Esta mañana saltaba la noticia en la prensa internacional: Bolivia ha reclamado en la Corte Penal Internacional la salida al mar que le arrebató Chile en la Guerra del Pacífico, a finales del siglo XIX. Todos los diarios chilenos se han hecho eco de la noticia, por supuesto.  Para Bolivia, se trata de una reivindicación histórica y de gran valor estratégico desde el punto de vista comercial. De hecho, la confrontación entre ambos países hizo que Bolivia, junto al Perú, perdiera una extensión considerable de territorio en la costa del Pacífico y el altiplano, desde Copiapó hasta Arica. En aquel momento, la región tenía un gran valor, por la explotación del nitrato -ésta fue la causa de la guerra, de hecho. Pero después ha continuado siendo una región de un altísimo valor, por el cobre.

Para Chile, la región es vivida como propia, después de más de cien años formando parte del país. Además están las riquezas mineras de la zona. Pero también el hecho de que la Guerra del Pacífico (1879-1884), que enfrentó a Chile con Bolivia y el Perú, constituye la gran gesta de la Armada chilena.   No hay ciudad o pueblo chileno que no tenga en su callejero una calle insigne dedicada al capitán de fragata Arturo Prat, el gran héroe nacional, cuya valerosa actuación en la contienda, llegando a dar su vida y la de sus hombres por la patria, es ensalzada con inusitado fervor.

En realidad, es difícil hacerse una idea del lugar que ocupa y del prestigio del que goza una institución como la Armada -y, por extensión, el ejército- en un país como Chile. Un detalle revelador es el elevadísimo número de militares que uno encuentra en la calle. No es que haya tantos, realmente. Pero se dejan ver por todas partes, ya que, a diferencia de lo que ocurre en España, visten de uniforme contínuamente, incluso cuando no están de servicio. Es fácil, pues, encontrarse con ellos en los restaurantes, el supermercado o el autobús. Ello es porque pertenecer al ejército -y sobretodo a la Armada- está muy bien considerado, tanto desde el punto de vista social como profesional.

Por lo que parece, más que una reclamación territorial, Bolivia persigue conseguir una salida al mar libre de aranceles. Para conseguirlo el gobierno boliviano podría estar dispuesto a negociar con las autoridades chilenas, con una oferta interesante: una salida al mar, a cambio de gas. La verdad es que Chile carece de este recurso y lo necesita con urgencia para satisfacer su creciente demanda energética. Quizá acaben llegando a un acuerdo… Por el momento, Bolivia ha puesto en marcha la maquinaria diplomática para presionar al gobierno chileno. CHILE La Serena

Si finalmente llegan a un acuerdo, tal vez la próxima vez que vengamos a Chile, dentro de unos años, no pasaremos tanto frío en los alojamientos, al haber incorporado sistemas eficientes de calefacción. Si no hay acuerdo, volveremos a encontrar los inmensos montones de leña apilados junto a los domicilios privados de los chilenos y los edificios públicos, como escuelas, hospitales o residencias de ancianos. Asimismo, los bomberos voluntarios de este país seguirán sin dar abasto para atender las ingentes llamadas de emergencia nocturnas, por incendios causados por chimeneas mal selladas en casas de madera, que son la mayoría en el país.

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