Un síntoma inequívoco de la adaptación de los niños a este lugar es que incluso Ernest empieza a hacer uso de expresiones y giros lingüísticos del habla propia del país. Bueno, tal vez sea exagerado. Por lo menos es muy graciosa la normalidad con la que ha incorporado el uso del adverbio de lugar «acá», sustituyendo a «aquí» (por ejemplo, «ven acá», «quedémonos acá», «tráelo acá», etc.).
Lo cierto es que nosotros también nos hemos acostumbrado, a pesar de que al principio andábamos un poco confundidos. Después de todo, no es «harto» complicado y, con un poco de voluntad, se aprende «al tiro». De hecho, los lugareños ayudan bastante, ya que cuando dicen algo que te resulta incomprensible, ante tu cara de circunstancias, te preguntan «cachai, po?». Y si todavía no lo tienes claro siempre puedes decir: «¿Cuánto es?». Y ellos no dudan en repetirlo.
Además todo lugar es bueno para aprender. Si sales a hacer la compra, y vas a por verduras, «al tiro» aprendes que para hacer un hervido necesitarás «papas» y «porotos» o que una crema puede ser de «zapallo italiano» o de «choclo». Si necesitas productos en conserva, debes buscar los «abarrotes». Si quieres un licor o un poco de fiambre, buscarás una «botillería» o una «rotisería», respectivamente. Si quieres un dulce, aprendes igualmente que en todos los lugares te van a ofrecer «manjar». Si te apetece un bocata, asimismo sabrás lo que es un «completo».
Si, en cambio, tiene más hambre y quieres un plato combinado, aprendes que tienes varios «agregados» a elegir, que el pollo no es carne y que la «palta» es el mejor acompañamiento. En cualquier puesto en la playa, el plato estrella son los «locos» y los «ostiones». A la noche, si te apetece tomar un «once», te ofrecerán una «paila» de huevo, siempre con un poco de «pancito». Si deseas refrescarte con un fabuloso jugo de frutas -el favorito de los chilenos es el de «frutilla»-, nunca debes olvidar pedir una «bombilla» para sorberlo. Antes de marchar, no olvides «cancelar» lo que compraste o consumiste: seguro que la cuenta asciende a un puñado de «lucas», y tal vez te den opción de pagar en «cuotas».
Si quieres disfrutar de un espectáculo, entonces debes buscar lugares en donde ofrezcan «entretención». Si los niños te piden insistentemente que quieren ver la tele, puedes ponerles unos «monos». Si deseas una ducha caliente, no debes olvidarte de «prender» el «cálifon». Si estás alojado en un hostal, no debe extrañarte que se refieran a los inquilinos llamándoles «pasajeros».
Y hablando de pasajeros, si subes a un bus y encuentras un «taco» de aquellos en los que no se mueve ni un coche, seguro que acabarás hablando con el que va sentado al lado sobre sus esperanzas de que lo «fidelicen» en la empresa, escuchando a dos «cabros» hablando del último partido del Colo-colo o mirando como dos «pololos» se «regalonean» mútuamente.
En fin, toda ocasión es buena para aprender este curioso dialecto que hablan los chilenos y que, una vez lo conoces, te ayuda a sentirte como en casa.
Tengo un ilusionante sentido de la vida. Estoy convencida de que las personas podemos cambiar el mundo trabajando personal y localmente a través de proyecto colaborativos. Me gusta compartir con mi familia experiencias motivadoras y enriquecedoras. Y difundir algunas de ellas en este blog sobre «nuestro viaje por la vida».
Me ha encantado la entrada. Es bacán!!
A ver si nos juntamos pronto a tomar unas chelas.
Cariños
Vanessa
Hola familia, hay que ver cuantos recuerdos me trae las referencias al habla chilena, como os conté en el 73 vinieron amigos chilenos a quedarse varios años aqui, me llamaba mucho la atencion su acento tan dulce y las palabras que decian. por ellos aprendi a comer la palta y me hicieron buenas empanadas de choclos, también descubri en el corte ingles latas de locos que me gustaron mucho pero que ellos decian que no tenian comparacion a los de Valparaiso , donde pasaban los veranos..decian que el marisco en Chile era de un tamaño mucho mas grande que el de aqui, aunque creo que menos sabroso.
Gracias por compartir. Un beso
Hola de nuevo, tengo que hacer una corrección, mis amigos pasaban los veranos en Viña del mar y no en Valparaiso como habia escrito.
jejeje que bueno! si al final los canarios somos más parecidos a los del otro lado del charco de lo que parece! 🙂 bss familia!!
¡Que bien lo vivís! Habéis dado en el clavo: las diferentes formas de hablar están ahí para comunicarse y no para separarse, como muchos pretenden hacernos ver. ¡Que viva el patrimonio lingüístico mundial, que para eso es de todos!