Paradójicamente, aunque la pedagogía creada por Rudolf Steiner nació, en parte, como reacción a la sociedad industrializada de principios del siglo XX, la realidad es que la primera escuela Waldorf surgió en una comunidad industrial con el patrocinio de un empresario filántropo de la industria tabaquera que se preocupó por la educación de los hijos e hijas de sus trabajadores y trabajadoras. Así pues, aún siendo un reformador intempestivo, visionario e idealista, es necesario reconocer que Rudolf Steiner fue un hombre con los pies puestos en la realidad de la sociedad en la que vivía, viéndose obligado, por ello, a atenerse a las circunstancias que le envolvían.

Imagen de la primera escuela Waldorf fundada en Alemania

La actual situación de pandemia mundial por el COVID-19 me ha recordado especialmente este sentido práctico y realista del fundador de la Pedagogía Waldorf.

Con las escuelas “cerradas” por precaución sanitaria, y encerrados en casa con los hijos, madres y padres nos enfrentamos, abrumados, a tarea de “escolarizar a los hijos en casa”. 

Afortunadamente, frente a otros modelos educativos que se limitan a impartir enseñanzas, la Pedagogía Waldorf ofrece una educación integral del ser humano -y para ser humanos- que trasciende el ámbito meramente escolar e impregna la vivencia en el hogar de las familias que participan de ella. Por eso esta pedagogía ofrece pautas e indicaciones sencillas y muy prácticas para el día a día, algunas de ellas muy oportunas ante circunstancias como las actuales. Podéis leer este artículo de De mi casa al mundo.

El trabajo con nuestras manos y la creación de elementos forma parte de esta pedagogía

También existen infinidad de iniciativas sociales orientadas al desarrollo de la actividad educativa en el hogar con una orientación Waldorf, especialmente en países como Estados Unidos, donde el homeschooling es una práctica habitual (live-education.com). Con unos materiales apropiados y un tutor accesible no resulta demasiado difícil aventurarse, como familia, en una experiencia educativa Waldorf en el propio hogar, incluso ante cursos avanzados, siempre y cuando la situación laboral de los padres permita este acompañamiento y los hijos sean lo suficientemente autónomos a la hora de aprender respecto al grado de maduración propio de su edad.

Trabajando en casa estos días

Por supuesto, uno no se convierte en maestro Waldorf de la noche a la mañana. Es algo que requiere formación y un continuo trabajo anímico y espiritual. Tampoco la experiencia de aprendizaje para los hijos en este contexto doméstico, por mucho empeño que uno ponga, puede compararse a lo que puede ofrecer una escuela Waldorf en la que los niños se enriquecen y desarrollan a través de la experiencia social de convivir con iguales, al amparo de un Claustro de maestros Waldorf.

Desarrollando actividades en las diversas áreas

Sin embargo, tener esta experiencia en algún momento, o por un tiempo, puede ser estimulante y enriquecedor para la familia. Es esto lo que me parece interesante en este contexto de emergencia sanitaria, especialmente para aquellas familias que enviamos a nuestros hijos a una escuela Waldorf y que, ahora, por circunstancias, los tenemos en casa, con la obligación de asistirlos en las tareas educativas que se plantean desde la escuela.

Hace justo 3 meses regresábamos a nuestra casa tras 90 días viajando y disfrutando del worldschooling. Aquí dejamos nuestras reflexiones de esta experiencia: Rumiando en familia. A veces las cirscunstancias nos obligan a cambio bruscos o inesperados que siempre se convierten en enseñanzas.

Aprendiendo las tablas de multiplicar

Ahora estamos en casa. Sin agobios, ni demasiadas pretensiones, se trata de propiciar un ambiente tranquilo y agradable en casa, con la debida atención, para que nuestros hijos pasen a gusto con nosotros este tiempo de confinamiento forzoso. Se trata, también, de acompañarles modestamente en sus tareas escolares -aprendiendo de ellos, quizás-, mediante el oportuno asesoramiento por parte de sus maestros.

Utiliando diversos recursos para conectar con mi alumnado

Por mi trabajo como profesor en la educación secundaria, en estos días me veo obligado a compaginar esta doble función educadora: con mis hijos, en casa, y con mis alumnos de bachillerato, a través de las redes. Otros papás y mamás tal vez habrán dejado un poco de lado su trabajo, por unos días, para estar con los hijos. Quizás porque no había forma alguna de desarrollar su actividad laboral en estas circunstancias, con el menoscabo que ello supone para la economía familiar. Otros seguirán asistiendo a su trabajo y lo tendrán difícil para atender personalmente a sus hijos. En estos casos deberán confiar en personas de su entorno, familiares o amigos, o en alguien a quien contratarán expresamente para cuidar de sus hijos. En cualquier caso, la situación no es fácil -de hecho, es mucho más difícil en unos casos que en otros, por supuesto.

Y, mientras, las escuelas cerradas, o abiertas solo virtualmente. No es un momento fácil para nadie. Tampoco lo es para las escuelas Waldorf, especialmente para aquellas cuya sostenibilidad es precaria.

Escribiendo el diario de esta «cuarentena»

Salvando las notables diferencias, evidentemente, esta situación de ahora me recuerda un poco al cierre de las escuelas Waldorf en Alemania, durante el nazismo. Imagino que, en aquellas circunstancias, las familias que formaban parte de aquellas comunidades educativas hicieron lo posible por seguir educando a sus hijos de acuerdo con la visión del ser humano que subyace a esta pedagogía y que, en la medida de sus posibilidades, ayudarían a poner en marcha, de nuevo, dichas escuelas, tras el nazismo. Los maestros Waldorf, entonces y desde los inicios de la pedagogía, han vivido de continuo con la incertidumbre que se cierne a menudo sobre estas escuelas.

Estos días, la sombra de la incertidumbre vuelve a rondar las escuelas Waldorf.

Más allá de nuestras creencias, nos gusta recordar por qué celebramos hoy el día del padre

Hoy, en el Día del Padre, la figura de José y su momento más crítico me dan luz en medio de las tinieblas. Cuando Herodes iba a dictar una orden para matar a su hijo, un ángel advirtió a José que tomara al niño y a su madre y los llevara a Egipto, para protegerlos. José, pues, los tomó y se fue a Egipto. Tomemos, pues, a nuestros hijos y hagamos por resguardarlos en el refugio del hogar, lejos del mundo, bajo el amparo del ángel que guarda por su crecimiento sano y su pleno desarrollo como personas.

Algunos recursos que nos gusta utilizar:

Nosotros nos quedamos en casa: «tot anirà bé»

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