En la provincia de Castellón, junto al mar, hay una de esas ciudades que todos deberíamos conocer. Peñíscola es una ciudad con encanto que ha sabido sobrevivir a la presión del urbanismo desaforado en nuestra región. Pasar un fin de semana en Peñíscola es uno de esos regalos que merecemos hacernos de vez en cuando y, si no es en verano, mejor que mejor.
Hacía mucho que no íbamos a Peñíscola y la pasada primavera decidimos pasar por allí. Sin prisas, en calma, disfrutar de su pueblo antiguo y de sus playas. De su gastronomía. De su mar. Su mar es tan azul que cautiva y, el contraste con las paredes de piedra blanquecina, aún hace más intensa la sensación.
Peñíscola presume de ser “una ciudad de cine” y es que aquí se han rodado muchas películas. Interesantes historias como El Cid con Sofia Loren y Charlton Heston y series como Juego de Tronos. Puedes descubrir los lugares del rodaje siguiendo la ruta llamada Peñíscola de Cine.
El casco histórico de Peñíscola y su famoso castillo se elevan sobre un tómbolo, es decir, una pequeña península que se introduce dentro del mar y separando así la costa en dos zonas diferentes. Con la llegada del puerto, el efecto de las mareas disminuyó y el brazo de arena que antiguamente quedaba sumergido periódicamente -dejando aislado el castillo- ya no se inunda.
El territorio de Peñíscola ha estado habitado desde hace milenios. Como toda la costa del Mediterráneo, muchas culturas han pasado por aquí dejando testimonio de su pasado: iberos, fenicios, griegos, romanos, árabes y cristianos… Todos ellos construyeron la ciudad que hoy conocemos. Finalmente, a mediados del siglo XX, llegó el boom turístico y la urbanización de las zonas costeras. Sin embargo, es a principios del siglo XXI cuando la ciudad aumenta su población y la duplica a sus actuales 8.000 habitantes.
¿Qué ver en Peñíscola?
Lo más importante y esencial es pasear por sus calles. Disfrutar de sus callejuelas sin mirar mapa alguno. Admirar sus calles encaladas y observar el mar, los geranios y pararse en alguna terraza a admirar el horizonte. Sin querer, ir subiendo hasta el faro y llegar al castillo. Podéis preparar vuestra visita en la web oficial de turismo.
Podéis jugar a buscar la famosa casa de las conchas conocida porque sus muros están totalmente cubiertos de conchas de bivalvos de color blanco.
El Castillo del Papa Luna nos recuerda que este lugar fue escenario del famoso Cisma de Occidente. Aquí llegó, desde Aviñón, Benedicto XIII en 1411 y en recuerdo de su tenaz resistencia se acabó acuñando la frase “mantenerse en sus trece”. Hay que pagar para entrar al Castillo de Peñíscola. En algunos momentos del año se ofrecen visitas guiadas turísticas pero no es lo habitual. Nosotros utilizamos el servicio de audioguía que podéis descargar en vuestro móvil. El enclave de la fortaleza es muy llamativo y la historia de su pasado os encantará.
Si os gusta o váis con niños pequeños os puede interesar la excursión en el Tren Turístico de Peñíscola. Y, si queréis ver el castillo desde otra perspectiva podéis tomar el barco que sale desde el puerto pesquero.
Antes de dejar el casco antiguo podéis visitar el Museo del Mar y descubrir algunos detalles de la historia de Peñíscola y su vinculación con el mar. El mirador que hay frente a la zona de acceso es también espectacular. Podéis deteneros en algunos de los bares con sus terrazas chillout y tomar un refresco o una cerveza artesana de la empresa Badum que produce aquí cervezas de ricas variedades.
Bajando del castillo, hacia el norte, llegaréis al Parque de Artillería que conecta el paseo marítimo con la fortaleza. Se pueden recorrer los jardines y fortificaciones. Es una zona ideal para descansar, almorzar o tomar un picnic.
La Playa Norte, situada al norte del tómbolo con la ciudad amurallada, es una larga y extensa playa de arena. Allí encontraréis muchos alojamientos y restaurantes. En la zona sur está la Platja de Migjorn o playa sur que se sitúa junto al puerto pesquero y que da paso a la costa más abrupta donde hay diversas calas.
Alojarse y comer en Peñíscola
Como ciudad turística Peñíscola ofrece muchas opciones para todos los gustos y, lo mejor, es que es una ciudad con vida todo el año. En cualquier momento del año la ciudad tiene actividades y oferta hotelera y de restauración para atender a sus vecinos y a sus visitantes.
Nosotros nos alojamos con HomeExchange en la vecina ciudad de Benicassim que es la opción que más nos gusta. Para comer optamos por ir al Mandarina Club en la Avenida del Papa Luna frente al mar. Si os apetece daros un regalo en una de las mejores terrazas de Peñíscola, elegid este restaurante de comida fusión mediterránea y japonesa ¿quién da más? Si váis con niños pequeños os aconsejamos llegar antes de las 14 horas para evitar la hora de más clientes y así que os atiendan más rápidamente. Además, la terraza y el restaurante están más tranquilos y os sentiréis más cómodos.
Al sur de Peñíscola, está el Parque Natural de la Sierra de Irta que es una sierra costera con bonitos acantilados rocosos y algunas calas. Muchas de estas calas son accesibles por mar.
Podéis hacer una ruta por la Cala del Moro, los cordones de dunas y vegetación costera, las playas de arena como Playa Pebret y Cala d’Irta y la playa de cantos rodados como Playa Basset. La página web del parque natural Serra d’Irta ofrece información de las rutas y senderos. Una opción es subir a la Torre Badum que está a 6 km al sur de Peñíscola en un acantilado junto a la costa.
Peñíscola es un destino perfecto para disfrutar en familia. Historia, cultura, playas deliciosas y gastronomía para “chuparse los dedos”. ¡No lo dudéis!
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Tengo un ilusionante sentido de la vida. Estoy convencida de que las personas podemos cambiar el mundo trabajando personal y localmente a través de proyecto colaborativos. Me gusta compartir con mi familia experiencias motivadoras y enriquecedoras. Y difundir algunas de ellas en este blog sobre «nuestro viaje por la vida».
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