Hay días perfectos. En un viaje largo, como en otros momentos de la vida, no todas las jornadas salen como una las programa. En nuestro viaje por Suiza y el sureste de Francia del verano de 2018 recorrimos un sinfín de parajes espectaculares. Lugares muy diferentes y todos encantadores. Sin embargo, algunos de ellos se quedaron en nuestra memoria como un día memorable y, uno de ellos, fue la excursión a la cascada Giesbach o Giesbachfälle en Brienz.
Interlaken es muy conocido en Suiza porque se sitúa entre dos enormes lagos alargados. En medio de un antiguo valle glaciar y enmarcado por grandes montañas de altitudes sobrecogedoras. En el extremo más oriental del lago Brienzersee está Brienz. Como muchos pueblitos suizos, gran parte de sus casas se apilan encajadas en las paredes montañosas en un equilibrio casi imposible.
A pocos quilómetros del pueblo, un poco más arriba en la montaña, está el Granhotel Giesbach que tuvo un pasado romántico y glamuroso. Aún hoy es un hotel coqueto que recibe a muchos viajeros en su visita al país alpino. Entre bosques de abetos y árboles caducifolios este hotel mira al gran lago y a la bonita cascada que se descuelga a sus espaldas.
La carretera sinuosa llega desde Briezz hasta el aparcamiento público en el que es fácil dejar el coche si no se llega muy tarde. La carretera continúa pero solo se permite el acceso a los usuarios del hotel. Dejamos allí nuestro coche y pagamos la tarifa de 5€/día (es la tarifa habitual en la mayor parte de los aparcamientos en este país en el que es casi imposible encontrar un aparcamiento gratuíto).
Hay varios senderos en la zona pero nosotros tomamos el más habitual que lleva hasta la cascada. El caminito sube por el margen izquierdo y hay varios puentes que ofrecen preciosas vistas de la cascada. También son admirables las vistas del hotel y el lago Brienzersee… el encuadre para la foto es perfecto.
El camino sigue subiendo aunque la mayor parte de los visitantes se limitan a llegar al paso que permite recorrer la cascada por detrás de la caída de agua. Uno de esos momentos que a todos nos gustan ¿verdad? Nosotros seguimos subiendo y disfrutando del sendero ya solos. Almorzamos junto a la cascada admirando las vistas.
Después decidimos bajar y llegar hasta el lago para disfrutar el resto del día. El sendero desciende junto a la vía del funicular que servía -y sigue sirviendo- para bajar y subir del lago cómodamente. Pero merece la pena bajar a pie para admirar los rincones y cascadas que encontramos a nuestro paso. Una vez en el lago, desde la estación del funicular, parte el estrecho camino Uferweg Giessbach que nos lleva hasta el pueblo de Isetwald. Isetwald es un pueblo de cuento que se levanta sobre una pequeña península que se introduce en el lago.
Teníamos ilusión de encontrar algún rinconcito donde extender nuestra manta de picnic y poder pegarnos un chapuzón en el lago pero no fue posible. Es algo habitual en estos lagos de montaña porque la pendiente de las laderas es tan fuerte que no hay espacio más que para estrechos senderos. A pesar de ello, hicimos una larga caminata, disfrutamos de las vistas y nos detuvimos a comer en uno de los bancos que encontramos en el trayecto.
Para regresar al hotel y al aparcamiento tomamos el bonito funicular rojo. A penas había gente a esas horas de la tarde y nos encantó la serenidad de este recorrido de ascenso entre bonitos árboles y bellas cascadas con espectaculares vistas al lago.
Fue una jornada perfecta y, además, con el único gasto de pagar por el parking y el ticket del funicular para los adultos. Cuando unas semanas después recorrimos la Selva Negra no pudimos dejar de sentirnos un poco molestos cuando nos pedían pagar una entrada para poder acceder a los senderos que dirigían a algunas de las cascadas. Suiza es famosa por ser un país muy caro, y lo és, sin embargo, siempre entramos libremente a todos los caminos y senderos que recorrimos en nuestras excursiones familiares.
También te puede interesar:
Aún nos quedan muchas de las actividades que hicimos en Suiza en nuestro viaje del verano 2018. Hay muchas opciones y, realmente, Suiza merece mucho tiempo para conocer sus rincones con tiempo y esmero. Senderos, montañas y cascadas como Giesbachfälle os esperan en cada valle.
Tengo un ilusionante sentido de la vida. Estoy convencida de que las personas podemos cambiar el mundo trabajando personal y localmente a través de proyecto colaborativos. Me gusta compartir con mi familia experiencias motivadoras y enriquecedoras. Y difundir algunas de ellas en este blog sobre «nuestro viaje por la vida».
Comentarios recientes