Sn aglomeraciones, los visitantes pasean por el lugar
La arenisca roja caracteriza estas construcciones

A las afueras de la ciudad, de camino al suroeste, se puede hacer una parada en el fabuloso complejo de Fatehpur Sikri. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Fue construído también por el Emperador Akbar en agradecimiento al nacimiento de su cuarto hijo aprovechando unas ruínas anteriores.

Fatehpur Sikri, una parada imprescindible entre Agra y Jaipur
Una mujer vende agua para ganarse la vida mientras se cobija del sol abrasador
El interior de las estancias ahora abandonadas
Detalle de las puertas del edificio

Sin embargo, a pesar de la belleza de estos lugares, muchas veces quedan relegados a un segundo plano por la belleza y la espectacularidad del famoso Taj Mahal. Visitar aquel lugar es una experiencia muy intensa, sobre todo cuando conoces la historia que hay detrás de aquel magnífico edificio: una historia de amor y dolor, de sufrimiento y pasión, de despotismo y obsesión.

Puerta de acceso a los Jardines del Paraíso que oculta el Taj Mahal

Viajar por la India provoca en el viajero situaciones diversas, permanentes cambios de estado, de dolor y de admiración. Es un esfuerzo psicológico permanente que te invita a reflexionar sobre muchas cosas. Acceder al recinto y pasear por sus jardines es un regalo exquisito. Para poder entrar en el Mausoleo es necesario quitarte los zapatos y subir las hermosas escaleras de mármol blanco que llevan a la enorme plataforma también de marmol limpísimo, tan limpio que una no puede evitar pensar en las calles que ha debido recorrer antes de llegar hasta allí.

Es imprescindible quitarse el calzado para acceder al Mausoleo

El Taj Mahal es el mausoleo de la esposa favorita del rey Shah Jaha, Mumtaz Mahal, la Perla del Palacio. Se casarón en 1612 y ella falleció en 1631 cuando le acompañaba en una de sus contiendas militares, tras el parto de su decimocuarto hijo… Dicen que el dolor del ya emperador fue tan grande que se encerró en el Fuerte Rojo de la ciudad, abandonando sus obligaciones, obsesionado con construir este lugar en honor a su amada esposa.

Los visitantes descansan protegidos del calor por el Taj Mahal

 

Los detalles de las mujeres te sorprenden siempre

Dicen que fueron necesarios 22 años y 20.000 trabajadores, los más expertos artesanos y constructores para levantar este edificio que reune lo más delicado del arte islámico y persa. Es una maravilla en sus proporciones y formas, en los detalles esculpidos en el mármol. Acompañado por dos edificios gemelos y diversos minaretes, el conjunto es magnífico. Sin embargo, dice la leyenda, que el emperador fue incluso capaz de hacer matar a la mujer del arquitecto que había de diseñarlo para que sintiese su mismo dolor y lograse crear la obra que, según él, su esposa merecía… Puede que sea sólo una leyenda pero ya sabemos cuan dura puede ser la realidad…

 

 

Acabamos haciéndonos una foto con estas mujeres que sentían por nosotras la misma curiosidad que nosotras por ellas

Dejar caer el sol sobre el río -que fue desviado para que el mausoleo se reflejase en sus aguas-, intercambiar unas risas y conversaciones con las mujeres del lugar, fue sin duda una gran recompensa. Fuimos a ver el Taj Mahal pero nos llevamos el recuerdo de las mujeres que, como nosotras, descansaban, compartían alegrías y tristezas, se asombraban mientras el mármol reflejaba los colores de la puesta del sol.

Detalles de diversos monumentos en Agra
El sol se pone iluminando mágicamente el mausoleo

Así es la India. Un país de mujeres. De hombres y mujeres que viven y conviven. Que sufren y padecen. Un país en el que podemos encontrar grandes monumentos imperecederos hechos por amor pero en el que hay grandes tragedias que todavía no merecen ni un simple recuerdo… Es nuestra historia. La felicidad nos lleva hacia delante, nos ayuda también a olvidar, pero nunca debemos dejar de ser conscientes de la necesidad de promover la justicia y dignidad de todos nosotros. El Taj Mahal te atrapa, no puedes dejar de mirarlo. Es difícil dejarlo atrás. Sin embargo, su visión, no puede ser un analgésico que nos haga olvidar el dolor.

 

JODHPUR: UNA HISTORIA DE MUJERES

JODHPUR: UNA HISTORIA DE MUJERES

Hace días venía pensando en que hoy quería escribir una historia de mujeres y, finalmente, he acabado en Jodhpur (जोधपुर): la ciudad azul. Jodhpur es una preciosa ciudad situada en la India, en el desierto del Thar que se extiende desde el noroeste del país hasta Pakistán. Es una ciudad llena de vida, abarrotada, agitada y caótica, como todas las ciudades de aquel gran país.
Para llegar hasta allí hay que recorrer centenares de kilómetros por las secas llanuras del Rajasthan. Campos que con la época de lluvias reverdecen para cultivar trigo y algodón. Durante el recorrido, siempre, tu visión se ve salpicada por la imagen de las mujeres rajasthanies que trabajan incesantemente. Ataviadas con sus bellos saris de colores cargan con cántaros de agua, con enormes atillos de madera, con kilos de paja aún verde, con excrementos secos de las vacas, con sus niños y con todo lo que su alma es capaz de soportar. Trabajan y trabajan, paren, crían a sus hijos, canta, ríen, lloran y se acompañan en su vida agotadora.

Mercado de Jodhpur (India, 2007)

Jodhpur es para mi la Granada del Rajasthan. Con su albaicín azul porque los brahamanes pintaban sus casas de este color, según nos contaron, o porque usan un pigmento que auyenta a los mosquitos. El caso es que sus barrios son bellamente azules. Y su «Alhambra», el Fuerte de Mehrangarh, coronándola esbelto y amenazador, conservado en su delicadeza y robustez.

Fortaleza Mehrangarh, Jodhpur (India, 2007)

Pasear por el mercado situado junto a la Torre del Reloj es un deleite para los sentidos. Las mejores verduras y hortalizas, jabones artesanales, especias y tes, artesanía y tejidos, granos y frutas. Nuevamente allí, las mujeres que van y vienen, que compran y venden, siempre atareadas. Ellos también están allí pero no se afanan, no tienen prisa, su tiempo transcurre de otra manera…

Mercado de Jodhpur (India, 2007)
Mercado de Jodhpur (India, 2007)

Y ya ocurría así en tiempos del marajá Man Singh quien construyó una de las fortalezas más majestuosas de la India: Mehrangarh. Todavía pertenece a su familia, la dinastía Rathore quien dice llevar en estas tierras más de siete siglos. Me sorprendió el lugar por su maravillosa conservación, la perfecta organización, adecuada gestión privada y una amplia información sobre el lugar. Sin embargo, como siempre ocurre en estos palacios, el contraste entre la vida del interior y la del exterior, es tan grande, que siempre te impacta.

Fortaleza Mehrangarh, Jodhpur (India, 2007)
Acceso a la fortaleza Mehrangarh, Jodhpur (India, 2007)

Situada sobre una montaña de colores rojizos y anaranajados como la fortaleza, el acceso se realiza por unas altísimas puertas en cuyos frentes destacan los enormes clavos metálicos que servían para impedir la embestida de los elefantes en caso de un virtual ataque. Todo el edificio te ayuda a entender cómo vivía allí el marajá y su familia, su extensa família y su corte de concubinas. Las colecciones de arte son delicadas y todo estaba dispuesto para una vida agradable, para un agradable encierro… Las vistas de la ciudad azul, allí abajo, inalcanzable para ellas, son sobrecogedoras.

Puerta de la fortaleza Mehrangarh, Jodhpur (India, 2007)

 

Vistas desde la fortaleza Mehrangarh, Jodhpur (India, 2007)

Recorrer el lugar sin prisas bien vale la pena. Llegar hasta allí y escuchar las voces que guardan esos muros. Imaginarlas allí y pensar en las mujeres de hoy, que pasean por las calles de Jodhpur y del mundo. Al salir de regreso a la ciudad tuvimos una última visión sobrecogedora: unos paneles de arcilla en la pared con varios moldes de las manos que recuerdan a las palmas que dejaron marcadas con pimentón las mujeres que acompañaron al marajá en su último viaje. Fue en 1843, cuando su marido murió, sus viudas debieron acompañarle a sus respectivas piras funerarias. Allí dejaron testimonio de su último transitar por aquellas inmensas puertas…

Fortaleza Mehrangarh, Jodhpur (India, 2007)

 

Fortaleza Mehrangarh, Jodhpur (India, 2007)

Así fue. ¿Qué debieron pensar mientras sus sirvientes las miraban desde las ventanas del palacio? ¿Qué debieron sentir mientras eran empujadas por su destino hacia la muerte? En este día en que celebramos el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, debemos recordar aquello que en 1993 la Asamblea General de las Naciones Unidas definió como «violencia contra la mujer»:

Todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado 
posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, 
la coerción o la prohibición arbitraria de la libertad, 
ya sea que ocurra en la vida pública o en la vida privada. 

Esta no es sólo una declaración, es una realidad. Hechos que cada día se repiten y hieren para siempre y de manera permanente a cientos de mujeres en el mundo. Situaciones que todavía hoy son invisibles para la mayor parte de nuestras sociedades.

SIETE DÍAS EN EL VALLE DE KINNAUR, SATLUJ Y SANGLA (II)

SIETE DÍAS EN EL VALLE DE KINNAUR, SATLUJ Y SANGLA (II)

Recorrimos el valle del río Satluj tras descender los 17 km de la carretera que lleva a Sarahan, mientras este pueblo se quedaba encaramado allá en lo alto. Nuevamente nos encontrábamos en la famosa vía del Indostán que une la India con el Tibet. Es una preciosa carretera, tallada en la propia montaña como si una oruga minadora hubiese ido horadando un camino con vistas al exterior.

Las paredes verticales se elevaban majestuosas y, en algunos tramos, nos parecía imposible poder pasar por allí. Nuestro experimentado chofer maniobraba cuando coincidíamos en algún tramo estrecho con un camión o un autobús. En los puentes debíamos respetar el turno para poder cruzar y nosotras aprovechábamos para pasear, tomar fotos o observar los árboles enganchados a los riscos cual equilibristas.

Valle de Kinnaur (India, 2007)

Un poco antes de llegar a Watlug, el valle empezó a transformarse en un gran hormiguero que bien podría haber servido de escenario al infierno de Dante. Cientos de máquinas y miles de personas trabajaban entre el polvo y las piedras contruyendo ingenios hidráulicos para obtener la electricidad que el país necesita. Entre el polvo, camiones, excavadoras, cemento y hormigón,  hombres, mujeres y niños, todos menuditos, envejecidos por el sufrimiento y la resignación, trabajaban como picapedreros incapaces de imaginar una vida mejor. Bebés destinados ya a ese futuro dormían sobre las espaldas de sus madres que trituraban las piedras con simples mazas. Hombres y mujeres transportaban las piedras sobre sus espaldas. Ayudaban así en la perforación y construcción de largos túneles de hasta 7 km por donde se canalizará el agua a gran presión que llegará hasta las modernas centrales hidroeléctricas.

Cerca de Karcham (India, 2007)

Aquella visión fue como encontrarnos delante de una obra de la magnitud de las grandes pirámides de Egipto o de la Gran Muralla china en el siglo XXI. Allí las personas eran simples herramientas utilizadas en beneficio de una nación que necesita energía y la obtendrá gracias al esfuerzo de tantos desconocidos, innombrados y olvidados. De todo esto no hablaba nuestra guía para turistas occidentales que «vamos por libre». Tantas vidas sacrificadas como las hormigas y las abejas hacen por su comunidad. Por menos de 2000 INR (40 €) al mes trabajaban para las empresas, algunas de ellas europeas, que llevaban a cabo esta obra faraónica ¿No podrían ofrecerles al menos lugares dignos donde vivir, escuelas para los niños, un lugar donde entretenerse en sus escasas horas de descanso e impedir que tuvieran que guarecerse bajo chapas de hojalata cuando diluvia, sopla el viento o el sol abrasa el valle?

Tirolinas para cruzar el gran valle (India, 2007)

Cubiertas de polvo seguimos trayecto hacia Karcham donde uno de esos inmensos túneles lanzaba millones de litros de agua junto a la central hidroeléctrica.  Iniciamos el ascenso hacia el valle del río Baspa. El paisaje fue mejorando y la serpenteante carretera nos regalaba imágenes indescriptibles. Nos cruzamos con autobuses llenos de gente, hasta el techo servía de asiento y nos preguntábamos cómo eran capaces de soportar sin miedo aquel trayecto junto al enorme precipicio. Preciosas casas se encaramaban en las laderas, con sus tejados de pizarra, rodeadas de pequeños huertos. Ante nosotras se abrió el inmenso valle y, al fondo, el macizo del Kinner Kailash (6.050 m) se elevaba sobre Sangla, un tranquilo y acogedor pueblo tibetano.

Vista del Valle del Río Baspa desde Kamru (India, 2007)
Huertos en el valle del río Baspa (India, 2007)
Tejados típicos en el valle del río Baspa (India, 2007)

Es evidente que tanto cultural como geográficamente, esta región es nepalí. El hinduismo se infiltra en sus constumbres y creencias pero su origen les une a los pueblos del Nepal. Sus habitantes, incluso siguen las telenovelas del país vecino: sus telenovelas nos recordaban a las películas de Manolo Escobar o Alfredo Landa; historias de amores y envidias rodadas en las altas estepas de la cordillera y siempre acompañadas de canciones pegadizas.

En el valle del río Baspa (India, 2007)

En Kamru, antigua capital del Imperio Bushahr que gobernó Kinnaur, recorrimos sus inclinadas calles. ¡Qué casas tan bonitas! Sus tejados de pizarra estaban cubiertos de albaricoques puestos a secar para después conservar o hacer licores. Las puertas talladas, las paredes de granito y algunos detalles pintados en colores daban al lugar un aspecto muy alegre y acogedor. En la plaza varios obreros y carpinteros trabajaban afanosos y nos miraban como si fuesemos extraterrestres. Seguimos ascendiendo hacia el templo entre huertos llenos de flores de calabaza y de «morning glory», por todas partes crecían matas de marihuana que es allí una malahierba silvestre.

Kamru, albaricoques en los tejados (India, 2007)
Para poder entrar al Templo de Kamakhya Devi, del siglo XV, debimos ponernos los tradicionales gorritos de fieltro verde que utilizan habitualmente en este lugar, además de descalzarnos y atarnos una cinta de trapo a la cintura, según indican las normas del decoro. El amable y simpático militar que controlaba el acceso nos hizo saber las normas y nos advirtió que estaba prohibido entrar a las mujeres que tenían la menstruación.
Kamru, Templo de Kamakhya Devi (India, 2007)
Kamru, Templo de Kamakhya Devi (India, 2007)
Por supuesto que, el destino se alió con nosotras en aquellos días, o quizá no, pero confiamos no haber perturbado la paz de los moradores de aquel viejo rincón del mundo…
Para finalizar nuestra estancia en el valle de Sangla visitamos el Templo de Bering Nag y los bosques cercanos donde majestuosos árboles nos acompañaban. No cabía más que reverenciarlos, que observarlos detenidamente, sin prisas y pasear tranquilas, al ritmo que debieron crecer durante siglos.
Alguna de las casas más humildes en Kamru (India, 2007)

 

Kamru, Templo de Kamakhya Devi (India, 2007)
Bosques en el valle del río Baspa (India, 2007)

Para continuar nuestro viaje hasta Racksham y Chitkul nos vimos obligadas a dejar nuestro coche porque una avalancha de piedras, tierra y agua había destrozado uno de los puentes y varios tramos de la carretera. Cuando llegamos hasta allí quedamos paralizadas ante las toneladas de sedimentos allí acumulados. Seguimos a pie los dos kilómetros que nos separaban del pueblo y nos alojamos en casa de un simpatiquísimo nepalí que nos esperaba con una aromático té. Era además un cocinero excelente y aquella noche saboreamos sus platos vegetarianos gustosamente.

De camino a Raksham (India, 2007)
De camino a Chitkul (India, 2007)

Chitkul no estaba demasiado lejos pero, nuevamente, debimos caminar unos 10 km bajo la lluvia para lograr nuestro objetivo. Tuvimos que cruzar torrentes de aguas bravas y acúmulos de barro y troncos pero mereció la pena ele sfuerzo. Llegamos empapadas, una familia nos ofreció comer en su casa. Sobre una enorme cama nos relajamos tras quitarnos la ropa húmeda. Allí mismo nos sirvieron un excelente té azucarado con cardamomo y pimienta. Fuimos entrando en calor y degustamos aquellas lentejas con arroz exquisitas que aún recuerdo y que nos ayudaron a recuperar las fuerzas suficientes para visitar el pueblo y sus templos.

Nuestro almuerzo en Chitkul (India, 2007)
Chitkul (India, 2007)

Nos encantó compartir unos minutos con unos artesanos meticulosos que trabajaban la madera y la plata de modo impecable. Los campesinos recogían la cosecha, acumulaban leña, las vacas pacían y los niños correteaban por todas partes. Como siempre, las mujeres se llevaban la peor parte, además de trabajar intensamente llevaban adelante el cuidado de la casa y de sus hijos.

Chitkul (India, 2007)
Artesano en Chitkul (India, 2007)
Chitkul (India, 2007)
Chitkul (India, 2007)
Regresamos de nuevo a pie hasta el lugar donde nos esperaba un jeep. Disfrutamos del paisaje que se nos ofrecía majestuoso. Los torrentes bajaban con fuerza desde las montañas cargados de las aguas de los glaciares. A pesar de que varios puentes habían desaparecido la vida seguía pues era necesario prepararse para sobrellevar el otoño y el invierno que ya se anunciaban.
Proximidades de Chitkul (India, 2007)
Proximidades de Chitkul (India, 2007)

Nos preguntábamos cómo los 600 habitantes de aquel poblado lograban sobrevivir cada año a la dureza de los fríos meses de invierno. Nosotras regresábamos nuevamente rumbo al sur. Sin duda, dos mundos muy diferentes entre sí, en un mismo país cuya población crece desmesuradamente condicionando la vida tranquila de los habitantes de estos aislados valles. No sé si regresaremos a India pero, sin duda, a cualquier viajero recomendaría conocer estos profundos valles únicos y casi inalcanzables.

Torrentes en el valle del río Baspa (India, 2007)
SIETE DÍAS EN EL VALLE DE KINNAUR, SATLUJ Y SANGLA (I)

SIETE DÍAS EN EL VALLE DE KINNAUR, SATLUJ Y SANGLA (I)

 

Habíamos llegado a Shimla  (hindu शिमला, panjabi ਸ਼ਿਮਲਾ) después de un largo y dificultoso viaje en tren y bus desde Nueva Delhi. Los monzones arreciaban la cara suroeste de la cordillera del Himalaya y debimos permanecer varios días en la ciudad. La capital del estado de Himachal Pradesh es conocida por haber sido el lugar de retiro y descanso veraniego de las familias adineradas durante la época de la colonización Británica. Aquí se retiraban cuando el calor y la humedad eran sofocantes en las planicies meridionales. 

Nos hubiera gustado llegar hasta aquí en el legendario tren que recorre las escarpadas laderas de estas montañas, pero las avalanchas de tierra y agua habían arrastrado varios tramos. 

File:KSR Train on a big bridge 05-02-12 71.jpeg
Tomado de http://en.wikipedia.org/

Finalmente subimos a un autobús que durante 4 horas escalofriantes fue recorriendo los 90 km de carretera que separaban Chardigarh de Shimla. Íbamos con el corazón en un puño al observar por la ventana las toneladas de tierra y árboles que el conductor iba sorteando con gran habilidad. De vez en cuando mirábamos en la tele la película «bolibudiense» donde jóvenes de amplia sonrisa bailaban y reían en un mundo irreal.

http://www.luventicus.org/mapas/india/regiondeloshimalayas.html

El 15 de agosto se celebraba en la ciudad el 60 aniversario de la Independencia y fue toda una experiencia observar a las familias paseando con sus galas de domingo, tranquilos, tomando dulces y helados en la calle principal, conversando unos con otros. Los grupos de chicos jóvenes caminaban de la mano, las chicas iban con sus padres o su esposo. Las familias de origen tibetano, muy diferentes en sus rasgos y atuendo, disfrutaban también del momento. Nosotras mirábamos pero también nos sentíamos observadas, se reían y mostraban evidente curiosidad.

Shimla (India, 2007)

Finalmente nos decimos a contratar una excursión por los valles altos de la región. Era muy recomendable alquilar coche y conductor y así lo hicimos. Queríamos descubrir los grandes valles glaciares, las grandes montañas y las aguas salvajes de la cabecera de los ríos. Queríamos disfrutar observando el cielo, los paisajes y las gentes de aquellos lugares majestuosos.

Cerca de Shimla (India, 2007)

Llegar hasta Sarahan nos hizo sentirnos nuevamente orgullosas de haber emprendido ese viaje a la India. Está situada a 2.313 m.s.n.m. y para llegar a ella hay que recorrer 172 km por carreteras espeluznantes de vistas increibles. Los bosques de cedros y otros árboles imponentes se alzaban altivos entre pequeñas plantas que florecían como con prisas, sabedoras de que el buen tiempo dura poco en aquellas tierras.

Valle de Kinnaur (India, 2007)
Parada de camino a Sarahan (India, 2007)

Campos y más campos cultivados, montañas aterrazadas llenas de manzanos rebosantes de sus frutos verdes y rojos. Coles por todas partes, girasoles, perales que esperaban ya la cosecha, grandes cascadas y, en el fondo del valle, allá en la profundidad, un poderoso río de aguas embravecidas. Nunca antes habíamos visto un valle fluvial tan inmenso, de paredes verticales y terrazas aluviales tan enormes. En todas partes había aldeas o casas aisladas, pequeños huertos y algún rebaño.

Excursión al Hatu Peak (India, 2007)

En Sarahan los niños corren felices por las calles. Sus habitantes son humildes y agradables, siempre con una sonrisa y de fácil trato. A pesar de nuestra dificultad para comunicarnos con ellos -pues desconocíamos su idioma- siempre nos sentimos cómodas y relajadas. Nos alojamos en las habitaciones que los monjes alquilan junto al templo de Bhimakali. Por un precio ínfimo dispusimos de una amplia habitación con baño incluido. 

Sarahan (India, 2007)
Sarahan, reconstrucción de la torre (India, 2007)
Señora en el templo de Sarahan (India, 2007

De vez en cuando oíamos la campana que los feligreses tocaban al acceder al patio central. Construido en «gótico hindú», su belleza radica en la manera de colocar las vigas de madera creando un entramado con los bloques de granito. Así se consigue un «efecto antisísmico». En la gran torre, algunos carpinteros se esforzaban por afianzar y arreglar los desperfectos de un reciente terremoto. Los tejados de grandes losas de pizarra gris, los artesonados y tallas de madera, junto con el cuidado y limpio jardín, hacían del lugar un espacio único. Por la mañana nos despertaban los cantos de las oraciones monótonas y repetitivas que anunciaban el nuevo día. Se respiraba tanta serenidad en aquel lugar que no nos hubiésemos ido nunca…

Sarahan (India, 2007
Sarahan (India, 2007

La sabrosa comida vegetariana que tres mujeres cocinaban en un pequeño cuartito hacía las delicias de los pocos visitantes y las gentes del lugar. Con un estilo, un ritmo y una pulcritud admirables -pues disponían de muy pocos medios- elaboraban unos deliciosos «noodles non spice» -que por supuesto sí eran spice-, una tortilla de perejil, empanadillas al vapor, pan chapati y delicioso té con ginger. Nos encantaba observar el orden en los estantes de la pared y el cuidado con el que habían colocado las hojas de viejos periódicos para albergar sus utensilios adecuadamente.

Sarahan (India, 2007
Sarahan (India, 2007
Sarahan (India, 2007

Divisábamos las enormes montañas del macizo del Kinnaur Kailash (6.050 m) y el Sirikand Mamadeu (5.227 m) y nos preparábamos para el siguiente trayecto en jeep. Antes recorrimos los alrededores de Sarahan y observamos al «prior» del templo mientras hacía sus tareas. La humedad de la mañana era muy agradable. Las nubes se iban dispersando. Un largo viaje nos esperaba y estábamos llenas de energía para seguir difrutándolo.

Detalle del tejado del templo de Sarahan (India, 2007

 

FROM DELHI TO KALKA

FROM DELHI TO KALKA

Cada vez que mi mente viaja a India se remueven en mí todos los sentimientos contradictorios que sentí durante los 30 días que recorrimos el noroeste de aquel país. India es uno de los destinos más atractivos del mundo: su cultura, su historia, sus religiones, sus paisajes… Todo llama al viajero. Pero todo viajero sabe, antes de viajar a India, que deberá lidiar con muchas situaciones difíciles debido a los enormes desequilibrios sociales entre las personas que allí conviven. Los visitantes digieren estas situaciones de múltiples maneras: todas ellas son comprensibles y aceptables, probablemente todas son humanas. 

Para nosotras fue probablemente la experiencia viajera más dura, fue un esfuerzo psicológico permanente y, en absoluto fueron «vacaciones». Debió pasar mucho tiempo, tras nuestro regreso, para poder hablar sobre aquel viaje. En nuestro álbum fotográfico hay testimonio de un país fantástico, colorista, diverso, bello… Todo lo horrible y macabro sólo quedó en la retina de nuestros ojos, en nuestro cerebro.

Jodhpur (India, 2007)
Hoy he decidido hacer una nueva catarsis, creo que antes de escribir sobre aquellos lugares fantásticos, debo purgar el dolor que sentí, el sufrimiento que vi. Nunca me atrevería a recomendar a nadie a viajar a aquel país aunque sé que merece la pena hacerlo. No sé si regresaré, aunque me encantaría, pero no sé si seré capaz de pisar de nuevo aquellas calles, de cruzar la mirada con aquellas personas.
Jodhpur (India, 2007)
Hacía casi dos semanas que viajábamos por India. Habíamos recorrido una gran parte del enigmático Rajastan -pronto os describiré sus ciudades- y estábamos de nuevo en Delhi. Planeábamos la siguiente etapa de nuestro viaje y esta vez queríamos acercarnos a las estribaciones del Himalaya en busca de los pueblos de influencia nepalí. El Monzón llovía con fuerza y la lluvia nos paró los pies en Chandigarh. Estábamos cansadas, aturdidas por las sensaciones, por la visión de ese país hundido en la podredumbre, en la miseria, en el horror, en la negación de lo humano… Cuando los seres humanos perdemos nuestra capacidad de empatizar con el otro, nos depravamos hasta límites insostenibles, inimaginables. No hace falta ir hasta allí, no quiero decir que sólo ocurra allí, pero allí esto es evidente por todas partes…

Jaipur (India, 2007)
Durante días intentamos asimilarlo, digerirlo, aceptarlo, entenderlo, pasarlo por alto, asumirlo… Acabamos por meternos en nosotras mismas, ni si quiera hablábamos de ello entre nosotras. Las tres reflexionábamos, cada una conversaba consigo misma, pero no fue hasta que subimos a aquel tren en dirección a Kalka que todo explotó. El Shatabdi Express era un tren cómodo que salía de Delhi a las 7:40. Esperábamos en el andén 1. Mucha gente esperaba mientras otros dormían en el suelo. Las vías llenas de porquería, ratas que buscaban alimento. Todos esperábamos allí, con normalidad… ¡menuda normalidad!

Chandigarh (India, 2007)
El tren se puso en marcha y entonces empezó nuestra bajada a los infiernos. Centenares de personas se apiñaban junto a las vías, vivían a la intemperie, bajo los puentes, bajo los plásticos, rodeados de basura y excrementos, de aguas negras. Perros tristes y pulgosos. Niños sucios que hacían caca junto a las vías, hombres que orinaban a la vista de todos, perdidos, solos, abandonados, olvidados, olvidados de ellos mismos… Fue entonces cuando rompimos a llorar y viajamos durante aquel tiempo desahogándonos. Purgando nuestro dolor e incomprensión. Poco a poco, como una fuente que vuelve a manar después de mucho tiempo, cada una de nosotras se fue desahogando, recordando anécdotas puntuales que le habían herido el alma.
Chandigarh (India, 2007)
Llegamos a Chandigarh y allí se detuvo el tren, durante demasiado tiempo. Llovía, seguía lloviendo. Nosotras ya no llorábamos. Finalmente comprendimos que no llegaríamos a tiempo a Kalka para tomar el tren Himalayan Queen hasta Shimla. Las lluvias habían arrancado una parte de las vías. Los corrimientos de tierra habían cubierto las carreteras. La región del Himachal Pradesh estaba incomunicada, debíamos detenernos y hacer nuevos planes. No teníamos prisa. Podíamos esperar, estos son los grandes problemas de nuestra vida. Por duras que sean nuestras experiencias personales, ninguna puede equipararse a las que viven tantas gentes en el mundo a cada instante.

Nueva Delhi (India, 2007)
Días más tarde logramos llegar a Shimla y allí disfrutamos de varias jornadas en un entorno inigualable acompañadas por gentes encantadoras que, alejadas del mundo urbano, vivían vidas duras y sencillas pero dignas. Esa fue otra etapa de aquel viaje tan especial…

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