Viajar es sorprenderse, dejarse sorprender. Hay lugares que te enamoran de manera inesperada, como las personas. Hay personas con las que conectas repentinamente, sin esperarlo. Lo mismo ocurre con ciertos lugares, que te llegan rápidamente al alma. Eso nos ocurrió cuando llegamos a la Provenza, al sureste de Francia. A pesar de ser verano y del terrible calor, nos enamoramos de ella y comprendimos que regresaríamos, sin dudarlo. En este post os vamos a contar por qué nos enamoramos de la Provenza.
Situada entre los Alpes y la Costa Azul, la Provenza es una región de Francia de gran belleza. Con un diversidad paisajística increíble y un bagaje cultural admirable, además su pasado histórico ha dejado en ella muchos testimonios de su pasado esplendor. Pero, aún hoy, su importancia estratégica y sus atractivos, la hacen muy interesante. Para nosotros, además, hay muchos elementos que enlazan con la historia del Reino de Valencia, algo que puede verse en su bandera y en su escudo.
La Provenza es una región agrícola cubierta por extensos campos de viñedos, vides, almendros y diversos frutales. Pero, si algo la hace especialmente conocida, son sus campos de lavanda que florecen en junio y llenan todo de un intenso color morado.
En la costa, importantes ciudades como Marsella, concentran numerosa población y, en su interior, pequeños pueblos se distribuyen por sus colinas y valles. La ciudad de Aviñón es escenario de un Festival de Teatro que en verano atrae a miles de turistas.
Con el típico clima meditarráneo, el verano es muy caluroso y, para nosotros, esto desaconseja visitar esta región en esta época del año. Sin embargo, la mayoría no tenemos otra alternativa y es por eso que tantas personas acuden a recorrerla en los meses de julio y agosto y, por ello, sus bonitas playas y calas están abarrotadas. En los pueblos del interior, las noches son más frescas y una ligera brisa acompaña al paseante al anochecer.
Sus pueblos son muy bonitos. Con casas cuidadas de piedra o lucidas con tonos claros, las típicas contraventanas de madera de diversos colores dan un toque único a sus calles. Muchas veces estos colores están decolorados o son de color pastel, dándole un matiz muy romántico y nostálgico al conjunto.
Sus tiendas de recuerdos son todo un trabajo de creatividad y cuidado. Los escaparates muestran un montón de detalles preciosos. Pastillas de jabón, esencias de aromas diversos, cuadros al óleo y acuarelas, mermeladas, aceites, vinos y otros sabrosos reclamos. Incluso, algo único que nunca habíamos visto, chicharras talladas en madera. Sí, chicharras, ese ruidoso insecto que todos oímos en las calurosas jornadas de verano pero que aquí son especialmente grandes y que hacen mucho ruído. Las chicharras son uno de los símbolos de la Provenza.
El pasado ha dejado en la Provenza muchos testimonios de gran interés. Marsella fue ciudad griega y, Narbona, fue fundada por los romanos a finales del segundo siglo antes de Jesucristo. Hoy podemos visitar lugares únicos como la Arena y el Teatro romanos en Arles. Y muchos castillos que nos cuentan su pasado ligado a las cruzadas y a los Cátaros, por ejemplo.
Y, si hay algo que especialmente nos ha gustado, es seguir los pasos del pintor Vincent Van Gogh. Un hombre de vida revuelta y perturbada, que sufrió más de lo que fue feliz, sin duda. Un pintor que encontró en esta región su inspiración y que logró evocar en sus lienzos la luz, el color, la belleza de los paisajes provenzales. Incluso en sus peores momentos, aquí encontró el espacio para pintar, «como un loco», y dejarnos una extensa obra que ahora podemos admirar.
ARLES
Arles es una ciudad blanca y deslumbrante. La piedra que han utilizado desde antiguo para construir sus edificios hace que tenga un color muy especial. Aunque algunas calles parecen olvidadas y poco cuidadas, aunque algunas de sus ventanas están viejas y deterioradas… es una ciudad magnífica. Su centro histórico y sus ruinas romanas son de gran belleza.
Es posible seguir un recorrido que nos permite reconocer algunas de las 300 obras que Van Gogh pintó en los 15 meses que pasó en esta región. Es la Ruta del Impresionismo. Ernest y Ferran nunca habían oído hablar del pintor y, al principio, nos miraban sorprendidos cuando les arrastrábamos por las calles de la ciudad y sus alrededores buscando los cuadros de Van Gogh. Así logramos localizar «La Casa Amarilla», el «Café la Nuit», «El Puente» y algunas otras.
AVIGNON
Paseamos por Avignon (Aviñón) bajó un sol implacable. La verdad es que nos sentimos desbordados por la cantidad de turistas que nos encontrábamos allí. En un principio pensamos en salir corriendo de la ciudad pero, finalmente, compramos las entradas para visitar el Palacio Papal en la página web y, en pocos minutos -sin hacer colas- estábamos recorriéndolo.
La visita es muy divertida e interesante. La entrada incluye la audioguía y una pequeña tablet en la que vas leyendo mucha información y viendo como eran las diversas estancias «de manera virtual». Además, hay que hacer una búsqueda del tesoro intentando localizar diversas monedas en lugares secretos para guardar en un cofre. Nuestros hijos se lo pasaron genial mientras todos nos quedábamos admirados conociendo los detalles de este palacio y de su historia.
Habíamos comprado la entrada combinada al palacio y al puente de Avignon así que también fuimos a visitarlo tras la comida. Con la audioguía aprendimos cosas muy curiosas sobre su construcción y nos bailamos unos pasos de la famosa canción.
El río Ródano surca la ciudad y muchos barcos hacen trayectos (cruceros) que deben ser una gozada. Realmente es una ciudad magnífica pero, el calor y la cantidad de visitantes, nos animaron a decidirnos a regresar en otra época del año.
LES BAUX EN PROVENCE
¿Cómo pudieron construir esa fortaleza en aquel risco estrecho y afilado? Desde luego que la necesidad de protegerse de las invasiones y los robos, el miedo, llevó a los pobladores de Les Baux en Provence a construir un admirable castillo junto a su bonito pueblo. Este pueblo esta catalogado como uno de los pueblos más bellos de Francia y es que su ubicación es increíble y el pueblo, encantador.
Su castillo data del siglo XI y la visita es muy interesante. Las vistas de las montañas son inolvidables y no podemos dejar de pensar cómo debe ser admirar la salida o la puesta de sol desde allá arriba. Lo escarpado de las montañas hace que el lugar elegido sea una punto de control ideal sobre la llanura que se divisa a lo lejos. El recorrido está organizado para visitar cada punto del castillo y, además, hay talleres y actividades pensados para toda la família.
El pueblo es además muy bonito y muy turístico también. Infinidad de restaurantes, tiendas de souvenirs, galerías de arte… El conjunto es un buen lugar para pasar una mañana o una tarde en familia.
CARRIÈRES DE LUMIÈRES
Bajo el macizo pedregoso de Les Baux en Provence se oculta un espectáculo único: Carrières de Lumières. No sabemos quien sería la persona que pensó en utilizar una vieja cantera para crear un spectáculos de pintura y música como este pero, lo cierto, es que fue una idea muy acertada. Disfrutar del arte de esta manera en un lugar así no deja de sorprendernos.
Descubrimos este lugar un poco por sorpresa y, realmente, no sabíamos lo que íbamos a encontrar tras cruzar la pequeña puerta negra que nos separaba del exterior de la montaña. Lo que encontramos fue un amplio espacio muy oscuro, de paredes rectas y ángulos geométricamente cortados de grandes dimensiones. Sobre esas paredes se empezaron a proyectar diversas imágenes combinadas con música. Primero vimos el espectáculo «Flower Power» y después «Picasso y otros artistas españoles». No os vamos a contar detalles porque es mejor vivirlo pero fue una experiencia inolvidable.
Cada año la proyección varía y se elige una temática diferente en base a aniversarios o conmemoraciones especiales. Las creaciones son siempre muy originales y la sensación es de sentirte dentro de un gran cuadro que se mueve, aparece, se transforma… La acústica es perfecta y te envuelve. Además, es posible visitar una zona de la cantera y conocer cómo era el lugar anteriormente. Un lugar curioso y especial.
SAINT REMY DE PROVENCE
Elegimos Saint Remy para acampar sin saber que realmente era un lugar relevante. Un pueblito precioso que, además, estaba unido a la biografía de Vincent Van Gogh porque allí está el sanatorio donde estuvo ingresado por un tiempo y pintó algunos de sus cuadros más conocidos. Fue su época más prolífica, según dicen.
Visitar el monasterio-sanatorio es un paseo delicioso. Su claustro, su huerto, los campos de olivos y de lavanda y de girasoles, la habitación de Vincent. Encontraréis reproducciones de todos los cuadros que pintó allí en el lugar donde se inspiró.
Saint Remy se enorgullece de su calles cuidadas y bellamente decoradas. De sus casas tan bonitas, sus bonitas tiendas, creperías, heladerías y restaurantes. Está situado en un lugar perfecto para visitar la Provenza haciendo cortos trayectos de ida y vuelta. Además, posee un interesante yacimiento arqueológico: Glanum. Y se encuentra muy cerca del macizo montañoso de Los Alpilles, un buen lugar para hacer excursiones.
Sin duda que La Provenza es una región que permite pasar unas largas vacaciones. Nos hubiera encantado visitar los pueblos del norte y, también, la costa. Realmente Francia no deja de sorprendernos: cada región es única y especial. Estamos deseando regresar y seguro que lo haremos.
¿Donde nos alojamos en Saint Remy? Elegimos el camping Monplaisir, desde el cual podíamos ir andando al centro del pueblo. En Francia nos gusta alojarnos en campings municipales que son muy bonitos y económicos. Monplaisir no era un camping municipal y, por ello, era algo más caro, pero sus instalaciones eran estupendas y el personal encantador.
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Tengo un ilusionante sentido de la vida. Estoy convencida de que las personas podemos cambiar el mundo trabajando personal y localmente a través de proyecto colaborativos. Me gusta compartir con mi familia experiencias motivadoras y enriquecedoras. Y difundir algunas de ellas en este blog sobre «nuestro viaje por la vida».
Genial el post! La Provenza enamora!! Es muy cierto! Nosotros también estuvimos en julio con los niños y coincido en que son inolvidables todos los lugares de los que hablas!! pero, a parte de los pintorescos pueblecitos, hay tres planes en la naturaleza que no podéis dejar de hacer para la siguiente! Los extensos campos de lavanda de Valensole, que aún me emocionan en la memoria; un paseo en barquito por las gargantas del verdon y una ruta por las calanques desde Cassis para acabar en calitas turquesas….y me encantaron los pueblos de Gordes y sobretodo Moustiers sainte Marie! Sin duda un destino que cautiva!!! Un beso y enhorabuena por el blog
Muchas gracias por tus consejos, Helena! Nos lo apuntamos. Estamos deseando regresar y seguro que lo haremos y nos apuntamos tus planes para disfrutar a tope. Ójala podamos ir en meses que no sean pleno verano porque el calor… nos mata! Y nos alegramos de que te guste el blog! Lo escribimos con mucho cariño. Feliz otoño y felices viajes!
me interesa este viaje.
Te lo recomendamos, es un destinos estupendo, especialmente en primavera y otoño.