Uno de los parajes que más nos ha sorprendido de nuestro último viaje por Francia ha sido la zona situada al norte de Burdeos, en la orilla derecha del inmenso estuario que forma el río Garona en su desembocadura. Vistas inalcanzables del estuario, fortalezas reales, pequeñas ciudades costeras de alto atractivo turístico, pueblos pequeñitos donde se respira la calma de una vida rural que mantiene una doble vertiente agrícola y marinera, a la vez, etc. Puedes ver un poco más en este video que hemos preparado y también continuar leyendo….

Esperando que suba la marea en Talmont
Casitas de pescadores en Palmyre
La primera noche acampamos en la ciudad de Mortagne, en un camping situado encima del acantilado de la antigua línea de la costa. La industria del hombre, con el paso de las décadas, fue abriendo una extensa llanura, para campos de cultivo y pastos, que hoy se puede contemplar desde aquella inusual atalaya. A los pies del camping se encuentra el singular puerto de la ciudad, al que se accede desde el océano mediante un largo canal que se llena con la pleamar y que queda casi seco cuando baja la marea. Para evitar que se quedan sin calado los barcos fondeados en el puerto, a la entrada de este hay una exclusa enorme que retiene el agua en el muelle hasta la próxima subida de la marea.
Vistas del puerto de Montagne
Far de Le Coubre alcanza los 50 metros de altura
Al día siguiente hicimos una parada en Talmont, una pintoresca aldea colgada sobre el mar que atrae a multitudes de turistas. El casco urbano está formado apenas por dos calles, pero la muralla que rodea el pueblo y la preciosa pequeña iglesia situada al lado del mar le dan un encanto especial. También, están las fotogénicas casetas de los pescadores, ubicadas sobre la costa, muy elevadas sobre el agua, y desde las que se pesca, siguiendo una costumbre ancestral, con unas redes que se descuelgan sobre el mar, cuando la marea está alta . Por último, está el canal que sirve de puerto, parecido al de Mortagne, pero aún más estrecho y sin exclusa, de modo que cuando la marea está baja, más que un puerto da la impresión de ser una alargada astillero, con una cola de embarcaciones a la espera de que el carpintero las deje de nuevo listas para navegar.
Nuestro paso por Royan fue fugaz, pero no por eso nos impresionó poco la ciudad, con su frenética actividad turística en plena temporada veraniega, así como su inusual y majestuosa iglesia. Infinidad de chalets, urbanizaciones, hoteles, restaurantes, bungalows, apartamentos, etc. Todos con preciosos jardines y con una playa de ensueño, presidida por un conjunto de casetas de pescadores conservadas como monumento conmemorativo de la actividad tradicional en la zona.
Faro de Baleines, Ile de Ré
Con el corazón partido, por no quedarnos allí mismo, continuamos nuestro camino siguiendo la costa hacia el norte, entrando en el municipio de La Tremblade, donde hicimos una parada en la espectacular faro de Le Coubre. Una larguísima escalera de caracol nos permitió subir a la cima y contemplar el espectáculo de una de las playas más bonitas de toda Francia, separada del extenso pinar que se extiende detrás por una fabulosa duna de arena que se extiende a lo largo de kilómetros de costa. Nuestra siguiente parada, después de visitar el interesante museo del faro, fue la playa, como es natural, a pesar de estar ocupada por cientos de familias francesas que habían decidido, como nosotros, pasar el día en aquella maravillosa playa paradisíaca.
Al día siguiente, después de dormir en el camping municipal de ESNANDES, hicimos una incursión en la Ile de Re. Después de cruzar el impresionante puente que da acceso siguiendo la carretera que cruza la isla hasta llegar al extremo más occidental, el Faro des Baleines. En esta ocasión, en lugar de subir al faro, preferimos dar un paseo por el antiguo criador de moluscos que se extiende detrás mismo del faro y que, con la marea baja se convierte en un vivero interesantísimo de visitar con los niños para que descubran, de primera mano, algunos de los secretos de la vida marina.
De esta manera, pusimos fin a esta etapa de nuestro viaje por Francia, con unas sensaciones muy buenas y con el deseo de volver algún día para disfrutar de los encantos de esta zona con más tiempo y con mayor calma. Todo el viaje estuvo especiado con bucólicas imágenes de viñedos y girasoles, de bodegas de vino pineau y de tiendas donde se ofrecen ostras y mejillones. Las visiones del mar y del cielo, los campos verdes y otros ya segados junto al río Garona … todos estos recuerdos vienen a nuestra mente y llenan el nuestro cuerpo de maravillosas sensaciones veraniegas junto al Atlántico.
Tengo un ilusionante sentido de la vida. Estoy convencida de que las personas podemos cambiar el mundo trabajando personal y localmente a través de proyecto colaborativos. Me gusta compartir con mi familia experiencias motivadoras y enriquecedoras. Y difundir algunas de ellas en este blog sobre «nuestro viaje por la vida».
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