Ayer hicimos una pequeña excursión por el río Ukika, en las cercanías de las casas dónde viven los descendientes de los antiguos yaganes. Hoy, como hacía un día tan espectacular, nos hemos planteado subir al Cerro Bandera. El Cerro Bandera se encuentra situado en la Isla Navarino y es visible desde Puerto Williams, el pueblecito en el que nos encontramos. Se eleva 610 m.s.n.m. Aunque no es muy alto, debido a la latitud en la que nos encontramos (54º 57′ Sur), el paisaje es alpino.

Vistas del Canal Beagle

Iván y Nury -los dueños del Hostal Miramar– nos han acercado en coche hasta el inicio de la senda a unos 2,5 km del pueblo y hemos quedado que cuatro horas más tarde vendrían a recogernos. Son encantadores y nos han acogido en su casa como si fueramos familia.

La excursión ha sido perfecta. La señalización ideal y el ascenso agotador pero precioso. A través del bosque de lengas hemos disfrutado de la vegetación: árboles diversos, orquídeas, musgos, líquenes y hongos. Y las vistas del canal de Beagle eran maravillosas. Hoy el mar estaba sereno como un espejo, el cielo y las montañas de Argentina completaban la imagen. El Cerro Bandera permite disfrutar de preciosas vistas de Ushuaia y su bahía, también.

Hemos cruzado riachuelos y superado troncos de árboles caídos. Ernest ha hecho el ascenso sin problemas. Ferran, en la mochila, ha dormido una buena parte. Finalmente, a unos 550 m de altitud, hemos llegado al piso alpino, un fuerte viento azotaba el lugar y la vegetación desaparecía. Sin embargo, caminar no era sencillo pues un sinfín de líquenes preciosos cubrían el suelo. Finalmente hemos coronado la cima de tan sólo 590 m donde una enorme bandera recuerda a los vecinos del norte del canal que este territorio es chileno… Desde el Cerro Bandera hemos admirado todo el territorio de Tierra de Fuego y, en familia, hemos sentido la fuerza de la vitalidad y de la energía que nos recorre estando juntos.

El 28 de enero de 1833 el capitán Fitzroy navegó hacia el norte a través del canal de Murray «con un viento fresco y agradable» ondeando en las velas de las dos balleneras, una de las cuales transportaba a Darwin. Cuando entraron al Canal Beagle, Darwin quedó atónito por lo que contemplaba: «Para nuestra sorpresa el día era muy caluroso, tanto que nuestra piel estaba ardiendo; esto es una novedad en Tierra de Fuego. El Canal Beagle es aquí muy impresionante, la vista en ambas direcciones no tiene interrupciones, y hacia el oeste se extiende hasta el Pacífico. Un canal tan estrecho y recto en longitud por cerca de 120 millas debe ser un fenómeno raro que nos recordó un brazo de mar, por el número de ballenas que abundan en ambas direcciones«.

En el Parque Omora de Puerto Williams preservan el delicado bosque antártico y su diversidad

Tras la excursión al Cerro Bandera, estudio un poco de la fauna y la flora de la región en diversos libros que hablan también sobre los viajes de los navegantes del siglo XIX, escucho la música en la radio que Nury tiene conectada. Me gusta escuchar estas canciones pop de músicos chilenos y argentinos, también españoles. Me tomo un té calentito y a través del los ventanales siento que el día se va oscureciendo, probablemente hoy llueva. 

 Algunas de las plantas que vimos en Punta Arenas son las mismas que pueden encontrarse aquí. En la medida que penetras en los bosques y asciendes en altitud, la diversidad florística aumenta. En apenas 600 metros alcanzas el piso alpino. En las zonas más protegidas por el viento, los bosques suben un poco más por las laderas. Las especies arboreas dominantes son las fagaceas: coigüe de Magallanes (Nothofagus betuloides), lenga (N.pumilia) y ñirre (N.antártica). Además destaca por sus hojas grandes y de verde intenso el canel (Drymis winteri)   

 Entre los arbustos encontramos matanegra (Chiliotrichum diffusum), chaura (Pernettya mucronata), notro (Embothrium coccineum) y calafate (Berberis buxifolia) y la zarzaparrilla (Ribes magellanicum P.)   El apio marino (Apium antarticum o A. australe Th.) al que ya hace referencia James Cook en sus viajes a principios del XIX y multitud de gramíneas y compuestas llenan el campo ahora con sus flores, como las margaritas (Bellis perennis). Y destacar, como siempre, las orquídeas. 

Planificar la ruta y tener en cuenta nuestras limitaciones (Isla Navarino, Chile, 2013)

Pero quizá lo más impresionante sean los bosques en miniatura formados por más de 1.500 especies distintas. Musgos (Dicranoloma, Bartrania, Plagiochila, Acrocladium, Lepyrodon...), líquenes (Slicia, Chrysolhrix, Nephroma, Pseudocyphellaria…) y hepáticas.   Por último, los bosques submarinos donde destacan los kelps o cordones de algas pardas: el huiro (Macrocystis pyrifera), el cochayuyo (Durvillaea antartica) y diversas especies del género Lessonia

El 1 de junio de 1834, Darwin anotó en su diario que «el número de criaturas del todos los órdenes, cuya existencia depende íntimamente de los kelps, es maravilloso. Podría escribirse un gran volumen con la descripción de los habitantes de una de estas camas de algas. Cada vez que examiné un kelp, nunca fallé en descubrir estructuras nuevas y curiosas. […] Si en alguna parte se destruyera un bosque, no creo que mueran tantos animales como lo harían aquí al destruirse un bosque de huiro o kelp».   

BIBLIOGRAFÍA: La ruta de Darwin en los archipiélagos del Cabo de Hornos. Ricardo Rozzi y Kurt Heidinger.

Otra actividad que hemos hecho en familia es visitar la Reserva Omora: una zona de protección estricta donde hay una ruta etnobotánica muy bien dispuesta. El sendero es sencillo y ofrece la observación de multitud de especies destacando los musgos, líquenes y hepáticas.  Podéis conocer más detalles de sus trabajos en su página de Facebook.

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