Dinamarca es tierra de vikingos. Junto con el resto de paises escandinavos, configura el territorio en el que estos famosos navegantes desarrollaron su civilización. Su fama se ha extendido acompañada de la idea de que eran tribus salvajes y violentas, que planeaban escaramuzas para robar a otros pueblos vecinos. Pero lo cierto es que construyeron una sociedad compleja, culturalmente rica y con sensibilidad para el arte y la creatividad. Todo esto lo hemos comprobado en el Museo Vikingo de Roskilde.
Fueron los primeros europeos que llegaron a norteamérica y fueron capaces de navegar hasta el centro de Europa y el mediterráneo. Grandes navegantes, incluso ascendieron por el río Segura y arrasaron la ciudad de Orihuela como pudimos aprender en la exposición temporal que el Museo MARQ de Alicante mostró durante el 2016. Los vikingos nos atraen y, especialmente, Ernest y Ferran están superinteresados en sus historias.
En Roskilde, a 35 km al oeste de Copenhague, hay un pequeño museo que recoge una muestra de talleres para recrear su modo de vida y, además, cuenta con una sala de exposiciones en la que se encuentran los restos, recuperados del fondo del mar, de varios barcos vikingos de unos 1.000 años de antigüedad.
En el museo pudimos detenernos a observar como varios carpinteros construían una réplica de un barco vikingo siguiendo el proceso tradicional. Se recrean las mismas técnicas y se utilizan los mismos materiales de antaño. Es muy interesante cómo van surgiendo de los troncos de fresno, las diversas partes de la nave. Se esculpen algunos de sus elementos bellamente y se inserta cada pieza exactamente igual que hacían los antiguos pobladores de estas tierras.
Entre los talleres que se pueden realizar -con una pequeña aportación económica para los materiales- está decorar espadas y escudos, aprender a elaborar sogas, modelar hierro, esculpir en madera o diseñar tu propio colgante con inscripciones en lengua vikinga. Todas estas actividades están dirigidas a los niños pero también los adultos son siempre bienvenidos.
Es posible, además, salir a navegar con una de las réplicas de los barcos vikingos recuperadas del fondo del mar. Se aprende a remar en equipo con el resto de la inesperta tripulación y, una vez en la bahía, se iza la vela que permite navegar cómodamente. Esta actividad no está incluída en la entrada, hay que pagar un precio extra y puede realizarse del 1 de mayo al 30 de septiembre.
En la nave principal del museo se encuentran los restos de cinco naves que se recuperaron del fiordo de Roskilde. 50 años de una investigación apasionante que permitieron encontrar y sacar a flote estos barcos milenarios. Sobre una armadura metálica se han colocado las piezas de madera rescatadas de entre los lodos marinos. Realmente impresiona ver estas naves tan ligeras y pensar que con ellas los vikingos navegaron los mares superando poderosamente las olas y corrientes marinas.
Desde Roskilde podéis dirigiros a diversos lugares interesantes del país. Una posibilidad es seguir hacia el norte para visitar Kronborg -donde se encuentra el castillo en el que Shakespeare ambientó Hamlet– o bien seguir hacia el oeste para llegar a Odense, ciudad natal de Hans Christian Andersen y en la que encontraréis un interesante museo del ferrocarril.
CONSEJOS PRÁCTICOS:
Roskilde es un pueblo muy bonito junto a la costa del mar Báltico. Planea tu visita incluyendo un paseo por su centro histórico. Puedes detenerte en su bonita catedral reconocida por la UNESCO dentro de los lugares patrimonio de la humanidad. Esta catedral es el lugar de sepultura de los reyes daneses desde hace siglos. Además podéis visitar el museo de Lejre sobre los mitos, leyendas y la vida en la época vikinga.
Cómo llegar: tomando la ruta 21 que sale de Copenhague en dirección al oeste. También se puede llegar en tren desde diversos puntos del país.
Precios: las tarifas puedes consultarlas aquí. Los niños no pagan, tampoco desde los 14 a los 17 años si van con sus padres.
Horarios: está abierto todo el año excepto los días 24. 25 y 31 de diciembre. Desde las 10 de la mañana hasta las 4 de la tarde (en verano hasta las 5).
Cafetería del museo: la agradable cafetería del museo ofrece un sencillo menú de sabores vikingos. Si el día es fresco, incluso frío en verano, puede ser un buen lugar para tomar un café o una infusión o comer algo.
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Tengo un ilusionante sentido de la vida. Estoy convencida de que las personas podemos cambiar el mundo trabajando personal y localmente a través de proyecto colaborativos. Me gusta compartir con mi familia experiencias motivadoras y enriquecedoras. Y difundir algunas de ellas en este blog sobre «nuestro viaje por la vida».
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