A veces, una comida te lleva a recordar un lugar o una experiencia. Hoy os proponemos conocer la ciudad de Xàtiva, en la provincia de Valencia. El otro día probamos la nueva cerveza elaborada en Xàtiva: La socarrada. Más allá de su denominación, que muestra bien explícitamente que se trata de un producto del país, el sabor intenso a romero de este brebaje nos evocó inevitablemente los inolvidables aromas de nuestras sierras. 

No es un caso excepcional, sin embargo. Cada día son más los productores del país que descubren que los productos de la tierra tienen un valor añadido. Algunos amigos y familiares todavía se sorprenden cuando ven que nosotros solemos comprar vinos valencianos. 

http://www.jdiezarnal.com/castillodejativa.html

La verdad es que hay un montón de bodegas en nuestras comarcas que se han decidido a hacer un producto de calidad y con una inequívoca voluntad de forjar una nueva imagen de nuestro país, hermanando, por una parte, el arraigo en la tierra y en la tradición y, por otra, la innovación y la búsqueda de nuevas oportunidades comerciales.


Pero el caso de Xàtiva tal vez sea especial. En primer lugar, está el hecho simbólico de que fue la ciudad devastada a raíz de la funesta batalla de Almansa: es el símbolo más evidente de aquel mal que -como dice el dicho- a todos alcanza. En segundo lugar, existe una tradición, desde Raimon a Feliu Ventura, que nos remite a una voluntad persistente de resistencia. En tercer lugar, Xàtiva es y será siempre la ciudad de los papas. Y aunque la memoria de los Borja es, en muchos aspectos, controvertida, es forzoso ver en ellos el esplendor histórico de nuestro país.

En la vertiente personal, Xàtiva nos trae además buenos recuerdos. Es una ciudad cargada de historia. Y nuestros paseos por sus calles o la visita a su castillo nos ha despertado una afinidad y una afición muy estrechas hacia esta ciudad.

Pels carrers de Xativa (València, 2014)

El tópico imperante de nuestro país como la tierra del sol y la playa quizás ha hecho que ciudades como ésta -u otras como Morella, Sagunto o Peñíscola- no sean más conocidas por su aspecto histórico y monumental. 

A veces viajamos por España, Francia, Inglaterra o Escocia buscando estampas medievales con castillos y caballeros y nos olvidamos que aquí, en nuestro país, hay vestigios de aquella época cruenta de Europa, en la que los hombres demostraban su virilidad con una brutalidad estremecedora, muy alejada de la imagen idílica forjada por la literatura romántica.

La seu de Xàtiva (València, 2014)

Nosotros tenemos el dudoso mérito de tener como fundador del país un rey -el nuestro Jaume- que es conocido con el título de El Conquistador. Aprovechando un día de paso por Xàtiva y su castillo, explicamos a nuestros hijos la conquista jaumina del país. A ellos les encantan las historias de caballeros, como a todos los niños, por eso escucharon con mucha atención la descripción de la conquista sangrienta de Mallorca por parte de un Jaume todavía joven e inexperto. 

Todavía quedaron más pasmados cuando les contamos como Jaume, a raíz de aquella experiencia, aprendió que sería mejor, en vez de asaltar las ciudades con sus ejércitos, asediarlas hasta hacerlas negociar la rendición, evitando así la enfrentamiento directo. Nuestros hijos supieron así que ésta fue la estrategia del rey en Valencia, en Xàtiva y en las demás ciudades del Reino de Valencia. Desde entonces, cada vez que hablamos de Jaime, nuestro hijo mayor dice que el rey era muy listo.

Los atractivos de Xàtiva no se agotan en el castillo. También se puede visitar la Seu o el antiguo hospital, convertido, ahora, muy funcionalmente, en Centro de Salud. Hay algunos restaurantes muy recomendables, y un paseo por la Alameda -sobre todo durante la feria en verano- permite comprender el especial cariño que sienten los vecinos y vecinas de la ciudad por este paseo. 

Restaurante El Tunel de tapas, Xàtiva

 

En realidad, tan sólo hace falta lanzarse a recorrer las calles de la ciudad vieja para sentir el latido de la historia y para dejarse impresionar por la monumentalidad de las antiguas residencias de la pequeña nobleza y la alta burguesía jativina.

Al igual que Valencia, Xàtiva nos remite a una época señorial, ampliamente dominada por una burguesía agrícola y manufacturera siempre incipiente en el antiguo Reino de Valencia -como todavía lo es en nuestro país, actualmente. El gusto por el diseño y el estilo arquitectónico a la moda a la hora de levantar sus residencias es uno de los signos distintivos de esta burguesía italianizada y evidencia la actitud emprendedora, la sensibilidad cultural, la apertura al mundo y la irrenunciable vocación mediterránea que ha tenido en todo momento la burguesía valenciana.

 

Estas excelencias valencianas, magníficamente testimoniadas en las calles de Xàtiva, esconden también algunas debilidades inherentes al carácter valenciano, como el afán desmedido de alarde o la oscura tendencia al negocio sucio y a la corrupción -es, de nuevo, el aspecto tenebroso de la memoria de los Borja. 

En Xàtiva, en fin -como en Valencia- encontramos sintetizada buena parte de la historia del país: desde sus momentos de mayor esplendor hasta su hundimiento y devastación. Es un país de excesos, el nuestro. Y Xàtiva es una buena muestra, tanto de nuestra grandeza como de nuestra miseria.

La historia nos dice quiénes somos y, hasta cierto punto, quiénes seremos. Ahora bien, tampoco es un destino ciego. Mirar cara a cara a nuestro pasado es una buena forma de aprender de lo que hicimos bien y de lo que no queremos volver a hacer mal. La historia da sus lecciones. Pero es nuestra cosa estar dispuesto a aprender lo que la historia puede enseñarnos.
Para planificar vuestro viaje podéis visitar la web de Xàtiva Turismo.
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