Alejandría… Un nombre que evoca gloria y tragedia, al unísono. Pocas ciudades guardan tan poco de su antiguo esplendor. Por eso su destino aciago nos recuerda que toda civilización deslumbrante alberga en sí misma las semillas de su propia caída y destrucción.
Hoy en día la ciudad tiene un atractivo discreto frente a la espectacularidad de otros destinos turísticos como Giza o Karnak, en Egipto. Si la visitamos no es tanto por lo que es o ofrece ahora, sino por respeto a lo que fue, en su tiempo. Pese a ello, la visita vale la pena. Bajo su aspecto decadente y desordenado, late el eco de una grandeza incomparable.
Fundada en honor de Alejandro, el Grande, creció como capital de un imperio sin precedentes pero llamado a sucumbir pronto tras su súbita aparición. Alejandría se convirtió, así, en emblema de ese éxito fulgurante -y, a su vez, efímero- del mayor imperio jamás conocido en la antigüedad.
Viajamos a Alejandría desde El Cairo en una excursión de un día. A través de nuestro guía, reservamos el transporte para esta excursión con guía acompañante y entradas para ver algunos de los monumentos más destacables de la ciudad.
Alejandría: buscando la capital del mundo antiguo
Apenas pasamos un día en la ciudad. Fue una visita breve, pero fructífera. Visitamos las catacumbas, el yacimiento sobre el que se yergue, orgullosa, la Columna de Pompeyo, la Ciudadela de Qaitbay, el paseo marítimo en la avenida El-Gaish y la 26 de Julio y, tras la comida, fuimos a la flamante Biblioteca, a la que no pudimos acceder, por estar cerrada.
Estos monumentos son, en la actualidad, pobres y escasos vestigios para una ciudad que atesora, en su historia, la capitalidad del mundo antiguo. El desarrollo y crecimiento de su errático entramado urbano ha borrado los restos de su glorioso pasado, como ha cubierto el espacio antaño ocupado por su mar interior.
La historia lo engulle todo y ningún lugar testimonia mejor este apetito insaciable del paso del tiempo que Alejandría. Para quien acude allí buscando indicios de la original disposición urbana de la ciudad del delta, pronto sucumbe ante la frustración y el desánimo. Apenas puede reconocerse, por ejemplo, una parte del brazo de tierra y de la bahía sobre la que se levantaba el célebre Faro de Alejandría. Edificios deteriorados, construcciones abandonadas y un entramado de calles caóticas donde los vecinos viven y desarrollan sus negocios… Poco queda del esplendor del pasado.
Una jornada visitando los enclaves más especiales de Alejandría
El paseo marítimo de Alejandría, hoy, está presidido por la Ciudadela de Qaitbay, una sólida y majestuosa fortaleza costera. Al otro extremo de la bahía se encuentra la espectacular Biblioteca de Alejandría y el Museo Arqueológico, un complejo de diseño moderno y elegante que alberga archivos, salas de exposiciones y centros de investigación. Fue una lástima no poder visitarla…
Otro punto de interés en nuestra visita fueron las sorprendentes catacumbas de Kom el Shogafa, situadas en la antigua necrópolis de la ciudad. Un enclave en el que encontramos vestigios de los diversos cultos que han acompañado a los ritos funerarios en esta ciudad, incluidas las raíces egipcias o la influencia de los mitos greco-romanos.
Estas catacumbas son famosas porque muestran una fusión artística única: combina imágenes egipcias de Anubis (representa la momificación) y la grecorromana Medusa. Su construcción la inició una familia rica y luego se amplió como un cementerio público. Se descubrieron accidentalmente en 1900 cuando un burro cayó a uno de los pozos. Se organizan en tres niveles conectados por una escalera de caracol, con estancias para banquetes funerarios y tumbas. Descender por esas escaleras y recorrer estas catacumbas fue impactante.
Algo parecido nos ocurrió en el enclave del antiguo Serapeo, donde se levanta, altiva, la magnífica Columna de Pompeyo, junto a un par de soberbias esfinges. Restos arqueológicos de épocas y culturas diferentes dan testimonio del paso del tiempo y de la metamorfosis que ha vivido la ciudad. La increíble columna mide 27 metros de altura, es un pilar de granito rojo que se elevó en el siglo II d.C. en honor al emperador Diocleciano.
Sin embargo, pese a tantos cambios, quizás intuímos que algo permanece inmutable e inalterable ante el paso incesante de culturas e influencias paganas, cristianas, judías o musulmanas. Toda ciudad milenaria posee un alma propia que no muda ni aún con los cambios de costumbres o de credos.
Tras la visita a estos lugares, nuestro guía nos llevó a comer a un local sencillo. La comida estaba deliciosa, era sencilla y sabrosa.
¿Quieres viajar con HomeExchange?
20% de descuento con nuestro código:
NOSALTRES4VIATGEM25
Consigue puntos extra con nuestro código:
myriam-c97f7
Además ganarás:
✔ 500 puntos al inscribirte
✔ 200 puntos al verificar tu perfil
Crear cuenta y obtener puntos
Alejandría en el siglo XXI
Alejandría es una ciudad con una personalidad bulliciosa, vocinglera y tumultuosa. Lugar de paso y encuentro de pueblos dispares -y, a menudo, enfrentados-, que acostumbran a discutir, abroncarse y a veces, incluso, a pegarse en sus concurridas calles. La diversidad de comercios y talleres artesanales surgen en los locales y cocheras, allí donde hay un hueco, hay alguien intentando ganarse la vida.
Aunque hoy parece dormitar plácidamente sobre siglos de historia, su ajetreado pasado nos informa de tumultos, luchas y algaradas protagonizadas por masas enfervorecidas de ciudadanos excitados por las soflamas de políticos, líderes religiosos y agitadores de toda condición.
Lugar propicio para los fanatismos sectarios, Alejandría nos muestra cómo las grandes urbes, sujetas a poderes absolutos y lejanos, suelen ser caldo de cultivo de masas descontentas y desposeídas que prestan con facilidad oídos y voluntades a manipuladores oportunistas que instrumentalizan en beneficio propio su malestar colectivo. Oleadas de odio y violencia emergen de su desesperanza y de la frustración de expectativas.
Miríadas de víctimas anónimas e inocentes sucumbieron a consecuencia de estas revueltas populares marcadas por la sangre y la violencia. También personajes ilustres, como la filósofa Hipatia de Alejandría.
La última revuelta, bajo el lema “Pan, Libertad y Dignidad”, estuvo ligada a una ola de protestas por todo el norte de África, conocida como Primavera Árabe, en enero de 2011, y tuvo como consecuencia el derrocamiento del Presidente Hosni Mubarak, tras treinta años en el poder.
El alcance de esta revuelta y de su penetración en las clases populares era evidente en los años posteriores. Era algo de lo que te percataban en cuanto conversabas un poco con la población local en Egipto. En Alejandría pudimos constatarlo en las pocas horas que pasamos allí con nuestro guía local.
Siendo un hombre maduro, nos explicó cuál había sido su mudanza a lo largo de los años. De un juvenil deslumbramiento con la cultura occidental, aquel hombre había transitado a una actitud de retorno a las raíces islámicas de su propia familia, tras la frustración de las expectativas de desarrollo político, social y económico en el seno de un régimen supuestamente protegido por las mayores potencias occidentales.
Esta clase de giros, que en ocasiones son moderados y suponen una vuelta a valores que se perciben como más sólidos y seguros, van ligados a una necesidad de enraizamiento profundo y fecundo. Pero, a veces, y más en estos tiempos líquidos y de convicciones volubles y mudables, implican la caída en procesos de radicalización extrema que auguran movimientos y altercados sostenidos por masas compuestas por individuos de naturaleza frágil e insegura que vehiculan su malestar a través de la violencia y la contestación reaccionaria.
Visitar ciudades como Alejandría nos permite constatar que nuestro mundo es frágil y vulnerable, que la convivencia en la sociedad humana depende de equilibrios precarios que es necesario salvaguardar.
Así como el Faro de Alejandría fue levantado para guiar a los navegantes y mantenerlos a salvo de ningún naufragio, la luz tenue de la ciudad -la sabiduría que atesoran sus siglos de historia, como libros en una preciada biblioteca- nos recuerda que hay vientos violentos que ponen en grave riesgo la conservación de la llama de la paz, la esperanza y la concordia.
Confiemos que la humanidad no pierda el rumbo y que la luz del saber nos guíe hacia un futuro luminoso.
✈ Recursos útiles para organizar tus viajes
Reserva tus alojamientos en Booking Contrata tu Seguro Intermundial Busca la mejor conexión WiFi Compara coches de alquiler Contrata actividades con Civitatis Alquila furgonetas con Yescapa
¿Necesitas ayuda para seleccionar servicios o diseñar tu viaje?
Escríbeme

En el silencio de la naturaleza disfruto de caminar, observar y escuchar. De ello me nace el pensar, y la necesidad de escribir o dibujar. Mis otras pasiones son la lectura y la enseñanza como destreza comunicativa, al estilo socrático. Viajo en familia: el descubrimiento, la convivencia y el aprendizaje son los ejes de esta experiencia irrenunciable.




























Comentarios recientes