¿Conclusión? Los métodos mecanicistas han triunfado durante años porque eran útiles y todo lo que es útil no se cuestiona… hasta que deja de serlo, claro. Ahora, estamos en un momento clave. Los momentos de crisis son momentos privilegiados para cuestionar los sistemas, entre ellos el sistema educativo. O bien nos dedicamos a buscar otro modelo educativo mecanicista que nos resuelva los problemas a corot plazo, o bien ponemos en cuestión este modelo y devolvemos al niño el protagonismo de su educación. Educar en el asombro es optar por lo segundo.
Estamos en una cruzada por la libertad, pero nunca ha habido tanta gente «teledirigida» en su vida «por lo que se lleva», en busca de su propia identidad. No hay libertad sin voluntad. No hay voluntad sin motivación que nace desde dentro. Pero tan solo será sostenible la motivación si es auténtica, si radia desde el interior de cada ser humano, si nace en el corazón y en la inteligencia, movida por el asombro. ¿No sería esta capacidad de asombro lo que nos hace ser «más personas», porque actuamos por convicción, por nosotros mismos, sin ser esclavos de una fuente de motivación externa?
Catherine l’Ecuyer