En su magnífico ensayo titulado Goethe y su visión del mundo, Rudolf Steiner escribió lo siguiente:

“El hombre puede sentirse limitado en determinados casos, puede depender también de miles de cosas; pero, en definitiva, es él quién fija su meta y su dirección moral. El principio activo de todas las demás cosas se revela en el hombre en forma de idea; lo activo en el hombre es la idea que él mismo engendra. En cada individualidad humana se consuma el proceso común a la naturaleza en su conjunto: la creación de una realidad a partir de una idea. Y el hombre mismo es el creador. Porque en el fondo de su personalidad vive la idea que se da a si misma un contenido.”

Cada ser humano (sea hombre o mujer) vive cautivo -y, en ocasiones, perdido- en lo que comunmente llamamos cotidianidad: obligaciones, compromisos, responsabilidades y quehaceres rutinarios que sofocan y adormecen el ánsia de libertad y de experiencia que bulle en nuestro interior.

Sin embargo, en ocasiones, ese pulso vital que languidece logra despertarse, tomar vigor y se sacude las cargas que lo lastraban. Es entonces cuando el genio del individuo emerge y se abre camino de forma inesperada, original y creativa mediante una idea que refulge en su interior y lo impulsa más allá de lo que conoce, de lo que vive día tras día y que conforma su apariencia.

Las acuarelas son una herramienta muy utilizada en las escuelas Waldorf

Es a esto a lo que Goethe llamaba metamorfosis, un fenómeno extraordinario en la vida anímica, que se da cuando la intuición de una idea libera al espíritu humano de todo sentimiento de dependencia unilateral y le permite tomar posesión de si mismo, gracias a la contemplación de su ser esencial o, por expresarlo en un lenguaje más profano y menos metafísico, cuando el individuo comprende quién es y qué es lo que quiere hacer, más allá de los límites y constricciones a los que se creía sometido.

En el quehacer cotidiano, personal, familiar y profesional, es normal sentir en muchos momentos desazón y confusión ante los problemas e incertidumbres que se suceden sin fin.

Reflexionando… de camino a la metamorfosis

En nuestro caso, la crianza de los hijos y el compromiso con su educación, que vivimos por medio de una estrecha colaboración en la gestión del proyecto educativo del que se nutren, bajo el amparo de la Escuela Waldorf de Alicante, son el origen de muchos quebraderos de cabeza para nosotros.

A parte, como profesores de enseñanza media en la educación pública, tenemos la voluntad y asumimos la responsabilidad de conservar el sentido espiritual y anímico de la educación científica y humanística, como un instrumento al servicio del desarrollo de la personalidad de los adolescentes, en esta etapa tan crítica de sus vidas.

Colaborar intensamente puede convertirse también en una pesada cargar

Este doble empeño educativo (con nuestros hijos y con nuestros alumnas y alumnos) no resulta fácil, sobre todo por vivir inmersos en esta cultura en la que lo banal y lo trivial relegan, a menudo, lo esencial y primordial. Y la única forma de sobrellevarlo o de superarlo es mediante un osado ejercicio imaginativo que nos permita ir más allá, como le ocurre al Espíritu de la Tierra ante Fausto, en la obra de Goethe, cuando exclama:

“En el oleaje de la vida, en la tormenta de la acción, subiendo y bajando de acá para allá, me agito yo. Cuna y sepulcro, un sempiterno mar, un cambiante tejer, una ardorosa vida; eso urdo yo en el silbante telar del tiempo y tejo a la divinidad un vestido viviente.”

Para nosotros, ahora, el vestido viviente que tejemos es un proyecto: un viaje formativo -aunque todo viaje resulta formativo, si al viajar el alma muda y se transforma. 

Hoy partimos. Nos esperan semanas, incluso meses de deambular: un peregrinaje. Nos vamos a viajar por un tiempo, en familia, visitando escuelas Waldorf y haciendo voluntariado en ellas. Queremos aprender, tomar ideas, enriquecernos.

Hace 100 años, Rudolf Steiner abrió una escuela en Sttutgart: la primera escuela Waldorf. Hoy, 100 años más tarde, hay miles de ellas por todo el mundo. No las podemos visitar todas… ¡Ojalá! Pero nos contentaremos con unas pocas.

Hoy es 20 de septiembre de 2019, empieza el viaje y, como ocurre con toda aventura atrevida, el comienzo se parece a una tormenta que agita y amenaza la nave de los viajeros, los cuales deben estar prestos a atender los aparejos del navío y a contrarestar los efectos de olas encrespadas y vientos contarios manteniendo firme el rumbo. Así, pues, dejamos la pluma y retomaremos este diario más adelante, en los momentos de calma y bonanza que, con toda seguridad, nos deparará la travesía. 

 

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