En todo viaje surgen momentos de dificultades. Uno puede prepararse pero siempre hay imprevistos o situaciones que salen de tu control. Cuando viajas con tus hijos estás especialmente alerta. Cuando decidimos cruzar la frontera de México a Guatemala por el paso aduanero de Cuauhtémoc-La Mesilla, supimos que a veces se produce extorsión a viajeros para que paguen tasas aduaneras ilegales.
Muchos turistas, especialmente mochileros, pasan por la frontera Cuauhtémoc-La Mesilla cuando viajan de México a Guatemala porque es el paso más cómodo si vas de San Cristóbal al Lago Atitlán, dos de los lugares más interesantes de centroamérica.
Desde Ciudad de Guatemala al Lago Atitlan
La manera más habitual para llegar al Lago Atitlán es desde Guatemala o desde Antigua en bus. La forma más barata y lenta – también la más divertida, seguramente- es tomar los autobuses de vivos colores que utilizan habitualmente los guatemaltecos. La alternativa utilizada por los turistas y mochileros es reservar un asiento en los minibuses o furgonetas. Es algo más caro pero el traslado es directo y el precio está fijado. Generalmente, te recogen y te dejan en tu alojamiento o en lugares céntricos.
Por último, podéis reservar un taxi privado y diseñar vuestro traslado a vuestro gusto y a vuestro presupuesto. Nosotros elegimos esta última opción para ir desde Antigua al aeropuerto La Aurora porque así pudimos escoger la hora de traslado, en cambio, fuimos en una furgoneta desde el Lago Atitlán hasta Antigua.
Desde San Cristóbal de las Casas al Lago Atitlan
Otra opción es llegar hasta aquí desde México a través de la frontera de La Mesilla. Es la ruta habitual de los viajeros que visitan Chiapas y San Cristóbal de las Casas. Si decidís cruzar en transporte público, debéis cambiar varias veces de autobús. Nosotros optamos por reservar el traslado en furgoneta con la empresa CEPSU. El viaje es de locos, la verdad, pero superable. Así lo hicimos nosotros.
El trayecto desde San Cristóbal de las Casas (México) a Panajachel (Guatemala) cuesta unos 25-35$ según las empresas. Nosotros lo hicimos desde Comitán que está más cerca de la frontera para reducir un poco el tiempo del trayecto. Desde San Cristóbal se sale a las 7:30 de la mañana, desde Comitán, 3 horas más tarde. El viaje dura unas 6 horas pero hay que sumar el tiempo de espera en la frontera que es MUY variable, los trámites aduaneros, el cambio de vehículo y las obras en las carreteras.
Algo importante a tener en cuenta es que, como vivimos nosotros mismos, al pasar la frontera de México a Guatemala, suelen darse situaciones de abuso por parte de funcionarios de aduanas en el control de salida de México. Seguramente con acuerdos con los conductores, exigen a los viajeros una tasa de 550 M$ (unos 25€) para salir del país y cuñarte el pasaporte. Según nos habíamos informado esta tasa es ilegal y no se debe pagar si has entrado en el país por vía aérea.
Cual fue nuestra sorpresa cuando, al recogernos en Comitán, el chófer «nos informó» de que había que pagar esta tasa y nos animó a ir a sacar dinero al banco… Nos dió tiempo para ir al cajero incluso. Lo mismo había hecho con los otros viajeros en San Cristóbal, según nos contaron durante el viaje. Así que íbamos todos con la mosca detrás de la oreja. Todos llegamos a la aduana sospechando y con la cartera llena de pesos mexicanos…
Una vez en la frontera mexicana, debes cargar las maletas y dirigerte a pie hasta la aduana mexicana. Allí se hacen los trámites, cruzas a pie la frontera con tus maletas, y de nuevo haces los trámites en la aduana guatemalteca. Después toca esperar a la furgoneta que trae otros viajeros desde Guatemala que serán trasnportados hasta San Crsitóbal por la furgoneta que nos había traído a nosotros. Muchas furgonetas hacen este trayecto cada día para llevar viajeros que cruzan por tierra la frontera de México a Guatemala y a la inversa.
Hicimos cola y nuestros acompañantes fueron saliendo con la sonrisa en la cara y diciéndonos que no les habían pedido el dinero de «la tasa ilegal». Sin embargo, cuando Pau y yo nos plantamos delante del mostrador, todo cambió. Inicialmente parecía que nos iba a poner el cuño en el pasaporte a los cuatro pero, para nuestra sorpresa, de pronto, nos miró y nos preguntó por el pago de la tasa que debíamos haber hecho en un banco en San Cristóbal. Llamó al conductor y le regañó diciéndole que cómo le llevaba viajeros que no habían pagado esa tasa. Él se excusó y le pidió que nos dejara pasar. El funcionario le dijo que debía llevarnos de vuelta a Comitán… Eramos el paquete perfecto ¡una familia de 4 incautos! ¡un buen pellizco!
Nosotros nos quejamos, obviamente. Sabíamos que nuestros compañeros de viaje tampoco habían pagado pero ¿cómo forzar la situación pudiendo generar que les pidiera el pago al resto? Ferran estaba allí y nos miraba extrañado. Finalmente… el funcionario se ofreció «a hacer una excepción» y cobrar él mismo la tasa en efectivo aunque oficialmente no estaba autorizado… A mi me daban ganas de reir, pero la rabia me comía por dentro… Así que allí acabamos soltando los 2200 M$ (unos 100€) y salimos con nuestros pasaportes sellados y nuestra cara de timados…
Por supuesto no pudimos tomar ninguna foto del proceso. No nos dieron recibo alguno y, lo único que nos atrevimos antes de subir a la combi guatemalteca, fue a decirle al chófer mexicano, que quedaba en su conciencia y que era un estafador.
Cuando llegamos a Panajachel agotados y dándole vueltas al asunto… decidimos denunciarlo a la empresa de transporte que habíamos contratado. Ya tranquilamente desde el bonito Hotel Dos Mundos escribimos un correo a la empresa explicando lo que había pasado y que considerábamos que el conductor que nos había traído para pasar la frontera de México a Guatemala estaba «en el ajo» y que, por tanto, la empresa era cómplice. Les advertimos que nos parecía lamentable que no avisasen a sus clientes sobre estas prácticas y sobre qué tasas son oficiales y en qué situaciones se deben pagar.
Ante lo ocurrido, les solicitamos:
- PRIMERO: que modificaran en CEPSU su manera de gestionar y contratar estos servicios y avisaran a sus clientes que no hay que pagar tasas de salida de México si el viajero ha llegado por avión al país ya que esa tasa está incluída en nuestro pasaje de ingreso.
- SEGUNDO: que nos informaran del procedimiento oficial de reclamación para poder hacer una queja formal a la empresa CEPSU y que esta información llegara a sus superiores.
- TERCERO: que se nos devolvieran los 2000 pesos que habíamos pagado en la oficina por el traslado de Comitán (México) a Panajachel (Guatemala) ya que el valor total de nuestro traslado fueron 4200 pesos mexicanos atendiendo a lo que nos obligaron a pagar en la frontera. Es decir, pagamos más del doble que el resto de viajeros por un mismo servicio.
En menos de 24 horas teníamos respuesta de la oficina. Lamentando lo ocurrido e informando de su desconocimiento sobre este tipo de prácticas. A continuación nos pedían nuestros datos bancarios y, en 24 horas, nos habían hecho una transferencia a través de Western Union por valor de 2000 M$. No podéis imaginar la satisfacción por su respuesta y, esperamos que esta denuncia sirva para que esto no vuelva a ocurrir o que, al menos, la empresa tome medidas con los conductores que subcontrata para estos servicios.
Esperamos que este artículo también ayude a difundir este tipo de prácticas y a evitarlas. No estamos en contra de pagar las tasas que corresponda pero los organismos oficiales deben ofrecer una información clara y veraz así como las empresas que gestionan estos traslados. Siempre puede haber personas que intenten aprovecharse pero si se gestiona bien la información, los viajeros podemos movernos con más tranquilidad y seguridad ¿no os parece?
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No os vamos a engañar. No fue un momento sencillo porque sabemos como se las gastan a veces en estos países y la corrupción es un tema muy serio en muchos lugares pero, además, aquí la sensación de desprotección es mayor. Cruzar la frontera de México a Guatemala es dificultoso por las carreteras, por la inseguridad, por la manera de conducir y, si además le añades este tipo de prácticas, puede convertirse en el peor momento de un viaje. Pero ya ha quedado atrás y, ha quedado en una simple anécdota ¡seguimos en ruta!
Tengo un ilusionante sentido de la vida. Estoy convencida de que las personas podemos cambiar el mundo trabajando personal y localmente a través de proyecto colaborativos. Me gusta compartir con mi familia experiencias motivadoras y enriquecedoras. Y difundir algunas de ellas en este blog sobre «nuestro viaje por la vida».
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