¿Conocéis Seneca Falls y su pasado histórico? Sin duda, una de las cosas que tiene ir viviendo nuestro viaje de la vida, es la constatación de las muchas cosas que no sabemos. Al viajar nos enfrentamos a experiencias únicas y situaciones inesperadas, a lugares que no sabíamos ni que existían, a hechos que no sabíamos ni que habían ocurrido. Nos enfrentamos a nuestra ignorancia, también.
En nuestro viaje a Estados Unidos en el verano de 2015, recorríamos el estado de New York por la carretera interestatal 90 desde Siracusa a Buffalo. Nuestro objetivo era visitar las Cataratas del Niágara cuando nos encontramos ante un cartel indicador que señalaba el municipio de Seneca Falls. Para mí, un indicador más, ningún referente en mi memoria para este lugar. Pero a Pau, que conducía en ese momento, se le encendió una luz: «estamos cerca de Seneca Falls, tenemos que ir!!».
Con esa frase iniciamos una interesante conversación que me hizo constatar, nuevamente, cúantas cosas me quedan por aprender. Sin embargo, esta vez, sentí rabia por la escasa formación que he recibido sobre la historia de los derechos civiles y, especialmente, de los derechos de la mujer.
– ¿Por qué quieres ir? – pregunté
– Porque es el lugar en el que se firmó la Declaración de Sentimientos y Resoluciones de Seneca Falls en 1848.
– ¿¿y??- seguí preguntando
– Pues que fue un momento clave en el que se firmó una declaración muy valiente y revolucionaria en la que más de 80 mujeres y más de 30 hombres, también hombres -puntualizó Pau- manifestaron su sentir ante las grandes restricciones políticas y sociales que las mujeres sufrían en ese momento.
– ¿En serio? Nunca había oído hablar de esto…
– ¿Recuerdas a Frederick Douglas, aquel cuya casa visitamos en Washington?
– Sí, el esclavo que tras huir se convirtió en un gran promotor de la causa antiesclavista y llegó a ser consul de los Estados Unidos.
– Sí, él, él también estuvo aquí junto a grandes mujeres como Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott.
– Uf… nunca he oído hablar de esto. Puedo estar equivocada -porque la memoria olvida demasiado- pero creo que jamás en mi formación académica se dedicó un minuto a la historia de la mujeres y la lucha por conseguir sus derechos civiles.
– Pues, por desgracia… – me dijo Pau – no me extraña. Si lees la declaración verás que es moderna a día de hoy, que aún hay mucho por hacer y que, por desgracia, abrir hueco en la hegemonia de la cultura masculina, sigue siendo un trabajo por hacer.
Así que cambiamos la ruta y nos fuimos a merendar a Seneca Falls y a aprender. A aprender más sobre quien soy, quienes somos las mujeres de hoy en día y quienes fueron esas pioneras -y pioneros- que alzaron la mano para pedir una transformación. Seneca Falls es una pequeña ciudad industrial que debió su desarrollo a las fábricas textiles que se asentaron junto al Canal Erie, una gran obra de ingeniería civil que permitió canalizar agua del Lago Ontario. Inaugurado en 1825 fue una fuente de riqueza para la región. En la actualidad puedes visitar sus canales y conocer más detalles de su historia en el museo de la ciudad: Seneca Museum of Waterways and Industry.
Sin embargo, lo que hace relevante este lugar es el Women’s Rights National Historical Park –situado en el centro de Seneca Falls- porque allí se puede visitar el lugar donde tuvo lugar la famosa convención de 1848 y se puede leer el manifiesto impreso sobre una pared en el exterior del edificio en que esta reunión tuvo lugar. Para cualquier ser humano que crea en la igualdad de derechos entre las personas, leer ese manifiesto en aquel lugar resulta emocionante.
Fue Elizabeth Cady Stanton quien se encargó de redactar la declaración y lo hizo adoptando la forma de la Declaración de Independencia (EEUU, 1776) dándole un ímpetu y una fuerza que conmueven desde la primera frase. Se levantaba ante la injusticia de no poder votar, ni presentarse a elecciones, ni ocupar cargos públicos, ni afiliarse a organizaciones políticas o asistir a reuniones políticas.
Además alzaba la voz ante las restricciones económicas como la prohibición de tener propiedades, puesto que los bienes eran transferidos al marido; la prohibición de dedicarse al comercio, tener negocios propios o abrir cuentas corrientes y se expresaba en contra de la negación de derechos civiles o jurídicos para las mujeres. Todo esto puede parecernos hoy un pasado muy remoto pero no podemos olvidar que, nuestras propias madres, nacieron en un país en el que las leyes eran aún así y, aún hoy, tenemos mucho trabajo por delante para conseguir la igualdad de derechos efectiva.
Y así podemos leer en la Declaración de Sentimientos y Resoluciones de Seneca Falls:
Cuando, en el desarrollo de la historia, un sector de la humanidad se ve obligado a asumir una posición diferente de la que hasta entonces ha ocupado, pero justificada por las leyes de la naturaleza y del entorno que Dios le ha entregado, el respeto merecido por las opiniones humanas exige que se declaren las causas que impulsan hacia tal empresa.
Mantenemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres y mujeres son creados iguales; que están dotados por el Creador de ciertos derechos inalienables, entre los que figuran la vida, la libertad y el empeño de la felicidad; que para asegurar estos derechos son establecidos los gobiernos, cuyos justos poderes derivan del consentimiento de los gobernados. Siempre que una forma de gobierno atente contra esos fines, el derecho de los que sufren por ello consiste en negarle su lealtad y reclamar la formación de uno nuevo, cuyas bases se asienten en los principios mencionados y cuyos poderes se organicen de la manera que les parezca más adecuada para su seguridad y felicidad.
La importancia de esta convención radica en ser la primera reunión oficialmente organizada por mujeres -y también hombres- a favor de los derechos de las mujeres en Estados Unidos. Os animo a leerla aquí completamente y a intentar trasladar sus palabras al momento en el que vivimos actualmente. Y terminan con esto:
Que la rapidez y el éxito de nuestra causa depende del celo y de los esfuerzos, tanto de los hombres como de las mujeres, para derribar el monopolio de los púlpitos y para conseguir que la mujer participe equitativamente en los diferentes oficios, profesiones y negocios.
Tuvieron que pasar muchas décadas, hasta 1920, para que las mujeres estadounidenses pudieran votar. Y unos cuantos años más, para que en España pudieran hacerlo, fue en 1933, gracias al esfuerzo de mujeres como Clara Campoamor y Victoria Kent. Y aún hubo que esperar hasta 1960 para que en España se aprobase la Ley de Derechos Políticos Profesionales y Laborales de la Mujer y hasta 1975 para que tuvieran lugar las Primeras Jornadas Nacionales para la Liberación de la Mujer. En la década de los 70, cuando yo nací, mi madre no tenía los derechos que todas nosotras disfrutamos hoy en día. Miremos hacia atrás y aprendamos y valoremos el esfuerzo de aquellas que nos antecedieron.
Días después visitamos las Cataratas del Niagara o Niagara Falls pero os aseguro que para mí, siempre será mucho más importante aquella tarde en Seneca Falls junto al Canal Erie. Un viaje increíble al pasado que nunca olvidaré. Aquí estamos, todavía hoy con tanto trabajo por hacer y tantas mujeres -y cada vez más hombres- haciendo visible la necesidad de lograr un mundo en el que los valores del feminismo sean valores de la humanidad y se hagan realidad los sueños de aquellos que firmaron la Declaración de Sentimientos y Resoluciones en Seneca Falls.
Lugares como Seneca Falls marcan un antes y un después en nuestra biografía. Momentos trascendentales en la historia del movimiento por la igualdad y la equidad entre mujeres y hombres. Gracias por leernos y, recuerda, puedes suscribirte a nuestro blog y también podemos vernos en FACEBOOK, PINTEREST, YOUTUBE y en INSTAGRAM.
Tengo un ilusionante sentido de la vida. Estoy convencida de que las personas podemos cambiar el mundo trabajando personal y localmente a través de proyecto colaborativos. Me gusta compartir con mi familia experiencias motivadoras y enriquecedoras. Y difundir algunas de ellas en este blog sobre «nuestro viaje por la vida».
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