Cuando los dioses se enfurecieron con Roma, el Vesubio despertó. El volcán había permanecido dormido durante siglos, pero su magnética presencia advertía silenciosamente de los peligros de su furia. Pero los romanos lo desdeñaron con autosuficiencia, como amos y señores de un mundo que se había rendido a los pies de sus legiones y que admiraba con la boca abierta el esplendor de su civilización. Por primera vez en la historia el mundo estaba interconectado, gracias a sus calzadas, y se regía por unas leyes y un sistema administrativo unificado.

Pompeia, sus viñedos, sus huertos… a la sombra del Vesubio

Ferran en el Foro de Pompeia

Su lengua, el latín, se había convertido en lengua universal y sus redes comerciales se extendían a lo largo y ancho del Mare Nostrum y se expandían aún más allá, hasta los confines de Germania y Britania, por el norte, hasta los desiertos de África, por el sur, y hasta los confines orientales en las tierras que conquistó, en su día, Alejandro Magno. Y, en el apogeo de su imperio, se dedicaron a solazarse y a disfrutar de su buena fortuna, recreándose en bellas, coquetas y ordenadas ciudades vacacionales, como Pompeya y Herculano, alejadas del bullicio y el caos de Roma.

Esculturas de Mitoraj en el foro de Pompeia

Las esculturas de Mitoraj dan al foro un carácter aún más solemne y, al fondo, el Vesubio

Allí, sus gentes –en buena medida acaudalados comerciantes, mercaderes, banqueros o políticos- gozaban del ocio y de las comodidades de una vida retirada, en pequeñas pero suntuosas villas, dedicados a las transacciones comerciales, a los negocios, a la agricultura o a la jardinería, desde la autocomplaciente confianza y seguridad que nunca nadie, con anterioridad, había gozado más de los placeres de la vida que ellos. Y la furia del volcán acabó con todo aquello, trágicamente, en un solo día, parando la historia en el año 79 d.C. y fijándola para siempre en aquel preciso instante de magnificencia y elegancia. Cuando los dioses se enfurecieron con Roma, el Vesubio despertó.

En el pequeño teatro de Pompeia

Las paredes de las villas romanas en Pompeia y Herculano estaban bellamente decoradas

No es fácil describir la sensación de familiaridad y extrañeza que produce al visitante de hoy pasear por las calles de Pompeya y Herculano. Por una parte te das cuenta que aquello pertenece a otra época, pero al mismo tiempo reconoces las profundas semejanzas que existen entre el modo de vida de aquellas gentes y el nuestro. Sus calles empedradas, con sus aceras y pasos de peatones, sus alcantarillas y sus canalizaciones para el agua; sus comercios, lugares de comidas y puestos de oficios artesanales; sus plazas, monumentos y jardines; sus teatros y lugares de espectáculos públicos… Todo ello, en un estado casi óptimo de conservación, te permite sumergirte en el ajetreo de sus calles, en el bullicio de sus baños públicos, en la sobria suntuosidad de sus atrios, en la quietud de sus jardines…

Si los Beatles hubiesen visitado Pompeia: se hubiesen hecho esta foto?

Las termas de Pompeia sorprenden por su preciosa decoración

Viendo todo aquello es inevitable que te preguntes ¿cómo ha podido cambiar tan poco el mundo en los últimos dos mil años? Viendo a nuestros hijos entre aquellas ruinas tan bien conservadas nos damos cuenta de que los niños de hoy en día se moverían con absoluta normalidad por las calles de Pompeya o Herculano, si siguieran vivas hoy, como lo estuvieron hace dos mil años. Y ello por la sencilla razón de que nosotros también somos romanos y les debemos lo fundamental de nuestro estilo de vida.

Detalle de los frescos en Pompeia

En un bar de Herculano es fácil imaginar a la gente conversando y tomando un vino

Que el mundo romano sea la raíz del nuestro se ve, incluso físicamente, en el caso de Herculano. La antigua ciudad fue sepultada por un manto de 16 metros de cenizas volcánicas, desapareciendo literalmente de la superficie de la Tierra. Posteriormente, nuevos pobladores levantaron la actual Ercolano sobre aquellas ruinas. Es por ello que, hoy en día, para encontrar las ruinas de la antigua ciudad ha sido necesario excavar un inmenso hoyo en el corazón de la ciudad actual.

Acceso a una villa romana en Pompeia con su característico mosaico: cave canem

Así, el visitante de Herculano debe descender, estrato tras estrato, los dieciséis metros por una rampa a través del túnel de la historia hasta situarse al nivel de la playa que, por aquel entonces, daba acceso a la ciudad, para descubrir en su puerto los esqueletos carbonizados de los aterrorizados pobladores que, el día de la erupción, corrieron a refugiarse hasta los cobertizos donde se guardaban las barcas de pesca, junto al mar. Allí, abrazados y gimiendo de angustia, murieron por asfixia y calor cuando llego la nube ardiente procedente del volcán. Tras la erupción… la línea de costa que estaba en la puerta de la ciudad quedó desplazada a un quilómetro de distancia hacia el oeste.

La antigua ciudad de Herculano quedó completamnte enterrada bajo 16 metros de cenizas y lodos y hoy sólo una parte ha sido excavada, el resto continua bajo la ciudad actual

En uno de sus escritos, Plinio el Joven relata cómo murió su tío, responsable de la flota romana en la zona, al acudir allí para ayudar a las víctimas de la catástrofe. Su descripción de los sucesos nos resulta, a la vez, trágica y terriblemente familiar, ya que nos traslada a muchas otras tragedias de las que hemos tenido noticia, en la actualidad, a través de la televisión o la prensa. En su testimonio reconocemos la misma angustia de las víctimas, la misma vulnerabilidad del ser humano, en el plano físico y psicológico.

Los restos de los muertos en el puerto de Herculano sobrecogen al visitante

No es extraño, pues, que Pompeya o Herculano ejerzan (y hayan ejercido) una seducción intensa sobre sus visitantes. Tanto la vida acomodada y placentera que se percibe en ellas, como la trágica muerte y destrucción que selló su destino conectan naturalmente con la sensibilidad empática de las personas de la actualidad, obviando completamente el lapsus histórico que media entre aquellas gentes de la Antigüedad y los turistas ociosos del siglo XXI.

El 24 de agosto, alrededor de la una de la tarde, mi madre le llamó la atención a PLinio el Viejo sobre una nube que tenía un tamaño y una forma muy inusuales. Acababa de tomar el sol y, tras haberse bañado en agua fría y haber tomado una comida ligera, se había retirado a su estudio a leer. Ante la noticia, se levantó inmediatamente y salió fuera; al ver la nube, se dirigió a un montículo desde donde podría tener una mejor visión de este fenómeno tan poco común. (Plinio el Joven, Carta 16)

Los colores de las paredes lucidas se conservan perfectamente en Herculano

CONSEJOS PRÁCTICOS PARA LA VISITA:

ENTRADAS: si puedes disponer de 3 días para visitar estos lugares sería un opción perfecta porque realmente vale la pena dedicar un día a subir al Vesubio y visitar Herculano, otro día completo para Pompeia y, por último, un día para visitar las bellas villas romanas de Oplontis, Stabia i Boscoreale. Las excavaciones abren a las 8:30 h y se puede entrar hasta las 18 h (de abril a octubre) y hasta las 15:30 h el resto del año.

COMIDA Y BEBIDA: en las ruínas, hay fuentes en las calles -las mismas que usaban los romanos que han sido restauradas- por lo que podéis tener agua sin problemas. Hay sólo un bar-cafetería-restaurante en Pompeia y puede que en temporada baja esté cerrado. A la hora de la comida está abarrotado y, aunque hay previsto abrir pronto una zona de pequeños puestos de comida, hay tanta gente que bien vale la pena ir preparado. En la visita a Pompeia interesa llevar un buen picnic y tentempiés, porque el día se os pasará volando sin daros ni cuenta y necesitaréis recuperar fuerzas para seguir recorriendo la antigua ciudad.

En una panadería de Pompeia: molino y horno

SOL Y PROTECCIÓN: si podéis elegir, evitad la visita a esta zona de Italia en julio y agosto. Todo el año son muchos los turistas que acuden pero, en verano, puede ser excesivo. Además el calor aprieta mucho así que id bien protegidos con gorra y usad crema solar. Sin duda, nos parece que primavera es el mejor momento del año para visitar la región de Campania, Nápoles y sus alrededores.

Casa del Fauno de Pompeya donde se encuentra el famoso mosaico de la Batalla de Issos

CÓMO LLEGAR: es cómodo y sencillo llegar si vas con tu propio coche -atendiendo al caótico tráfico de la región, claro- pero, en transporte público, también es fácil llegar desde la Estación Central de Nápoles con la línea de tren que hace parada en Pompei-Scavi (línea circumvesuviana Nápoles-Sorrento) a pocos minutos de la Puerta Marina (una de las zonas de acceso). El recorrido tarda unos 35 minutos y, con la misma línea de tren, se accede en 20 minutos a Herculano.

Pompeia y Herculano se sitúan en las laderas del volcán Vesubio

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