7:00 h. Zarpamos tras haber dormido escasamente cinco horas en nuestro estrecho pero cómodo y agradable camarote. La navegación es tranquila. Ernest se despierta en su horario habitual. Nosotros hubiéramos dormido bastantes horas más.
Anoche, a la una de la madrugada, llegamos en taxi al punto de encuentro donde nos habían citado. Era en un hotel cerca del embarcadero. Cargados con nuestros niños que dormían profundamente pero que se despertaron con el ajetreo. No nos hicieron esperar mucho. Competentemente organizaron la subida de los pasajeros mientras simultáneamente descargaban las mercancías del ferry que sólo hacia un par de horas que había atracado. Todo se había complicado porque el barco no había podido atracar puntualmente debido al mal tiempo y a los bancos de arena.
Nos pidieron que esperásemos en el bar mientras la tripulación se afanaba por limpiar los camarotes, cambiar sábanas, hacer camas y llevar nuestro equipaje al lugar correspondiente. El hecho de ir con niños redujo nuestra espera puesto que, junto a otra familia, fuimos prácticamente los primeros en ser alojados. El tiempo complicó todo ayer pero no hay duda que la empresa hizo todo lo imposible por minimizar nuestro malestar.
9 h. Atravesamos la Angostura White, un paso entre islas muy estrecho el cual limita la llegada a Puerto Natales de grandes barcos. En algún momento parece que las paredes del barco vayan a arañar las rocas a su paso. Probablemente esta es la nave más grande que puede atravesarlo y es el principal medio para hacer llegar un gran número de mercancías desde Chile. Desde frutas y verduras frescas a materiales de construcción.
13 h. Navegamos junto a la cordillera Sarmiento por el Canal Santa María. La nave se ha desviado de la ruta para llevarnos a ver este canal donde los glaciares colgantes de color azul se deslizan por las viejas montañas grises y desgastadas. Vamos a comer, después una buena siesta…
19 h. ¡Qué buena siesta! Y qué buena idea haber pagado un poco más por tener un camarote con baño y ventana. Escribo tumbada en mi litera superior mientras veo el canal salpicado de islotes. Las nubes bajas y el mar tranquilo, navegamos rumbo norte. Los niños juegan y se pelean, Pau intenta poner orden. Hemos estado un buen rato en la cabina del capitán observando la tranquila labor que se realiza en el puente de mando.
22 h. Hemos cenado estupendamente y disfrutado con las sencillas cosas que puedes hacer aquí. Realmente este ferry tiene unas austeras pero cómodas instalaciones. El comedor es luminoso y sirven una buena comida. El pub, situado en la cubierta superior es muy agradable aunque algo pequeño para todo el pasaje. La tripulación es muy amable y hay una oferta de actividades para pasar estos tres días largos de navegación: películas, documentales sobre la Patagonia, karaoke, charlas sobre fauna, flora y geología de la región e información sobre el trayecto. Sin ningún lujo, pero cómodamente, este barco te permite disfrutar de una de las rutas navegables más increíbles del planeta. Sólo añadir que junto a nosotros viajan un par de camiones de vacas, en la bodega superior, es por ello que intenso olor a ganado inunda de vez en cuando la parte posterior del ferry.
Después de haber recorrido el Canal Ballenero y el Canal Beagle en el Ferry Yaghan de Tabsa y nuestro viaje por Ushuaia y El Calafate, esta navegación con Navimag por los fiordos chilenos desde Puerto Natales a Puerto Montt parece que va a ser el broche de oro a esta etapa del viaje.
MIÉRCOLES, 20 DE FEBRERO DE 2013
8h. Despertamos mientras navegamos el Canal del Indio y Pau nos despierta para avisarnos de que hay delfines saltando a estribor. Así que nosotros también saltamos de la cama y disfrutamos del espectáculo. Ferran es el único que sigue durmiendo. El mar está sereno.
9h. Mientras desayunamos nos acercamos a Puerto Edén. Un pueblecito de pescadores con sólo 80 habitantes. En los últimos meses más de la mitad de los residentes han emigrado porque una marea roja impide su única fuente de ingresos: el marisqueo de moluscos. El ferry no puede atracar pero varias barcas de color amarillo se acercan para recoger los fardos que les bajan desde la nave. Dos veces a la semana el Evangelistas les pone en contacto con el mundo: no hay ningún otro pueblo por estos canales a menos de 24 horas de navegación…
10h. Atravesamos la Angostura Inglesa. El capitán debe maniobrar para navegar este paso en forma de Z. Ahora el mar es una balsa de aceite. Luce el sol. Nosotros jugamos al ajedrez gigante con los niños en la cubierta superior. Reímos mientras muchos nos observan, ellos también son una atracción. Una señora me pide permiso para hacerles una foto… Ferran casi no puede con las enormes fichas de madera y juega según sus propias reglas. Ernest sigue nuestras instrucciones y se sorprende al explicarle las limitaciones en los movimientos de las figuras.
11 h. Navegando por el amplio Canal Mesier divisamos una pareja de lobos marinos que juegan en el agua y saltan. Nos acercamos al Bajo Cotopaxi donde en 1888 encalló un barco con ese nombre en una gran roca que no llega a emerger en medio del canal. Por lo visto es la única que hay, pero ahí fue a parar el desdichado y se hundió. En 1968, un buque griego que transportaba azúcar desde Brasil a Valparaiso repitió la triste hazaña, y eso que entonces ya había indicaciones luminosas que marcaban la ruta. En este caso, el barco Leonidas no llegó a hundirse y aquí permanece su casco, oxidado por el tiempo, cubierto de plantas y sirviendo de hogar a multitud de aves acuáticas. Además de servir como testimonio para no volver a caer en las ocultas trampas de estos fiordos.
13 h. Luce un sol espléndido. Sola, en la proa, junto al puente de mando, disfruto de la suave brisa, de la agradable temperatura y de las increíbles vistas. Pienso en aquella otra travesía, hace ya más de 22 años, cuando en el ferry J.J.Sister crucé el Atlántico con aquellos 500 jóvenes. Para nosotros aquel barco fue bautizado Guanahani. Tuvimos días de mar como esta, otros fueron tempestuosos. Pienso en todos aquellos amigos y me ilusiono al pensar en la posibilidad de fletar este barco sólo para nosotros y así celebrar los 30 o 40 años de aquella AVENTURA. Este ferry es más pequeño, sólo puede llevar 320 pasajeros pero quizá sería suficiente ¿Os imagináis? Cuatro días navegando juntos, recordando aquella experiencia, haciendo colas en el comedor… La verdad, no es una mala idea… Pensadlo, pensadlo…
16:30 h. Entramos en el Golfo de Penas. Salimos a mar abierto, surcamos el gran Océano Pacífico. No hay mala mar pero nos han avisado… Tenemos por delante 12 horas de navegación en las que el mar de fondo moverá el barco lateralmente y puede provocar intensos mareos en el pasaje. Nosotros hemos decidido arriesgar y no tomar nada, no tenemos ganas de estar todo el día somnolientos. Vamos a ver cómo se comporta nuestro cuerpo…
19 h. El mar de fondo provoca ondas de longitud muy larga pero que mueven el barco con un lento vaivén. Estamos tranquilos en cubierta disfrutando de esta tarde espectacular. La suerte nos ha regalado la visión de varias ballenas en la distancia. Viajan en parejas o en grupos de tres. Se distinguen fácilmente porque podemos ver sus chorros de agua que lanzan al expirar. Nos han explicado que aquellas que además muestran el lomo son las ballenas jorobadas. Ha sido muy emocionante a pesar de verlas bastante alejadas.
21 h. Estoy viendo la puesta de sol con Ferran y Ernest. Ya anochece más pronto, se nota que hemos superado el ecuador del verano. El Sol se pone tras las nubes grises y llena el cielo de un rosa claro que contrasta maravillosamente con el azul oscuro de las aguas del Pacífico. Pau descansa en su cama, él no ha superado la prueba del Golfo de Penas.
23:30 h. Duermen los tres. El cielo me regala la primera noche austral estrellada. Hasta ahora no había podido disfrutar de este espectáculo. Casi siempre el cielo estaba cubierto de nubes o yo estaba durmiendo porque tardaba mucho en llegar la noche oscura. El ferry Navimag nos lleva hacia el norte poco a poco.
He estado viendo un ratito con los niños una película sobre la gran marcha de los pingüinos emperador. No puedo dejar de maravillarme con la inteligencia y extremada sensibilidad de los niños. Cómo entienden todo lo que se muestra, cómo captan los matices, las dificultades en la supervivencia de las mamás y papás pingüinos para lograr llevar adelante a su polluelo. En tantas ocasiones somos tan poco conscientes de la delicadeza con la que hemos de tratar a los niños, cuan importante es respetar su infancia y su fina sensibilidad. Regalarles un espacio de paz, sin ruidos, que respete su proceso natural de crecimiento sin lanzarles demasiado rápido a la adolescencia y la adultez. Dedicándoles él tiempo y el amor que necesiten para sentirse queridos y protegidos, mientras descubren el momento para volar ellos mismos.
JUEVES, 21 DE FEBRERO DE 2013
10:15 h. Navegamos el Canal Moraleda. Mar tranquila, nubes bajas, día gris. Ya no hay nieve en las montañas, hemos superado el paralelo 48ºS y entramos en un clima lluvioso y muy húmedo. Estamos en la región Aysen. Esta noche, tras superar la Península Tres Montes, seguimos nuestra ruta por la costa pacífica. Llegamos a la Bahía Darwin y, ya de madrugada, entramos en el Canal Nenulae.
12 h. Disfrutamos de la navegación mientras avistamos infinidad de leones marinos que juegan y saltan en el mar.
15:36 h. Nuevamente luce el sol, el mar tranquilo y azul nos regala una visión espléndida del océano Pacífico. Estamos ya en el Golfo Corcovado llamado así por el volcán que destaca al este con su cráter puntiagudo. Un poco más al sur el monte Melimoyu completamente nevado, también un volcán que supera los 2400 m de altitud. Estamos llegando al cordón de fuego de los Andes. Volcanes que periódicamente liberan la lava que asciende por la actividad geológica del contacto entre las placas. Asimismo es frecuente la actividad sísmica, hace un par de años un fuerte terremoto y la erupción del Chaitén provocaron un gran desastre en esta zona de Chile y un tsunami que afectó gravemente a la zona costera.
17 h. Tarde perfecta. El volcán Chaitén lanza fumarolas allá en la distancia. Un par de orcas se han acercado a nuestro barco para entusiasmo de los viajeros, nadaban tranquilamente sin inmutarse aparentemente de nuestra presencia. Poco después unos delfines «toninas» saltan mientras se cruzan justo frente a la proa.
22 h. Bordeamos la Isla Chiloé que será nuestro próximo destino. Nos vamos a dormir. Mañana hay que desayunar y desembarcar temprano. La llegada a Puerto Montt está prevista a las tres de la madrugada pero podremos dormir hasta las siete. Ahora empieza la fiesta latina y el bingo. Nosotros renunciamos.
La luna luce espléndida y hacemos balance de este viaje en el ferry Navimag que ha sido perfecto. Realmente es una ruta que merece la pena y que está muy poco transitada. El contraste con el Canal Beagle y Ushuaia es tremendo, allí los turistas llegan a miles en cruceros desde Argentina. Aquí no nos hemos cruzado con una sólo barco en tres días. Hoy, por primera vez, algunos pescadores faenando cerca de la costa.
Viajar de este modo nos permite rememorar las pasadas semanas y revisar todo lo que hemos vivido. Degustamos nuevamente las experencias dejadas atrás, algunas ya muy lejanas. Es estimulante saber que aún tenemos mucho por vivir y además, ahora, no tenemos prácticamente nada programado. Vamos a viajar al día sabiendo que salimos de las rutas más transitadas y que termina la temporada alta. Ahora sentimos que el ritmo viajero está asentado en nuestra mente. No existen los días, solo las horas en función del hambre y el sueño. Vivimos juntos y relajados, felices los cuatro. Continuemos adelante.
VIERNES, 22 DE FEBRERO DE 2013
Desembarcamos en Puerto Montt y rápidamente planeamos nuestro viaje hacia Chacao, en la isla de Chiloé. Hemos tenido suerte, al llegar a la estación de autobuses hemos visto que en diez minutos salía nuestro bus. Recorremos los sesenta kilómetros que nos separan de la costa. Puerto Montt y sus alrededores son un hervidero de actividad industrial, tráfico de mercancías y nuevos barrios de casas unifamilares sencillas. Esta ciudad no parece tener ningún interés para el turista pero sí ofrece muy buenas comunicaciones para salir de ella.
Para llegar a Chiloé desde Puerto Montt hay que tomar un bus con el que llegar a Pargua. Este pequeño puerto es la conexión con la isla. Varios embarcaderos reciben a los transbordadores que van y vienen en un constante trasiego de coches, camiones y autobuses. La comunicación es muy fluida. En el ferry hay wifi y aprovecho para comunicarme rápidamente con mi hermana y los amigos por facebook. Una vez en la isla el servicio de Internet será más complicado.
En media hora cruzamos el estrecho y nos bajamos en el primer pueblo: Chacao. Lugar pequeño con pocos atractivos turísticos pero que nos ofrece la calma que buscamos para este primer contacto. Hace tiempo contactamos con un señora que tiene un agroturismo junto a una escuela rural, vamos a ver si la localizamos porque no hemos vuelto a saber de ella.
Nada más bajar del autobús ya chispea. Pasan las diez de la mañana y no parará de llover en las próximas 48 horas. Las nubes nos obligan a un ejercicio de recogimiento y calma. Hemos encontrado a Ariela. Su casa está a dos kilómetros del pueblo. Es un lugar muy agradable, una casa enorme qe hace tiempo debió ser pura vida, hoy sólo viven ella y su hermana. Cuidan de la escuela amenazada por el éxodo rural. Nos cuentan que su vida aquí pende de un hilo: el posible cierre de la escuela y la construcción de un puente que unirá Chacao con Pargua hace que la vida en este pueblo se agote…
Por el momento es posible disfrutar del lugar. No hay nadie más alojado. Ernest y Ferran juegan dentro de la escuela cobijados de la lluvia. Han descubierto la clase de música donde pueden tocar una estupenda batería…
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Tengo un ilusionante sentido de la vida. Estoy convencida de que las personas podemos cambiar el mundo trabajando personal y localmente a través de proyecto colaborativos. Me gusta compartir con mi familia experiencias motivadoras y enriquecedoras. Y difundir algunas de ellas en este blog sobre «nuestro viaje por la vida».
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