Empecé a despertar aquella mañana tras un delicioso desayuno con «una meravigliosa spremuta di arance rosse, le sanguinelle». En aquella casa se sentía la alegría de aquella madre que recibía a su hijo tras muchos meses. Sonaba el piano en el salón iluminado por el sol. Casi podría haberme ido a la cama a dormir nuevamente porque aquel ratito ya justificaba haber vivido aquel día.  Pero no fue así,  obviamente, aquella isla estaba esperándome para descubrirla y yo quería exprimir cada hora al máximo.
Diana cazadora (Siracusa 2007)

El viaje desde Augusta a Siracusa es bonito pero, a la vez, deprimente, ya que has de pasar por 18 km de costa invadidos por refinerías de petróleo y otras industrias químicas. Decenas de chimeneas, tubos y tuberías, bastante envejecidos, hacen de la costa un escenario fantasmal que no encaja entre aquel maravilloso mar azul y las verdes colinas de la costa oriental de la isla. El progreso renuncia a la autoexigencia en aspectos medioambientales y, como en otros muchos lugares del mundo, ofrece empleos a cambio del deterioro del entorno. Kilómetros de costa contaminada pero alejada de las grandes urbes de modo que la mayor parte de los italianos desconocen los efectos del refinado de esos productos petroquímicos que ellos utilizan cada día.

Bodegón de verduras (Sicilia, 2007)
Siracusa fue la primera parada de nuestro recorrido por la costa oeste de la isla. Esta ciudad bien merece un «post» pues sus avatares son fuente de inspiración para historias y leyendas. Su teatro y anfiteatro griegos, la Oreja de Dionisio -una increíble formación geológica-, su catedral y sus palacios. Todos ellos son testimonios de la grandeza de esta ciudad, de la importancia de esta isla situada en el corazón del Mediterráneo. La zona más antigua de la urbe recibe el nombre de Ortigia, en recuerdo a la diosa Diana a la que fue consagrada la ciudad por los griegos. Es en realidad una pequeña isla que entre ruinas de viejos templos invita a pasear y a relajarse disfrutando del sonido y del aroma a mar.
Oreja de Dionisio (Siracusa, 2007)
Es imposible salir de allí sin haber aprendido muchas cosas, entre ellas, recordar para siempre a su más insigne residente: Arquímedes. Aquel matemático, astrónomo, físico, ingeniero y filósofo, en definitiva, aquel sabio que vivió en el siglo III a.C. Conocido por su famoso principio que le sirvió para determinar si la densidad de la nueva corona de Hierón II había sido fabricada totalmente con oro, además nos dejó muchos inventos y anécdotas que se difuminan entre la leyenda y la realidad. Murió en la Segunda Guerra Púnica en la que participó creando ingeniosas armas para defender su ciudad.
Ragusa (Sicilia, 2007)

Cerca de Siracusa están las ciudades de Noto y Ragusa. La belleza arquitectónica de sus edificios, el conjunto urbanístico refleja el trabajo y la exquisitez de su población. Pasear por sus calles es como hacerlo en un museo al aire libre. Descubrir la historia de estas ciudades milenarias no deja de asombrar al visitante. La tarde fue cayendo y junto a algunos amigos disfrutamos de una encantadora velada en aquel rincón del Mediterráneo.

Detalle de un balcón en Noto (Sicilia, 2007)

Nuestra siguiente parada fue Taormina. Llegamos hasta allí conduciendo nuestro coche alquilado con la valentía suficiente para lanzarnos por aquellas carreteras donde los sicilianos «guidano come pazzi» (conducen como locos). Situada sobre el monte Tauro, el emplazamiento de esta ciudad y su famoso teatro greco-romano hacen que sea uno de los puntos más visitados en Sicilia. La belleza del mar, sus playas y la vista de la ladera norte del volcán Etna bien merecen un paseo por sus calles a pesar de las aglomeraciones de turistas que nos reuníamos allí.

Taormina (Sicilia, 2007)

El mar Jónico lucía inmenso, azul, claro, el pueblo precioso, el sol magnífico pero incapaz de disipar las brumas que cubrían el volcán Etna. Nos sentamos bajo un árbol en la plaza Vittorio Emanuele a comernos una «schiacciata di spinaci» y un helado. Después descendimos caminando y recorrimos, junto al Corso Umberto, las famosas Naumachie. Aquellas grandes cisternas obra maestra de los ingenieros romanos. Poco después abandonamos Taormina de camino a Randazzo. Todo allí estaba construido en piedra volcánica, desde la Puerta Aragonesa, al Ayuntamiento o la Chiesa di Santa Maria. Fue un atardecer inolvidable en las faldas del volcán.

Valle de los Templos, Agrigento (Sicilia, 2007)

Otras jornadas las dedicamos a visitar la Villa Imperiale del Casale en Piazza Armerina, una villa patricia en la que se puede conocer de primera mano las características de las mansiones romanas en las que sus propietarios disfrutaban de todo tipo de lujos y comodidades. Desde allí no hay que dejar de visitar Agrigento que fue una de las regiones más ricas de la Magna Grecia. Griegos, romanos, cartagineses, árabes, ostrogodos, bizantinos… Tantos pueblos han pasado por Sicilia y han dejado en ella su huella.

Valle de los Templos, Agrigento (Sicilia, 2007)

En Agrigento quedan testimonios de todos ellos pero es sin duda, el Valle de los Templos, construido durante los siglos VI y V a.C. su principal atracción. Pasamos la soleada mañana vagando por aquellas construcciones imponentes mientras escuchábamos en una audioguía los detalles de cada uno de aquellos templos. Entre campos de almendros en flor, olivos y algarrobos, los templos de Hércules, de la Concordia, de Hera, de Zeus y otros muchos, lucen magníficos a pesar de que el tiempo va dejando huella en ellos. Desde aquella planicie uno puede imaginar perfectamente los enfrentamientos bélicos que se llevaron a cabo en sus costas hace siglos y uno se pregunta cómo los seres humanos somos capaces de hacernos daño y pasar por encima de tanta belleza.

Cráteres auxiliares del Monte Etna (Sicilia, 2007)
Nos despedimos de la isla ascendiendo una parte del Volcán Etna que con sus 3.322 m de altitud es el volcán activo más alto de Eurasia. Llamado Gibellu por los sicilianos permanentemente condiciona la vida de los residentes de las poblaciones cercanas. Sobre todo a la gran ciudad de Catania que ha sido destruida en múltiples ocasiones por la furia imparable de este coloso. Pero sus habitantes resisten y desafían a la gran montaña cada día. La carretera que sube desde Nicolosi hasta Rifugio Sapienza es espectacular. Atraviesa las grandes coladas de lava de las erupciones de 2001 y 2002. Te encuentras en un paisaje lunar, abrupto, de piedras retorcidas donde líquenes y musgos señalan las coladas más antiguas. Algunos pinares dispersos, casas abandonadas y destrozadas por la erupción. Cráteres diseminados aquí y allá.
Monte Etna desde Catania (Sicilia, 2007)
A partir de los 1.900 m.s.n.m. aparecía la nieve y por ello nos atrevimos a llamar «Monte Cebra» a aquel lugar debido a la combinación de la lava negra y las bandas de nieve que cubrían gran parte de los materiales volcánicos. Subir aquellos cráteres de piroclastos es tarea bien difícil pues su pendiente es muy pronunciada y retrocedes un buen trecho a cada paso. Pero bien merecía la pena el esfuerzo porque la combinación de colores y texturas cambiaba por momentos. «La funivia» te permite llegar hasta los 2.500 m. Allí,  flanqueados por enormes bloques de nieve y el vapor del agua que se evaporaba permanentemente ante la elevada temperatura del suelo, nos sentimos transportados a un paisaje tenebroso e irreal. Allá abajo estaba Catania y el mar, la vida seguía ante la mirada de esta majestad geológica.
Granita di Gelso
Cualquier momento puede ser bueno para visitar Sicilia pero sin duda, la primavera, es el momento perfecto. Sus campos llenos de flores, los cereales creciendo, la luz azulada… Pero además, si uno acude en Pascua, se tiene la oportunidad de vivir momentos importantes de las tradiciones religiosas de sus habitantes. Además, es el momento de encuentro de las familias que celebran la resurrección de Jesús, el momento más importante en la tradición cristiana. Y como siempre, todas estas celebraciones son momento para la comida, la degustación de platos tradicionales en cantidades que superan con creces nuestras expectativas. Vienen a mi mente todos aquellos platos que sirvieron en la mesa familiares y amigos en las numerosas «tavolata» que compartimos.
Dulces de Pasqua (Sicilia, 2007)

Rotolo di tonno, impanate di spinaci e salsicce, melanzane ripiene, insalata di polpo, parmigiana, pizzolo, salsicce di Palazzolo, pane con pomodorini secchi e mozzarella, pasta al forno, pesce spada, involtini con patatine, agnello, calamari ripieni, formaggi con pistacchi, fungi diversi, sfoglia di mozzarella, trofiette al pistacchio di Bronte, spaghetti con acciughe, arancini, caponata, spaghetti al nero di seppia, maccheroni alle sarde… Y los dulces: cioccolato di Pasqua, colomba pasquale, mandarini, granita di gelso, cassate, cannoli di ricotta y caffé. A pesar de ser una isla, Sicilia es infinita, inacabable, como su gastronomía…

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