Cualquier excusa puede ser buena para viajar y, esta vez, ha sido colaborar con un programa de intercambio de mi instituto. He acompañado a las profesoras responsables del programa a Estocolmo y a los 63 alumnos de 4º de E.S.O. que viajaban para pasar una semana en casa de otras tantas familias suecas. El intercambio está planeado con diversas actividades para que nuestros alumnos conozcan la ciudad y la vida en este país. No fue fácil decidirme a dejar a mi familia durante una semana en casa pero el esfuerzo bien ha valido la pena.
Aterrizamos esperando encontrar un país helado pero no ha sido así. Estamos a mediados de marzo pero la nieve ha casi desaparecido aunque los lagos siguen congelados. Hace frío y las mañanas son soleadas. La ciudad se muestra serena ante nosotros. Es una urbe bien organizada, agradable, con infinidad de cafeterías, cervecerías y restaurantes en los que cobijarse y recuperarse tras los paseos en el frío.
No hay mejor manera de conocer una ciudad que caminar y observar a las personas que en ella viven yendo y viniendo en sus quehaceres diarios. Estocolmo posee una rica historia que se entrelaza en la actualidad con el nacimiento de nuevas tendencias, tecnología y diseño mundialmente reconocidos. La capital de este país tiene tantos lugares de interés que es difícil hacer una selección. Tras una semana disfrutando de ella junto a mis compañeras, puedo recomendaros aquello que me ha gustado especialmente para conocer la cotidianeidad de Estocolmo.
1. BARRIO ANTIGUO o GAMLA STAN
Sin duda hay que empezar el recorrido por la ciudad visitando el barrio antiguo que está situado en una pequeña isla. Es fácil acceder cruzando alguno de los diversos puentes que cruzan el brazo de mar que se ramifica convirtiendo la urbe en un mosaico de barrios, amplios canales y algunos lagos. El agua siempre está presente y el paso de las estaciones marca drásticamente la imagen de la ciudad, de modo que el visitante, a no ser que pueda visitar Estocolmo en diferentes momentos del año, siempre se llevará consigo sólo una imagen parcial. Nosotros la hemos visitado al final del invierno cuando la incipiente primavera anuncia su llegada y los bulbos comienzan a brotar pero todavía no despuntan ni llenan los jardines y terrazas de color.
Gamla Stan es un barrio precioso, elegante y tranquilo a pesar de que en algunas horas del día los turistas invaden sus estrechas callejuelas en busca de fotos y recuerdos que pueden adquirir en las innumerables tiendas. Sin duda la Plaza Stortorget es el mejor punto de encuentro. Allí se encuentra el Museo Nobel y algunas cafeterías como Kaffe koppen en la que hay que saborear los enormes cafes con leche y chai-latte aromatizados con canela que sirven en esta ciudad y que resucitan al turista «más helado».
Hay que visitar la catedral de San Nicolás -en la que se celebran conciertos gratuitos con frecuencia- en la que destaca la escultura de San Jorge y el dragón. También se puede visitar el Palacio Real y recorrer las calles Stora Nygatan y Västerlånggatan. Es divertido hacerse una foto en Marten Trotzigs Gränd o calle de los 90 cm. Para terminar la jornada, nada mejor que una buena cena en un restaurante especial: se puede elegir acudir a la calle Lilla Nygatan. Si lo que prefieres es una buena cerveza y una cena más informal, no dudes en detenerte en el Bishops Arms (Vasagatan n°7 junto a la parada del metro de Gamla Stan) un lugar en el que se reúnen cada viernes nuestros colegas suecos y otros muchos profesionales de la ciudad. Si ellos lo eligen, por algo será.
2. AYUNTAMIENTO o STADSHUSET
El edificio del Ayuntamiento bien merece una visita. Se ubica en la isla Kungsholmen y permite disfrutar de las vistas de la zona más antigua de la ciudad desde el amplio mirador que se abre al lago Mälaren. La torre de 106 metros hace que el edificio sea reconocible desde cualquier lugar. Mide un metro más que la torre del ayuntamiento de Copenhagen con el fin de demostrar su supuesta superioridad respecto al país rival.
Las visitas al Ayuntamiento se inician junto a la tienda de souvenirs. En su salón azul se celebra la cena de gala de la entrega anual de los premios Nobel. Un enorme salón de 1.000 m2 que no tiene nada pintado de azul pero que recibe este nombre porque el arquitecto que lo diseñó pensaba haber pintado su techo simulando un hermoso cielo de ese color.
Al Salón Azul se accede por una impresionante escalera de granito desde el salón dorado. Las paredes de este salón o Gyllene Salen están cubiertas por un mosaico de más de 18 millones de piececitas cubiertas de pan de oro que representa el encuentro de oriente y occidente. A su creador, Einar Forseth, le supuso dos años de intensos trabajos que fueron financiados por un mecenas que deseó permanecer en el anonimato.
3. PASEAR POR LOS BARRIOS MAS MODERNOS DE LA CIUDAD
Recorriendo el Barrio Östermalm llegamos a la zona más elegante de la ciudad donde se concentran las tiendas de moda más caras y reconocidas a nivel mundial. Allí cerca está la plaza Kungsträdbarden o Jardines del Rey en los que es posible patinar en invierno. También podemos pasar junto al edificio del Banco de Crédito Sueco, famoso porque en el año 1973 tuvo lugar el secuestro que daría lugar nombre al «Síndrome de Estocolmo». Este síndrome está asociado a las situaciones violentas en las que las víctimas acaban por sentir afinidad por sus captores e incluso les defienden y protegen.
La Calle de la Reina o Drottninggatan es también un buen lugar para encontrarse con los habitantes de esta ciudad y entremezclarse con otros turistas que buscan comprar algún recuerdo. Hay muchísimas tiendas, buenos restaurantes, cervecerías y cafeterías en los que descansar y saborear la excelente comida de este país.
También destaca la casa de la cultura o Kulturhuset en la plaza Sergel’s reconocible por la extraña torre o monumento que se eleva en ella. El metro es el mejor sistema para desplazarse por Estocolmo. Sus amplias estaciones, facilitan el acceso a las personas con movilidad limitada y a los carritos de bebé, y así permiten llegar a todo el mundo a casi cualquier lugar de la ciudad. En esta plaza está el principal nudo de comunicaciones que es la estación T-centralem. Rodeada por diversos centros comerciales es un buen lugar para ir de compras.
Recuerdo especialmente el paseo por la calle Sveavägen donde localizamos el lugar en el que fue asesinado en 1986 el Primer Ministro Olof Palme. Pacifista y universalista, se opuso a la guerra de Vietnam, a la política del apartheid y al uso de las armas nucleares. Defendió diversas causas como el derecho a la autodeterminación del pueblo palestino y se comprometió con la ayuda seria a los países del Tercer Mundo. Quizá todo esto le llevó a ser asesinado cuando paseaba junto a su mujer sin escolta por el centro de su ciudad. Su asesinato no ha sido resuelto…
Seguimos conociendo otros barrios, como Södermalms. Fue en su momento el lugar en el que vivían los trabajadores y familias obreras de la urbe. Situado junto a la zona portuaria y ferroviaria, aquí se reunían aquellos que disponían de menos recursos y sufrían las peores condiciones de vida. Sin embargo, desde finales del siglo XX empezaron a mudarse aquí escritores, artistas y otras personas que buscaban un entorno más relajado en el que vivir. Así se fue transformando. Se restauraron edificios y abrieron sus puertas tiendas de todo tipo. En la actualidad, vivir en esta zona es casi tan costoso como en el centro de Estocolmo pero es cierto que el ambiente que se respira es más informal que en el Östermalm.
En Södermalms, en la Plaza Slussen, está el ascensor Katarina. Se puede llegar hasta arriba caminando o pagando unas cuantas coronas. Las vistas de la ciudad deben ser fantásticas. Nosotras decidimos dejar esta tarea pendiente, por si se tercia otra oportunidad para visitar la ciudad.
4. UN PASEO EN BARCO ES IMPRESCINDIBLE
Observar la ciudad desde el mar es una maravilla. Hay varias alternativas para hacerlo. La más cómoda y cara es tomar un barco de la compañía Stockholm Sightseeing por 250 SEK (unos 25 euros) y recorrer por algo más de una hora la ciudad mientras un guía te va explicando los detalles de los edificios más emblemáticos.
Hay otra opción que es utilizar el «bonobus» o comprar un billete sencillo en alguna de las paradas de los barcos eléctricos que comunican diversos puntos de la ciudad. Aunque los recorridos son más breves que en el primero, el coste es mucho más económico y permite acceder a algunos puntos de interés de la ciudad como la isla Djurgarden en la que se encuentran algunos de los museos más interesantes de la ciudad como el Vasa, el Nordiska, el museo de Abba o el Junibacken, entre otros.
Recorrer a pie los paseos marítimos junto a Strandvägen es realmente un placer. Observar los bellísimos edificios, los veleros atracados o que vienen y van, disfrutar de una fresca mañana en alguna de las coquetas terrazas y fotografiarse en alguno de los 57 puentes de la ciudad. Cualquier esquina o rincón merece detenerse para ser observado sin prisas -aunque esta vez no tuviéramos siempre esta posibilidad ya que acompañábamos a un enorme grupo de adolescentes.
5. DESPEDIDA EN LA TORRE DE TELECOMUNICACIONES O KAKNÄSTORNET
Situada en las afueras de la ciudad, esta torre de 155 metros de altura permite tener una visión perfecta de la ciudad, de sus alrededores y del archipiélago con sus innumerables islas. Su construcción fue finalizada en el año 1967 y, hasta el año 2003, fue el edificio más altode Estocolmo. En esta ciudad carente de rascacielos disonantes, esta torre no ha roto el equilibrio con el resto de edificios por estar alejada del centro de la ciudad, lo que le da al conjunto una armonía poco habitual.
En 35 días fue alzada para acoger la sede del centro de operaciones de la televisión sueca. Dispone de una cafetería y un restaurante situado en la planta 28 en el que se puede disfrutar de una buena cena mientras se disfruta de un de los largos anocheres escandinavos. Los barcos que comunican esta ciudad con Finlandia, suelen partir al atardecer y se les puede ver maniobrando para salir del puerto en el que hay una intensa actividad.
De esta manera hemos tenido nuestras primeras impresiones de la ciudad. Acompañados, en algunas ocasiones, por los profesores y alumnos del instituto que nos acoge hemos difrutado gracias, también, a unos días soleados o casi sin nubes. Temperaturas que no han superado los 10 °C y que ya anunciaban la primavera que está por llegar.
Hemos saboreado los cremosos y enormes cafés con leche y chai-latte (té con leche aromatizado con canela) en sus acogedores cafés y comido en buenos restaurantes. Esta ciudad ofrece, además, un montón de atracciones y museos que valen la pena visitar pero esto ya os lo contaré en otra ocasión.
¿Y qué queda de un viaje tras el regreso? Quedan imágenes y sabores pero, sobre todo, queda el recuerdo de haber compartido una nueva experiencia con un grupo excepcional de compañeras: cinco profesoras dispuestas a alejarse por una semana de su casa. Compañeras de experiencias y profesionales convencidas de que es este tipo de vivencia una de las mejores cosas que podemos ofrecer a nuestros alumnos. Nos queda la satisfacción de haberles visto disfrutar y de ver como estos alumnos y alumnas se han adaptado y han disfrutado felizmente viviendo en casa de «sus familias suecas». Ójala les sirva para abrir sus ojos a otras realidades y a otras personas, vengan de donde vengan.
Tengo un ilusionante sentido de la vida. Estoy convencida de que las personas podemos cambiar el mundo trabajando personal y localmente a través de proyecto colaborativos. Me gusta compartir con mi familia experiencias motivadoras y enriquecedoras. Y difundir algunas de ellas en este blog sobre «nuestro viaje por la vida».
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