Hace ya 11 años, por estas fechas, pusimos por primera vez nuestros pies en una escuela Waldorf: el jardín de infancia de la Escuela Waldorf de Alicante. Nuestros vínculos con este tipo de escuela y el aprendizaje que hemos ido adquiriendo a lo largo de nuestra experiencia, ha quedado reflejado en este blog a través de diversos artículos y, especialmente a partir de nuestro viaje de 2019 visitando escuelas Waldorf. No somos especialistas en pedagogía Waldorf pero sí hemos hecho un esfuerzo profundo por conocerla y entender de dónde viene y cuáles son sus principios.
Cuando hace unas semanas, Laura de Objetivo Aire Libre y Maternidad Viajera me invitó a participar en un podcast de su canal para comentar mi experiencia como madre en relación a la pedagogía Waldorf. A partir de esta conversación me planteé que podía ser una buena ocasión para recoger en un artículo cuáles son los mimbres fundamentales que definen esta pedagogía, siempre desde mi propia experiencia y no como profesional ni especialista en la pedagogía Waldorf.
Os animo a leer este artículo si estáis interesados en conocer este tipo de escuelas que cada vez son más comunes en España mientras que en otros países del mundo se han extendido como una red bien consolidada. Pero además, no dejéis de escuchar el podcast que grabé junto a Laura porque destila entusiamo y me parece que el resultado es muy atractivo. Como madres y profesionales de la educación que amamos nuestro trabajo creo que nuestras reflexiones pueden ayudar a muchas familias.
¿Cómo nació la pedagogía Waldorf?
La primera Escuela Waldorf fue fundada en 1.919 en Stuttgart (Alemania) por el filósofo y profesor Rudolf Steiner a instancias del dueño de la fábrica de cigarrillos Waldorf Astoria, para la formación de los hijos de los obreros de la misma. En aquella época en la que la escolarización era privilegio de unos pocos y la explotación infantil era habitual en las fábricas, la iniciativa de Emil y Berta Molt de crear una escuela para los hijos de sus trabajadores, fue algo revolucionario. No solo por crear una escuela, sino por poner el foco en diseñar una pedagogía que atendiera las necesidades de aquellos niños y niñas. Además, pusieron el foco en algo más, en el estudio del ser humano.
Aquellos primeros maestros se fueron formando mientras aprendían y diseñaban su didáctica, un modelo que aún hoy forma parte de las escuelas Waldorf ya que cada maestro se hace responsable del diseño y el desarrollo de sus propias clases a partir, obviamente, de la experiencia y de los mimbres que estos 100 años de pedagogía han generado.
Hemos de tener en cuenta que, en los siglos pasados, la educación y formación formal era solo posible para unos cuantos hijos de ricos privilegiados qu epodían pagar a tutores privados para instruir a sus hijos. A finales del siglo XVIII surgieron corrientes que promovieron la creación de escuela que permitieran formar a niños y jóvenes de clases sociales bajas o empobrecidas. Así surge el trabajo del pedagogo Johann Heinrich Pestalozzi, por ejemplo, que en Suiza reformó radicalmente el modelo educativo creando una corriente que ya no se detendría.
Las Escuelas Rudolf Steiner, también llamadas Waldorf, son herederas de esa corriente y forman parte de un movimiento pedagógico con más de 100 años de experiencia. Aunque a veces se hable de ella como “pedagogía alternativa”, como si se tratara de algo nuevo o novedoso, lo cierto es que se sustenta en muchas décadas de experiencia y trabajo alrededor de todo el mundo.
¿Quién era Rudolf Steiner?
Una de las mejores maneras de aproximarse a la figura de Rudolf Steiner es leer la biografía de Gary Lachman. La visión de este escritor y cómo describe la vida de Steiner puede ayudar a entender muy bien lo particular de su biografía y de su personalidad. Lachman se acerca a él desde el escepticismo y consigue retratarle sin idolatrarle ni caer en vanagloriarle. Fue una persona fascinante y el autor así lo va transmitiendo a medida que profundiza en el conocimiento de su vida.
No cabe duda que Steiner era un hombre sensible y capaz de intuir y conocer muy bien a los seres humanos. Desde muy joven fue capaz de entender a las personas que hoy llamamos “con necesidades educativas especiales”. Lo cierto es que todos somos especiales y quizá por esta conciencia que Steiner tenía, fue capaz de desarrollar una pedagogía en la que plasmó su visión del ser humano.
Todos somos únicos y necesitamos encontrar a lo largo de nuestro desarrollo el respeto
y el tiempo necesarios para crecer en libertad y en todo nuestro esplendor.
Steiner nació en 1861. Se graduó en el Instituto de Tecnología de Viena y después estudió filosofía en la universidad. Posteriormente se doctoró en Alemania con amplios estudios en la vida y obra de Goethe. Este trabajo determinó también su visión intelectual del mundo.
Si algo hay que destacar de Steiner es su conexión con la naturaleza, con el mundo natural, y también su concepción espiritual de la vida y de todos los seres vivos. Esta espiritualidad impregna todo su trabajo. Estudia el mundo espiritual desde Oriente a Occidente, analiza las tradiciones religiosas de su entorno y, con todo eso, acaba elaborando su propio modelo espiritual enraizado a la comunidad y tradiciones europeas. Así surge la Sociedad Antroposófica y, en 1913, se funda su sede en Dornach: el Goetheanum.
¿En qué se inspira la pedagogía Waldorf?
Steiner siempre fue partidario de que las escuelas e instituciones educativas fueran independientes del poder gubernamental. En 1907, escribió un ensayo titulado La educación a la luz de la Ciencia Espiritual, donde describe las fases principales del desarrollo del niño y establecía que estas fases debían ser tenidas en cuenta para enfocar adecuadamente la educación. Así surge lo que llama los septenios de la vida del ser humano y que determinan el diseño de la pedagogía. Hablaremos de ellos un poco más adelante.
La pedagogía Waldorf se inspira en la observación del ser humano, en cómo tiene lugar su desarrollo,
y en el respeto a sus necesidades vitales básicas que abarcan aspectos emocionales, físicos, sociales…
Es así, por ejemplo, surge la idea de que los niños no deben ser escolarizados hasta los 7 años pues, hasta ese momento, su cuerpo y su mente están creciendo, expandiéndose, desarrollándose en el hacer y no en el pensar. El niño juega y el juego es su principal motor de aprendizaje. El niño observa e imita, y así incorpora aprendizajes. Es por ello que en el jardín de infancia no debe haber un trabajo intelectual consciente, ni forzado.
El niño necesita un entorno natural saludable donde desarrollarse en libertad en contacto con la naturaleza
y acompañado por adultos que le protejan y le guíen sin limitarle.
En muchas ocasiones, cuando hablamos de pedagogías alternativas – un concepto que a nosotros no nos gusta demasiado – se tiende a confundir la educación libre con la pedagogía Waldorf y la educación dirigida con estructurada. La pedagogía Waldorf no es una educación libre, es una educación dirigida y bastante estructurada que busca la libertad del individuo, desarrollando su autonomía y autoconfianza. Es una educación dirigida porque hay una maestro que dirige el trabajo del alumno, que estructura la jornada escolar y dirige a su alumnado en una serie de actividades organizadas de manera rítmica y consciente.
Podemos comparar – aunque no contraponer – la pedagogía Montessori es mucho más estructurada ya que desarrolla materiales muy pensados para que el niño trabaje diversas habilidades y capacidades. Sin embargo, es una eduación menos dirigida ya que el niño tienen libertad para elegir qué quiere hacer, en qué rincón de trabajo le apetece situarse… En la escuela Waldorf no existen rincones de trabajo aunque el alumnado puede organizarse en determinados momentos para hacer ciertas actividades.
Por otro lado, y lejos de la educación Waldorf, están las pedagogías libres que ofrecen al alumnado múltiples recursos para desarrollar sus habilidades e intereses pero en ningún momento se obliga al niño a tener un horario de estudio o trabajo. Cada niño puede elegir si hacer una cosa o otra, puede decidir si ir o no ir… La pedagogía Waldorf tiene momentos de juego libre – especialmente en los jardines de infancia – que son esenciales para el desarrollo del niño, pero no es una educación libre.
Si os interesa profundizar en todos estos aspectos os recomendamos visitar nuestra biblioteca y leer algunos libros como:
-
Summerhill. Un punto de vista radical sobre la educación de los niños
- Educar para ser
- Educar en el asombro
La educación Waldorf utiliza una pedagogía estructurada y dirigida a partir de una visión del ser humano que se introduce a partir de los 7 años. En el jardín de infancia, hay un tiempo para el juego libre, pero también es dirigida, porque es la maestra quien pauta y organiza el tiempo en la escuela, acompaña a los niños y plantea una serie de actividades diarias adaptadas a su momento vital que ellos han de seguir.
La pedagogía Waldorf emula el desarrollo cultural e histórico de la humanidad
Muchas veces se dice que la pedagogía Waldorf es contraria a las nuevas tecnologías, pero no es cierto. Lo que sí establece la pedagogía es los tiempos y momentos en los que debe utilizarse. Y esto es así porque Steiner, en el desarrollo del currículum Waldorf, estructura los contenidos emulando al desarrollo de la humanidad.
La pedagogía Waldorf no dice «no a la tecnología», dice «todavía no». Es pronto, espera,
las personas necesitamos tiempo para desarrollar todas nuestras habilidades
antes de entrar en contacto con las modernas tecnologías.
¿Qué aprendió primero a hacer la humanidad? ¿Qué es lo que mejor sabemos hacer o estamos más dotados para hacer? Lo primero es el movimiento, la carrera, el juego… La comunicación. El habla. Contar historias. Escuchar cuentos. Por eso nos encanta que nuestra madre y nuestro padre, nuestros abuelos, nos cuenten cuentos. Y los repitan.
Después llega el arte: la pintura con las manos. Después llegó el pincel… La escultura, el modelado, la talla. La música, la percusión. Todo eso llegó antes que la escritura. Es por ello que todo eso puede hacerlo el niño, antes de aprender a leer y escribir. Es más, debe hacerlo para que su desarrollo psicomotor sea completo y complejo.
En los jardines de infancia Waldorf, a los 5 y 6 años, se introduce a los niños en el arte de tejer en un telar. Primero aprenden a tejer con los dedos y, después, en un pequeño telar. Así aprenden a mover sus manos en ambas direcciones – es cómodo para zurdos y para diestros -, siguen una pauta, combinan los colores. Semana a semana crece su trabajo y, tras un año, habrán creado su primer bolso. Todo a mano. Estarán entonces preparados para empezar a escribir las primeras letras.
De la pretecnología a la tecnología
Así, en la escuela de primaria, se da el paso de la pretecnología a la tecnología, de la prehistoria a la historia, de la tradición oral, a la tradición escrita. Los niños pasan del jardín de infancia en el que la maestra les contaba cuentos, a la escuela de primaria en la que empezarán a escribir y diseñar sus cuadernos. Pasarán de hacer pan con su maestra o pintar con acuarela, a cultivar el huerto y usar la pluma estilográfica. Pasarán del juego libre, a la rítmica y los ejercicios de movimiento. Pero todo va paso a paso, sin prisas, sin adelantar acontecimientos.
La infancia y la juventud merecen ser vividas sin prisas,
merecen ser respetadas para ser vividas en plenitud, no adelantemos acontecimientos.
La tecnología llega poco a poco. El aprendizaje es vivencial y vinculado a experiencias creativas. En las escuelas Waldorf el maestro y el alumnado van creando sus propios materiales cada día, se trabaja mucho la expresión escrita y oral. No existen libros de texto, solo libros de consulta. El teatro es fundamental. Van llegando herramientas cuando son necesarias. Las primeras son los materiales para escribir, colorear, construir, trabajar el huerto… Los libros de consulta, mejor con dibujos de calidad que con fotografías.
Aunque vivimos en un mundo sumergido en las nuevas tecnologías, las familias y los maestros han de evitar que estas invadan la mente del niño hasta que termine el segundo septenio. Es decir, al menos hasta los 14 años. Porque antes, el joven ha de desarrollar todo su potencial intelectual y creativo que, si entra en contacto con el mundo digital, quedará inmediatamente enmudecido, colapsado… Además, su capacidad de crítica y análisis aún no están consolidados y no estará aún preparado para controlar la adicción y dependencia de estas herramientas.
El arte en la pedagogía Waldorf
Como he comentado anteriormente, el arte es esencial en esta pedagogía porque es esencial para el ser humano. Ser capaces de imaginar, de proyectar, de soñar… y hacer cosas para lograr nuestros sueños. Es por ello que la educación ha de estimular eso y no limitarlo.
Si algo caracteriza a nuestra especie es su creatividad. Ahí está nuestro éxito evolutivo.
Si la educación castra nuestro deseo de aprender y nuestra creatividad, entonces es que algo está fallando. ¡Cuántas veces hemos dicho «yo no sé dibujar»! Probablemente, hemos llegado a esa conclusión como «el elefante encadenado de Bucay«: lo que ocurrió es que de niños se nos fue limitando nuestra capacidad de expresión artística y al no permitírsenos la libertad de crear, decidimos dejar de intentarlo.
Nunca debemos dar a un niño un dibujo de lineas negras para que sea coloreado, eso es limitarle. Ese dibujo “perfecto” establece y define cómo debe ser tal cosa. Le estamos mostrando cómo debe ser el dibujo de un ratón, de una flor, de un elefante, de un paisaje… Pero esa es simplemente la abstracción hecha por un adulto. Es mejor pedirle que dibuje, dejarle que dibuje en un papel en blanco, en la arena, donde sea. Una flor, una manzana, un tren, un elefante… No hay que darle un modelo. Bloques de colores, pintura de dedos, acuarelas… son muchas las técnicas que permiten desarrollar la creatividad, no limitarla.
¿Cuánto debimos practicar para aprender a caminar? ¿Cuántas veces nos caímos y nos levantamos? Pero los niños son entusiastas por instinto, quieren seguir intentándolo. Por eso, en la escuela, en la primera infancia, no podemos darles modelos limitantes. Hay que dejarles que se expresen.
Con la madurez, en la primaria y después en la secundaria, ya aprenderán ciertas técnicas para dibujar, para coser, para esculpir… Y crearán ellos mismos a partir de su instinto interior creador.
Una visión del ser humano: los septenios
Rudolf Steiner desarrolló la Teoría de los Septenios para explicar los cambios que tienen lugar a lo largo de la vida de las personas. Todos atravesamos ciclos en nuestro desarrollo vital. Las experiencias vitales y el crecimiento personal van definiendo nuestro carácter y nuestra personalidad. En cada septenio nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestra espiritualidad evolucionan. Los septenios no empiezan y acaban bruscamente, hay transiciones, pero pueden ayudarnos a conocernos.
Si dividimos el desarrollo humano en periodos de siete años, podemos entender con mayor claridad los cambios que vamos experimentando y nos permiten estructurar la educación reglada de una manera más respetuosa con la persona. Los tres primeros septenios son los más importantes en el desarrollo y es por ello que debemos poner especial cuidado en ellos. ¿Pero realmente lo hacemos?
Los 3 primeros septenios marcan las fases en las que alcanzamos la edad adulta: desde el nacimiento a los 21 años. Durante esta fase el ser humano se centra en el desarrollo corporal. El desarrollo corporal incluye aspectos físicos y también mentales.
En una segunda fase, que abarca 2 septenios más, nos centramos en el desarrollo anímico desde los 21 hasta los 35. Profundizamos en qué somos y en qué queremos ser. Y en una tercera fase, desde los 42 hasta la muerte, profundizamos en el desarrollo espiritual y entonces estamos preparados para ser maestros y acompañar a los más jóvenes en su crecimiento.
Todo este estudio estructura las etapas de la educación en infantil, primaria y secundaria que se siguen respetando en Europa, especialmente más a medida que viajamos hacia el norte. La educación primaria no debe empezar hasta los 7 años y, la secundaria, no debería iniciarse antes de los 14 años.
Lamentablemente, en España la primaria empieza con los 6 años y hemos desplazado a los niños de 12 y 13 años a los institutos, mucho antes de cuando sería recomendable. Además, nuestros jóvenes son los que hace los cursos preuniversitarios más cortos y más pronto y es por ello que con 18 años recién cumplidos – o antes si nacieron a finales de año – ya están decidiendo que carrera universitaria deberian desear hacer. Una estructura que solo genera prisas, desconcierto, desajustes y ansiedad en la mayoría de los jóvenes.
El hacer, el sentir y el pensar
El desarrollo del ser humano pasa por estas fases que caracterizan las diversas etapas de nuestra vida. Estas 3 acciones deben ser tenidas en cuenta para tener un desarrollo equilibrado. Muchas veces en los colegios nos centramos solo en el hacer, demasiado pronto y demasiado tiempo, pero debemos trabajar también el sentir y el pensar. En nuestra vida “el hacer” está muy presente: nos movemos, escribimos, dibujamos, cocinamos… Nos involucramos en aquello que hacemos. Esa es la voluntad. Sin embargo, si solo nos centramos en hacer ciertas cosas de manera repetitiva y constante, acabaremos aburridos y limitados. Limitaremos la creatividad del niño y la autoconfianza de aquellas personas que disfruten haciendo otras cosas que no están incluidas en los tradicionales currículums.
Durante la infancia domina en nosotros la voluntad (el hacer), en la juventud nos mueve el sentir
y, a medida que llegamos a la edad adulta, se potencia en nosotros el pensar.
Hay que dar espacio a “el sentir” habiendo momentos para juzgar, opinar, expresar… Hay que potenciar todos los sentidos con la música, el arte, la expresión corporal y el contacto con la naturaleza. Hay que abrir la educación a múltiples experiencias y descubrimientos que permitan el contacto de las personas con vivencias diversas. La escuela debería asumir su responsabilidad como espacio que puede hacer llegar al niño experiencias que su entorno o su familia no puede mostrarle habitualmente. Esto es lo que hace la pedagogía Waldorf al diseñar su currículum y dedicar una gran parte del tiempo al arte.
Y un aspecto muy importante tras cada jornada es dar tiempo de calidad al sueño. Durante la noche las personas nos conectamos con el mundo espiritual y así se consolidan las experiencias y aprendizajes de cada día. Al empezar el nuevo día llegaría el momento de la reflexión, del pensar, del análisis. De hacer retrospectiva antes de volver a empezar.
El papel de la naturaleza en la pedagogía Waldorf
El contacto y la vida en la naturaleza es esencial a la pedagogía Waldorf. En un entorno urbano es complicado acercar a los niños a la naturaleza sin embargo, para la pedagogía Waldorf esto es esencial. Desde el diseño de la propia escuela a los materiales que utiliza el alumnado en el aula, todo está inspirado en la naturaleza. Además, el acercamiento a la naturaleza siempre se hace desde un punto de vista vivencial y no conceptual, especialmente en primaria. La “ciencia en mayúsculas” llegará con la etapa secundaria, cuando la persona desarrolla su capacidad de análisis y abstracción, pero no antes. Pero en la infancia, el niño se acerca al mundo natural desde el sentir, desde la observación, la escucha, el tacto…
Es por ello que los niños deben sentir, aprenden a cultivar su huerto, la escuela si es posible tendrá animales de granja, la maestra tendrá siempre en el aula una mesa de estación donde cada mes se reflejará qué está pasando en la naturaleza.
Algo que siempre llama la atención en las escuelas Waldorf son las zonas de juegos ajardinadas y ver a los niños subidos a los árboles. Muchas veces las propias familias estamos temerosas pero es maravilloso ver con qué destreza aprenden a trepar y la seguridad que adquieren. La psicomotricidad en los niños es excelente porque aprenden a moverse con libertad en la naturaleza desde bien pequeños, los maestros lo estimulan y alientan a las familias a salir a la naturaleza tanto como sea posible y más.
Esa seguridad y autoconfianza que adquieren moviendose en el entorno natural,
después les servirá para trabajar en áreas más abstractas como las matemáticas o el dibujo:
practicando y esforzándome puede lograrlo, como cuando subo a un árbol.
La figura de la autoridad amada
Uno de los momentos esenciales en el desarrollo del ser humano es “el paso del rubicón” que se produce, aproximadamente, a los 9 años. Es el momento en el que el niño sale “del mundo de las hadas” y toma conciencia de que existe “un mundo real” no tan perfecto y delicioso. Ahí empieza a salir de su centro y empieza a observar el mundo desde afuera. Empieza a adquirir autonomía y necesita referentes que le den seguridad.
Así es como necesita al adulto que lo acompañe como una autoridad amada y respetada que le conducirá hasta el momento en que construya su propia autoridad y necesite emanciparse. No puede haber emancipación si no has vivido en un entorno de seguridad con unos límites establecidos externamente. A partir de la madurez, durante el tercer y, especialmente, el cuarto septenio, cada uno de nosotros construiremos nuestra propia autoridad interna para seguir caminando solos. Romperemos los límites que definieron nuestro padres o tutores, nuestros maestros, pero si esa autoridad era amada y respetada, nosotros mismos construiremos unos nuevos límites definidos ahora por nosotros mismos.
¿Cómo ser una autoridad amada? El adulto – madre, padre, maestro, profesor – deberá ser alguien objetivo, que marque unos límites claros y justos. Deberá ser coherente. Deberá potenciar en sus alumnos, en sus hijos, el pensamiento independiente y creativo y potenciar el desarrollo de su propio “yo”. El joven construirá su autoridad interna a partir de la protección de esa autoridad externa que tuvo en la infancia. Esta autoridad externa es especialmente necesaria a partir de los 9 años. Un niño que no siente que a su alrededor tiene unos límites definidos por alguien que le quiere y respeta, crecerá desorientado, sufrirá y hará sufrir. Así lo cree la pedagogía Waldorf.
El niño de nueve años está construyendo su propia mentalidad pero seguirá buscando el apoyo del adulto en el que confía. La ayuda de esa autoridad amorosa y firme a la vez. En esos límites ayuda el orden y el ritmo. Estructurar el día a día, en casa y en el aula, con unos ritmos que permitan la expansión y la reflexión, el juego y la calma, ayudan a la estabilidad emocional del niño.
Precisamente por todo esto, las escuelas Waldorf siguen un modelo educativo estructurado y con unos ritmos muy marcados así como un currículo definido para cada curso académico. Si bien, la observación del niño por parte de sus maestros hace necesario que estos adapten los contenidos y el trabajo a las particularidades y necesidades de cada niño.
La visión holística de la educación obliga también a trabajar en aspectos
emocionales, artísticos y sociales que formarán parte del currículo.
La pedagogía Waldorf también se infiltra en la vida familiar
Cuando una familia tiene sus primeros contactos con una escuela Waldorf o con la pedagogía, en general siente la necesidad de llevar a casa muchas cosas que va aprendiendo en la escuela o en el jardín de infancia. Es un gran apoyo para el maestro que haya una coherencia educativa entre la escuela y el hogar. La alimentación, los juguetes, los ritmos, el contacto con la naturaleza… Todo ayuda.
Hay muchos detalles pero es necesario y no siempre sencillo llevar a cabo este baile coordinado. Como en una orquesta en la que cada instrumento es único y diferente pero deben sonar coordinadamente, trabajar en equipo, para que el resultado sea hermoso.
Un tema especialmente complicado es el de las nuevas tecnologías y la televisión. Es algo que caracteriza mucho a los integrantes de las comunidades Waldorf. Esa manera de ver la vida y algo que compartimos las familias que nos inspiramos en la pedagogía Waldorf es que intentamo limitar o reducir al máximo el tiempo delante de las pantallas. No siempre es sencillo porque la presión externa es muy grande.
Durante la infancia, los pequeños no deberían tener ningún contacto con las pantallas y las nuevas tecnologías. Lo deseable sería que así fuera al menos hasta los 14 años para ir aumentando de una manera muy medida y consciente.
Otro aspecto muy importante es el juego y la vida al aire libre. Es algo esencial y algo que debemos potenciar las familias. Compartir con nuestros hijos tiempo en la naturaleza. En los parques, la montaña, en la playa… Las fiestas de cumpleaños son momentos para el juego, el encuentro para hacer senderismo o organizar un pícnic. Siempre en espacios abiertos.
También juega un aspecto muy importante la alimentación, especialmente se ofrece alimentos de calidad favoreciendo la ingesta de hidratos de carbono complejos e integrales y que las proteínas sean especialmente de origen vegetal. En el mundo Waldorf hay mucha presencia del veganismo y el vegetarianismo, pero no son excluyentes. Muchas familias optamos por una dieta con carnes, huevos, pescado o productos lácteos pero es cierto que intentamos que no sean dominantes en la dieta. Así mismo hay una preferencia por los productos de agricultura biológica y biodinámica, por los productos locales y se limita la ingesta de alimentos ricos en azúcares simples o procesados.
Una visión más amplia: la antroposofía
Para terminar, recordar que la pedagogía Waldorf se enmarca dentro de una concepción del mundo llamada Antroposofía. Rudolf Steiner afirmaba que el ser humano tiene la capacidad de conectar con aspectos espirituales que van más allá del mundo visible y estaba convencido de que existía un mundo terrenal y otro mundo espiritual. Para la ciencia actual esto forma parte del esoterismo ya que Steiner postulaba la existencia de un mundo espiritual objetivo, intelectualmente comprensible, accesible a la experiencia humana.
No podemos negar que el ser humano y su espiritualidad van o han ido siempre de la mano. Son inseparables. En cierto modo podemos sentir que las religiones, especialmente las monoteístas, han secuestrado el sentido de la espiritualidad del ser humano haciéndolo propio. Pero, no es así, más allá de que profesemos o no una religión, todos tenemos un sentido espiritual de la vida, reflexionamos sobre las grandes preguntas que la filosofía lleva haciéndose desde hace milenios.
A partir de esta concepción, se desarrolla todo un modo de vida que incluye múltiples aspectos de la vida humana. Steiner hace un profundo estudio del ser humano, reflexiona y desarrolla múltiples campos de trabajo como la pedagogía en las escuelas, la agricultura biodinámica, la arquitectura o la medicina natural.
Las comunidades Waldorf: una visión crítica
Rudolf Steiner fue más allá de las escuelas en el desarrollo de su filosofía de vida. Él insistía en la necesidad de generar comunidades en las que los individuos se involucraran en diversos aspectos para construir una sociedad sana. Así surge, por ejemplo, la agricultura biodinámica como una manera de producir alimentos de una manera ecológica y sostenible.
Las escuelas y las comunidades Waldorf están constituídas por personas que muchas veces comparten un ideal común o una visión particular de la sociedad. Sin embargo, lo cierto es que están constituidas por personas del siglo XXI con toda la diversidad que ello implica. En cada país, en cada región del mundo, la cultura y las costumbres condicionaran e influirán en cada comunidad, en cada escuela.
Cuando llegas por primera vez a una escuela Waldorf una de las primeras peticiones es que debes implicarte y formar parte de su estructura. Ayudando y construyendo juntos la comunidad. Lo cierto es, que hoy en día, vivimos en una sociedad muy individualista y las personas estamos desbordadas por «sus obligaciones» lo que les impide realmente participar de una comunidad Waldorf. Es quizá una de las mayores limitaciones que estas atraviesan, la falta de participación e implicación de las personas que las integran. Como ocurre en cualquier ámbito de nuestra sociedad no siempre es fácil construir una realidad que se asemeje a nuestros ideales.
Sin embargo, no podemos dejar de tener sueños, de esforzarnos para avanzar hacia esa utopía que todos soñamos.
Hasta aquí este artículo en el que he intentado trazar las líneas fundamentales que definen la pedagogía Waldorf. Seguro que se quedan muchas cosas en el tintero y te animo a preguntarlas para que podamos ampliar esta información. En el próximo artículo sobre pedagogía Waldorf os contaremos por qué elegimos una escuela Waldorf para nuestros hijos y cómo finalmente tomamos esa decisión.
Si quieres seguir profundizando en la pedagogía Waldorf y nuestros viajes y vivencias vinculadas con ella, visita la sección de nuestra web: PROYECTO WALDORF.
Tengo un ilusionante sentido de la vida. Estoy convencida de que las personas podemos cambiar el mundo trabajando personal y localmente a través de proyecto colaborativos. Me gusta compartir con mi familia experiencias motivadoras y enriquecedoras. Y difundir algunas de ellas en este blog sobre «nuestro viaje por la vida».
Hola Myriam Fabregat, que padre lo que hacen y emprendieron con tu pareja e hijos y encontrar una alternativa educativa como la waldorf enseñar desde la naturaleza de acuerdo a la edad del niño y un ritmo aprendizaje significativo en sus vidas respetando al educando en su madures de aprendizaje y, en los viajes los niños viven y evidencian lo real de la vida descubriendo un mundo nuevo en cada viaje y desde allí se enseña para la vida.
Y claro ya en un espacio para la enseñanza se puede introducir el aprendizaje de las matemática, lenguaje entre otras materias. Y para la vida inculcarle actividades extra escolares para que descubran su talento y creatividad con oficios que les va ayudar para la vida ya que esta pedagogía orienta así este caminar educativo.
Recibe un cordial saludo de tu servidor Hernán L…
Hola Hernán, realmente la pedagogía Waldorf nos parece muy creativa y respetuosa con el crecimiento de los niños y niñas. El equilibrio en el desarrollo del cuerpo físico, las artes y después el intelecto creo que puede hacer crecer una persona completa y equilibrada. Obviamente el secreto está en el encuentro entre el alumno y su maestro, ese siempre es el secreto y debe darse la magia de la conexión entre ellos.
Un abrazo,
Myriam
Enhorabuena Myriam. un artículo muy completo. yo hace 13 años q estudio distintas ramas de la antroposofia, especialmente pegagogia y medicina y enfermería antroposoficas y me ha encantado leerte, muy ameno y muy fácil de entender tu artículo, a pesar lo complicado que es profundizar en estas materias. Felicidades!
Gracias Frank! Es difícil sintetizar tanta información en un artículo y más sabiendo, como bien tu conoces, que la pedagogía forma parte de todo un saber antroposófico muy complejo e interesante. Pero, a pesar de ello, hemos intentado hacer llegar aquellos aspectos más básicos de la pedagogía y así ayudar y animar a la gente que pueda estar interesada y le paetezca seguir indagando en otras fuentes y con otros recurso más especializados. Al final, lo mejor es leer directamente a Steiner – que no es que sea fácil – y otros rextos actualizados. Pero este tipo de artículos esperamos que ayuden y animen a conocer algunos de los mimbres de la pedagogía Waldorf.
Un abrazo,
Myriam