Todo verdadero escritor habita en la nostalgia y se nutre del recuerdo. Las palabras que aboca sobre el papel evocan pedazos del vivir, como quien rescata náufragos de pozos oscuros y sin fondo. Cada palabra es un vivero de gozos y sinsabores, restos sobre la playa de un trágico naufragio. En cada escrito, el autor se confiesa y se delata, proclamando que ha vivido.

Isak Dinesen (baronesa Karen Blixen) en la puerta de su casa en Rungsted

Henry David Thoreau planteó, en una ocasión, que esperaba de todo escritor un relato sencillo y sincero de su propia vida. Él mismo dio testimonio de ello. Y explicó que dicho relato debiera ser algo así como una carta que alguien escribe a sus familiares desde una tierra lejana, porque, como dice él, si el escritor ha vivido verdaderamente, debe haberlo hecho en algún lugar alejado de nosotros.

Zona de acceso a la casa-museo en Rungsted (Dinamarca)

Paseando por los jardines de la casa de Isak Dinesen

Isak Dinesen (también conocida como la Baronesa Blixen) vivió en un lugar alejado: África. Y cuando volvió a su tierra, Dinamarca, escribió un bello relato de su vida en África. Visitar el lugar en el que esta mujer insólita evocó el recuerdo de sus años en África, cuando las circunstancias le obligaron a exiliarse definitivamente del continente en el que tan profundamente había enraizado su corazón, es como visitar un templo consagrado a la plenitud del vivir.

El estudio en el que solía escribir sus relatos

Nunca faltaba flores frescas en su casa, hoy tampoco.

Ella fue feliz en África. Y, durante años, fue atesorando aquella felicidad. Y cuando la ruina económica le impidió seguir disfrutando en África de aquella existencia honda y gratificante, la guardó cuidadosamente junto con todo su equipaje e hizo el camino de vuelta, para instalarse en la casa familiar de Rungsted, al norte de Conpenhagen, junto a la costa, donde había crecido, para dedicarse, el resto de su vida, a desempacar aquella experiencia y saborearla como una densa infusión, bien concentrada en cada una de las palabras de su pluma.

Las primeras ediciones y sus escritos personales revisados y corregidos por ella misma.

Su máquina de escribir, su tocadiscos y otros objetos personales.

Lo mejor de la visita a la casa-museo de Isak Dinesen es, sin duda, el paseo por sus jardines. Concebidos como un espacio para el refugio de las aves, el visitante casual y despistado que deambula por ellos despreocupadamente, se encuentra, de forma inesperada, con la tumba de la escritora bajo un árbol inmenso. Un lugar perfecto, para el descanso eterno de alguien que no quiso olvidar y que supo levantar un mausoleo memorable a los dorados años de su existencia.

Es fácil imaginarla paseando bajo estos inmensos árboles.

Su sencilla sepultura no ayuda a conocerla algo mejor.

La casa-museo de Isak Dinesen ha sido conservada cuidadosamente. Podemos visitar las diversas estancias donde se conservan los muebles y elementos de la escritora y su familia. Nos encantaron sus pinturas. Era, además de escritora, una pintora delicada y detallista. Algunos de los cuadros expuestos fueron pintados por ella misma y recuerdan a personas con las que compartió algún momento de su vida en Kenia.

Retrato realizado por Isak Dinesen expuesto en su casa-museo.

Su despacho o estudio de verano mira al mar -actualmente al puerto marítimo de Rungsted- y allí conserva algunos de los objetos que trajo de África. En los fríos meses del invierno danes, cuando las tormentas y el mar no le permitían acomodarse a escribir en este lado de la casa, se refugiaba en la habitación verde, en la que también hay un pequeño escritorio. En la segunda planta del museo hay una exposición que recuerda la biografía de Isak Dinesen y los momentos más relevantes de su vida, además de su biblioteca.

Las flores están muy presentes en su casa y en su jardín

El museo dispone de una pequeña tienda de recuerdos en la que también encontraréis libros de la escritora. Además tiene una gradable cafetería en la que preparan un delicioso café y dulces excelentes. Una buena manera de recordarla, disfrutando de la tranquilidad del lugar mientras se observa el mar entre los cristales y las flores del jardín.

Momentos de relax tras difrutar de la visita al museo.

Cafetería del museo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Quién de nosotros no ha soñado con África a partir del relato de esta escritora? ¿O quien no se ha transportado hasta las llanuras de Kenia o las colinas de Ngong con la película de Memorias de África? Rodada en 1985, esta película acercó a Isak Dinesen al gran público y nos deleitó con las memorias de esta escritora en África. Visitar su casa y conocer más detalles de la historia de esta mujer tan especial, fue un regalo inesperado en nuestro viaje a Dinamarca: uno de esos «souvenirs» delicados que uno se lleva de regreso a casa tras un buen viaje.

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