Nadie, quizás, ha sido jamás capaz de inspirar y espolear, en tan alta medida, el espíritu soñador y aventurero propio de la infancia como el genio literario de Julio Verne. Si estás leyendo este artículo y eres un viajero apasionado, probablemente tu personalidad se forjó a la sombra de las lecturas de Verne.

Jardín junto a la casa de Verne en Nantes

Pese a los medios ingentes de los que dispone la vigente cultura audiovisual, nada como el ejercicio pausado y reservado de lectura de las aventuras imaginadas por la mente creativa de Verne ha dejado en el alma de la niñez una huella tan profunda, una melancolía tan aguda.

Es difícil fijar la fórmula de su éxito. Quizás fuera su espíritu visionario, tal vez su rigor y su erudición descriptiva. De hecho, sus novelas semejaban exhaustivas crónicas periodísticas que diesen noticia de hechos extraordinarios ocurridos verdaderamente. Puede que sea esta increíble verosimilitud, a fin de cuentas, lo que le otorgó el aprecio y la fidelidad de numerosas generaciones de lectores.

Zona de acceso a la casa de Julio Vernes en Amiens

Leer a Verne suponía un ejercicio de fe inquebrantable en el espíritu aventurero y prometeico del hombre. Este optimismo cientificotécnico era la asunción fundamental y tácita que unía al escritor con sus lectores. Una especie de adhesión irredenta al credo progresista establecido por Charles Fourier.

Reflexionando sobre la obra de Julio Verne en Nantes y Amiens

Visitar las mansiones en las que vivió Verne en Nantes y Amiens nos ayudó a comprender la personalidad íntima de este influyente autor, así como las claves de su éxito literario mediante una innovadora y sugerente estrategia comercial, por parte de su socio editorial, Pierre-Jules Hetzel. Al fin y al cabo, Verne fue un escritor de éxito tardío. Un hombre que sublimó sus sueños frustrados de la infancia a través de la ficción. En términos freudianos, su obra quizás pueda interpretarse como una especie de regresión, como un signo de inmadurez, como la expresión de una secreta insatisfacción infantil.

Mapa de mundo en el museo de Amiens

Porque la imaginación del niño es, a menudo, la raíz de las frustraciones e insatisfacciones del adulto. Asimismo, las personalidades intrépidas, emprendedoras y brillantes suelen tener, en su origen, una niñez soñadora e insatisfechaPese a su éxito, pervive la incógnita de si la vida acomodada y satisfecha del Verne triunfante, como literato de prestigio universal, compensó las frustraciones del niño que soñó las aventuras que alimentaban su genio creativo. Es algo dudoso, en gran medida.

El niño que imagina intrépidas aventuras proyecta en sus fantasías un ansia de ruptura e independencia respecto del círculo cálido, confortable y afectuoso del hogar materno. De ahí la atracción que experimenta por los parajes remotos y agrestes. De ahí, también, que se imagine a sí mismo como un varón arquetípico, carente de afectos y fiel, sobre todo, a sí mismo, como Nemo, el solitario comandante del Nautilus, un hombre de principios firmes e inquebrantables, adornado por una romántica filantropía paradójicamente misantrópica.

 

Es normal que la mujer sea una figura inexistente en el universo creativo de Verne. Su rechazo a la feminidad no fue, en él, un rasgo inconsciente, ni mucho menos. Durante años perteneció al muy exclusivo club de “Los Once Sin Mujer”, una sociedad de ilustres misóginos que se reunía en el parisino Café de la Regence.

Salón-comedor de la casa de la familia Verne en Amiens

Este club sostenía abiertamente la exclusión y la subordinación social de la mujer. A parte de Verne, el club lo integraban personalidades notables como Théophile Gautier, Charles Monselet y Gustave Flaubert. Defendían y practicaban la exclusión de las mujeres de los círculos literarios, científicos e intelectuales de su tiempo. Formalmente, Verne dejó el club cuando se casó. Pero su visión patriarcal sobre la mujer nunca cambió de forma significativa, acompañando y permeando, como un prejuicio latente, el conjunto de su obra. 

Chimenea de la casa de Amiens

Que un prejuicio lastre el legado creativo de un artista no implica, necesariamente, que su obra deba ser cancelada. En la medida que la sensibilidad moral del público evolucione, dicha obra perderá relevancia y capacidad de influencia. Quizás sea necesario llevar a cabo estudios críticos que expliciten los valores implícitos en el legado creativo de determinados autores para advertir sobre la influencia que ejerce -y ha ejercido- a través de los sesgos que articulan formalmente la obra. Esto es muy necesario en el caso de la obra de Verne, debido a la extraordinaria influencia que ha ejercido en el imaginario colectivo.

 

Aunque los nuevos lectores que se acercan a Verne en el siglo XXI parecen tener una sensibilidad diferente, aún pervive el prejuicio que asocia el progreso científico y tecnológico con roles de liderazgo eminentemente masculinos, como se pone de manifiesto en las emergentes figuras de los magnates del desarrollo digital, las telecomunicaciones, la inteligencia artificial y la nueva era aeroespacial. La mayoría de ellos adoptan un discurso filantrópico ambiguo que recuerda vagamente a la obsesiva y megalomaníaca egolatría que cultivaba Nemo, el oscuro y altivo caballero encerrado en su autosuficiente nave submarina en las profundidades abisales de los recónditos océanos.

Escritorio de Julio Verne en Amiens

Quizás sea necesario desconfiar de los profetas que prometen la salvación a través de una ciencia y una tecnología de la que se sirven para mantenerse al margen de la humanidad, como privilegiados, mientras el resto del mundo precisa de vínculos y compromisos fundamentales que les permitan acceder a los medios y recursos esenciales para cubrir algunas de sus necesidades más básicas.

 

Porque el genio moderno y prometeico de la modernidad, del que Verne fue un ilustre pregonero, quizás sea, en realidad, y hasta cierto punto, un genio maligno, sin dejar de ser, al mismo tiempo, un espíritu benefactor. Visitar las mansiones de Verne en Nantes y Amiens es una oportunidad magnífica para reflexionar sobre las profundas contradicciones de nuestro tiempo.

Tumba de Julio Verne en el cementerio de Amiens

Descubrimos las casas de Julio Verne en Nantes y Amiens

En la ciudad de Nantes, al sur de la Bretaña francesa, en la Rue de l’Hermitage, encontraréis el Museo de Julio Verne, inaugurado en 1978 cuando se celebró el 150 aniversario de su nacimiento. Está situado en una casa del siglo XIX cercana a una antigua casa propiedad de su familia. La casa donde nació Julio Verne ya no existe. En el museo podréis ver algunos de sus objetos personales, manuscritos, ilustraciones y carteles. Una de las cosas que más nos gustó es descubrir los múltiples viajes que hizo Julio Verne a lo largo de su vida que, sin duda, le inspiraron a la hora de escribir sus novelas. El museo no es demasiado grande y tiene un diseño moderno y agradable. Podéis conocer más detalles en la página web del museo.  

Homenaje a Julio Verne de niño en Nantes

En la ciudad de Amiens, al norte de la región de Normandia, en la Rue Charles Dubois, encontrareis la casa museo en la que Julio Verne vivió la mayor parte de su vida. En la página web del municipio de Amiens tenéis más información sobre este museo. Esta casa es una preciosa masión que, aunque ha sido reformada para incluir el museo, conserva la esencia de la que fue la vivienda en la que Julio Verne escribió sus novelas. En este museo podréis conocer algunos detalles de su vida privada y podréis ver la habitación en la que tenía su escritorio y el camastro donde descansaba en sus periodos más creativos.

El elefante paseando por la Islas de las Máquinas de Nantes

Si tenéis la oportunidad de visitar estas ciudades, aprovechad para asombrarnos con dos experiencias tan distintas como deslumbrantes: la Isla de las Máquinas de Nantes y la catedral de Amiens. Ambos lugares son imprescindibles y admirables. La Isla de las Máquinas es un proyecto deslumbrante que ha devuelto a la ciudadanía la isla donde se ubicaban los antiguos astilleros de Nantes. Y, la catedral de Amiens, es la catedral gótica más grande de Francia y, por su volumen, se considera la más grande del mundo. Su inmensa nave y el diseño de sus vidrieras os dejarán boquiabiertos. No dejéis de visitarla.

 

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