Aprovechando las vacaciones de Navidad y el buen tiempo de este invierno, nos hemos venido a recorrer durante unos días la provincia de Cáceres. Tras atravesar la península en nuestro coche llegamos a Extremadura. Aunque no hubiera indicativos autónómicos sabríamos que hemos llegado porque la frontera regional recorre, sin duda, el cambio entre las planicies manchegas y los montes graníticos y cuarcíticos de esta autonomía. Es Extremadura un territorio de dehesas, de majestuosas encinas y alcornoques, de prados bellísimos donde pasta el ganado. Pero, además, la provincia de Cáceres está llena de lugares en los que asombrarse con los vestigios prehistóricos y pinturas rupestres, con la arquitectura romana y con los conjuntos medievales, religiosos y renacentistas de sus pueblos y ciudades.


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La Plaza Mayor en una mañana lluviosa (Cáceres, 2015)


Es Cáceres una ciudad apretujada. Como ocurre en la parte vieja, las calles más modernas se retuercen más allá de las murallas. El intenso tráfico, los coches aparcados aprovechando el mínimo espacio, el entramado de edificios modernos y algunos jardines, transmiten una sensación algo asfixiante. Sin embargo, cuando uno se decide a pasear por sus calles peatonales y alcanza a la Plaza Mayor, el cuerpo se relaja, los pulmones inspiran el aire fresco y húmedo del invierno extremeño y los ojos se abren fascinados ante la visión de las numerosas torres y murallas que aparecen junto a la Puerta Nueva o Arco de la Estrella.


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La historia se muestra en cada esquina. Si las paredes hablasen… (Cáceres, 2015)

Uno duda si sentarse inmediatamente en una de las terrazas a tomarse una caña o continuar callejeando por la ciudad monumental. Llegamos al atardecer y sucumbimos ante la primera opción. Ya era de noche, la decoración navideña invitaba a observar las luces que iluminaban los edificios antiguos, nos sentamos allí y dejamos pasar el tiempo antes de retirarnos al hotel. Las terrazas estaban llenas en este domingo navideño, todo el mundo animado charlaba y soportaba el frío como si estuviéramos en plena primavera.


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Centro de información en la Plaza de Santa María (Cáceres, 2015)

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La ciudad monumental de Cáceres

Por la mañana nos hemos puesto en marcha temprano, auqnue reposados porque aquí amanece una hora más tarde que en Alicante. En esta fechas del año son muchos los Belenes Monumentales que pueden visitarse en la ciudad. Fascinados observamos las figuritas que recrean diversos motivos relacionados con el nacimiento de Jesús de Nazaret. Nuestros hijos nos preguntan y Pau les responde atendiendo a su curiosidad: qué hacen los pastores? por qué esos soldados cogen a esos niños pequeños? por qué los Reyes Magos traían oro, incienso y mirra?


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Detalle de uno de los Belenes que hemos visitado en la ciudad (Cáceres, 2015)
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Iglesia de San Francisco Javier (Cáceres, 2015)

La Concatedral de Santa María es punto de encuentro para turistas y creyentes. Subir a la torre cuesta 1 euro (adultos) y bien vale la pena pues las vistas de la ciudad son maravillosas. La escalera de caracol es preciosa y, las campanas, espectaculares. Junto a la concatedral está el centro de información turística, un buen lugar para hacer consultas sobre la visita a la ciudad y otros lugares de la provincia.


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Plaza de Santa María (Cáceres, 2015)

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Escaleras de ascenso a la torre de la concatedral (Cáceres, 2015)

Hemos hecho la visita como si de un juego de pistas se tratase atendiendo a los nombres de las calles, las torres o las casas solariegas: Torre del Horno, Torre del Aire, Arco de la Estrella, Casa del Sol, Torre de las Cigüeñas, Casa de las Veletas, Casa del Águila o la Casa del Mono. Descubrir los detalles de los escudos heráldicos es ocasión para intentar adivinar los motivos que llevaron a estas familias a diseñarlos así.


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Escudos heráldicos en las casas de la ciudad (Cáceres, 2015)
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Detalle de la Calle del Mono (Cáceres, 2015)

Y, finalmente, si la lluvia lo permite, daremos un paseo por los Jardines del Príncipe o el Paseo de Cánovas antes de no poder evitar caer de nuevo en la tentación de entrar en cualquier bar a pedir una bebida y tomarnos unas tapas: migas extremeñas, embutidos ibéricos, un buen caldo, croquetas de torta del Casar, zorongollo… Y, para terminar con un buen dulce: pestiños, torrijas o unos huevecillos de pan. Así terminamos, bien satisfechos, nuestra visita a esta ciudad monumental.


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Un lugar inmejorable para tomar algo y tapear… aunque llueva… (Cáceres, 2015)

DATOS PRÁCTICOS:
Alojamiento: Hotel Don Carlos (70€/noche una habitación cuádruple con desayuno incluído)
Aparcar el coche: muy complicado en la zona centro, nosotros optamos por un parking asociado al hotel (10€/noche).
Comer: menús de 12€ son habituales en todos los bares y restaurantes cercanos a la plaza Mayor. Platos abundantes y con fundamento. La mejor opción, sin embargo, es tapear: pedir una caña, disfrutar de la tapa y pedir después alguna ración. Ir cambiando de sitio y estirar el tiempo tanto como los niños nos lo permitan. ¡Salud y buen provecho!


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Acceso a la ciudad monumental a través del Arco de la Estrella

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