Tras su excepcional temporada de teatro, celebrada durante seis jornadas consecutivas en las que toda la comunidad disfruta del talento artístico de niños y niñas y de la plasmación escénica los variados conocimientos que han atesorado a lo largo del curso, ya sea en torno a fábulas, a la mitología nórdica o las narraciones fundacionales de la cultura grecorromana, según los grados, la Escuela Caracol finaliza el curso del 2019 con las ceremonias de clausura de Infantil y Primaria, antes de celebrar la fiesta del farol.

Representación de teatro de 6º curso

La ceremonia de clausura de Infantil nos sorprendió por lo formal y cuidado de su puesta en escena. Los niños y niñas que finalizaban el ciclo protagonizaron el evento, sentados en pequeños y engalanados tronos, vistiendo sus mejores galas para tan señalada ocasión. El acto estuvo repleto de discursos sentidos de agradecimiento a las familias y al equipo docente. Hubo numerosos regalos y obsequios. Las familias participaron con la preparación de una sencilla pero trabajada obra teatral inspirada en una divertida fábula. Poemas, cuentos y gestos llenos de simbolismo acompañaron el adiós de estos niños y niñas del Kindergarden y su bienvenida a la Primaria, prevista para el próximo curso.

Ceremonia de clausura de infantil

La ceremonia de clausura de Primaria, celebrada al día siguiente, nos llamó la atención por la exhibición de ingenio y creatividad que demostró la comunidad educativa para organizar un acto muy vistoso y protocolario con medios escasos. Bien dispuestos en el patio, los pupitres de todo el alumnado sirvieron para levantar un vistoso escenario, decorado con sábanas, flores, toldos y lonas prestadas o guardadas de un curso para otro. Con paciencia y maña, un par de familias prepararon las preciosas letras doradas que componían el lema del evento. Unas mamás armaron unos bonitos centros de florales. Un par de amigos de la escuela amenizaron el acto con deliciosas interpretaciones musicales antes y durante el evento.

Ceremonia de clausura de primaria

Maestros y maestras ensalzaron las cualidades humanas y los méritos académicos de los alumnos que se graduaban. Los padrinos que habían sostenido económicamente a los alumnos cuyas familias no disponían de recursos suficientes para costear la escolarización en el colegio durante la Primaria ocuparon un lugar destacado y fueron reconocidos por su altruismo y generosidad. Todo el acto estuvo lleno de regalos, detalles, y palabras de agradecimiento. Sin lugar a dudas, un broche memorable para el alumnado que finalizaba una importante etapa de sus vidas en la Escuela Caracol y que se abría a un futuro que aún está por escribir. Y es que, en este país, tener la oportunidad de acabar la etapa de escolarización en primaria aún es un privilegio para muchos jóvenes.

Ferran y sus compañeros de clase en la fiesta del farol

El curso escolar termina en la Escuela Caracol con la fiesta del farol, que se celebra en la tarde de un sábado. Reunida la comunidad cerca de la escuela, encienden los faroles de papel que los niños y las niñas han confeccionado en la escuela, entonan canciones e inician un recorrido por las calles de San Marcos. Emociona el modo tan sencillo e inocente cómo esta comunidad irradia su luz en su entorno más inmediato: familias enteras portando pequeños y resplandecientes faroles que recuerdan a todos la importancia de cuidar y respetar la infancia, ofreciéndole un espacio en el que su luz interior crezca y resplandezca.

Momentos antes de iniciar la fiesta del farol

En medio de un mundo como el actual, dominado por el interés y el materialismo, la apuesta educativa de la pedagogía Waldorf en favor del arte y del puro saber desinteresado -aquel que nace genuino amor al conocimiento-, es como una pequeña llama resplandeciente de esperanza en mitad de la oscura noche del mero saber instrumental y del afán de lucro y poder que lo sustentan.

Un niño sostiene su farol

Porque, como dijo Schiller en sus célebres Cartas sobre la educación estética de la humanidad: “Quienes no conocen otra escala de valores que el esfuerzo con vistas al provecho y la ganancia tangible, ¿cómo podrían ser capaces de valorar el silencioso trabajo del gusto, que transforma la apariencia y el ser interior del hombre”? Porque solo el arte y el saber liberan al espíritu humano de sus vanos afanes, mediante la iluminación interior que procede de la contemplación y el goce de lo bello y de la verdad. Es así como “En cuanto se hace la luz en el hombre [y en la mujer, por supuesto], desaparecen las tinieblas a su alrededor.”

Maestros, familias y niños reunidos para iniciar el pasacalles

Pero lo cierto es que, hoy en día, el resplandor de la verdad y de la belleza están amenazados en todas partes, incluso en el seno de las escuelas Waldorf. Ya lo advirtió Rudolf Steiner, hace 100 años, cuando empezó la primera escuela Waldorf, haciéndose eco de una leyenda en su obra Mani y el maniqueismo: en nuestro mundo, el Reino de la Luz aparece confundido con el Reino Material de las Tinieblas.

Al finalizar nos reunimos en la escuela para clausurar el curso académico

«Según esta leyenda, los espíritus de las tinieblas quisieron una vez invadir el Reino de la Luz y quisieron conquistarlo, pero no lo consiguieron. Tenían entonces que ser castigados por el Reino de la Luz pero en él −y les pido que se fijen− no había nada malo, todo era bueno, de modo que los demonios de la oscuridad sólo podían ser castigados con algo bueno. Los espíritus del Reino de la Luz tomaron una parte de su propio reino y lo mezclaron con el Reino material de las Tinieblas, introduciéndolo en él. Como una parte del Reino de la Luz se había fundido con el Reino de la Oscuridad, se engendró en el reino tenebroso una masa ácida, una sustancia en fermentación que sometió al Reino de las Tinieblas a una caótica danza espiritual, con lo cual recibió un nuevo elemento: la muerte. De ese modo, ese reino se devora constantemente a sí mismo y lleva consigo el germen de su propia aniquilación. Al tener lugar ese proceso, surgió el género humano. El Hombre Primordial es, pues, precisamente lo que el Reino de la Luz envió para mezclarse con el Reino de las Tinieblas y para vencer, por medio de la muerte y venciéndolo en sí mismo, lo que no ha de existir en el Reino Oscuro. El profundo pensamiento que aquí subyace consiste en que el Reino de la Luz no ha de vencer al Reino de la Oscuridad con el castigo, sino con la benevolencia, es decir, no yendo contra el Mal, sino mezclándose con él a fin de redimirlo. El Mal se vence porque una parte de la luz penetra en él.»

Una maestra lee un cuento para cerrar el acto

Steiner expuso una larga serie de tendencias siniestras que amenazan con apagar la luz y sumirlo todo en las tinieblas: el materialismo, el egoismo, el cientifismo, el economicismo, el legalismo, el pragmatismo, el tecnicismo, el intelectualismo, el sectarismo… Cada una de estas tendencias está presente y se manifiesta en nuestro tiempo de forma intensa y pertinaz. No es sencillo lidiar con ellas por mantener viva la llama de la dimensión anímica y espiritual -la libertad profunda- que constituye la esencia del ser humano. Esta contienda entre la luz y la oscuridad se da en cada comunidad y en cada ser humano. Nadie está libre de ella. Al contrario, es la razón de ser de nuestra existencia. Porque la libertad no es un don, sino el fruto de una conquista social y espiritual, a través del arte, el conocimiento, la educación y la cultura.

Los faroles se disponen recordando a la espiral de adviento

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La fiesta del farol nos recuerda, cada año, cuando se acerca el solsticio de invierno, que la amenaza de la oscuridad siempre está presente. Sin embargo, nuestra luz interior, protegida y alimentada, será el inicio de un nuevo renacer. Una nueva primavera está por llegar si protegemos con mimo nuestra luz interior y la de nuestra comunidad.

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