El pasado domingo tuvimos la oportunidad de visitar la granja de Mutxamel donde cultivan las verduras que desde hace unos meses nos llevamos a la boca. Dentro de nuestro proyecto «vive como viajarías» que explicamos en el II Encuentro de Familias en Ruta, estamos haciendo un esfuerzo para que nuestro modo de vida se parezca al ideal que practicamos cuando tenemos la oportunidad de viajar libre y serenamente. No podemos estar cada día en la ruta descubriendo el mundo pero tampoco queremos vivir prisioneros en un modo de vida que no nos gusta.

Alimentarnos correctamente es un aspecto esencial. Esto implica no únicamente pensar en nuestra salud, además en imprescindible tomar conciencia de las repercusiones que tienen nuestras decisiones diarias en las personas de las cuales dependemos y, por supuesto, en nuestro planeta. Como ya os comenté hace unos meses en la entrada «Cuando la comida importa» cada día apostamos por ayudar a los productores locales y, sobre todo, a aquellos que producen de un modo sano para el medio ambiente y para nosotros.

L’Horta Cel i Sol, Mutxamel (2014)

Por desgracia, raramente podemos mirar a los ojos a la gente que fabrica nuestras ropas, que construye nuestras casas, que ensambla las piezas de nuestros coches, ordenadores o teléfonos… Quizá, si pudiéramos, no compraríamos muchos de los productos que usamos habitualmente con la misma ingenuidad. Como explica la asociación ecologista Amigos de la Tierra en su campaña «Alimentos kilométricos«, debemos optar por otro modelo de consumo más eficiente, justo y saludable.

Lechugas en L’Horta Cel i Sol, Mutxamel (2014)

En nuestra visita a L’Horta Cel i Sol aprendimos y disfrutamos al mismo tiempo. Daniel nos explicó gran cantidad de detalles sobre su manera de cultivar en la que respeta los ritmos naturales de la naturaleza. Su agricultura biodinámica rechaza los productos químicos sintéticos y los abonos artificales. Y todo esto implica una manera de trabajar la tierra mucho más respetuosa en la que el agricultor debe hacer un mayor esfuerzo para mantener sus campos en condiciones óptimas.

L’Horta Cel i Sol, Mutxamel (2014)

No es lo mismo eliminar las «malas hierbas» a mano que fumigando un herbicida, por ejemplo. No es lo mismo abonar los naranjos con abonos industriales que con una veintena de gallinas que picotean entre los árboles a su antojo. No es lo mismo utilizar semillas transgénicas o variedades alóctonas (de otros lugares) que plantar variedades locales y luchar para que sobrevivan esas plantas únicas de la huerta alicantina.

Alcachofas en L’Horta Cel i Sol, Mutxamel (2014)

Nos explicó que en uno de los campos acaban de plantar girasoles. Pero no son para producir semillas o aceite sino para que se conviertan en «abono verde». Es decir, cuando estén a punto de florecer, romperán las plantas, las trocearán y mezclarán con el terreno para que esta materia orgánica sirva de abono natural. Junto al campo de alcachofas que ya ha terminado de dar sus «frutos» nos comentó que pronto allí pastarán sus cinco ovejas que se encargarán de limpiar el campo dejando las plantas a ras de suelo. La próxima temporada rebrotarán habiendo servido de alimento a las ovejas que, a cambio, habrán dejado allí sus excrementos.

Colinabos en L’Horta Cel i Sol, Mutxamel (2014)
Tomates en L’Horta Cel i Sol, Mutxamel (2014)

Los niños disfrutaron de lo lindo y los mayores también. Pimientos, berenjenas, acelgas rojas, tomates cuarentones, cebollas, calabacines y colinabos. Aquellos bancales eran un mosaico precioso de plantas que estaban creciendo vigorosas y felices. Cada año, rotan los cultivos y algunas parcelas descansan. Estos agricultores trabajan sin descanso pero con mimo. Saben que sus esfuerzos tienen una recompensa, la satisfacción de sus clientes y amigos. Ellos viven dignamente, nosotros nos alimentamos saludablemente. Su mirada es limpia y honesta, saben que nos están ofreciendo el mejor producto, el mismo que ellos ofrecen a sus hijos.

Cebollas en L’Horta Cel i Sol, Mutxamel (2014)
Calabacines en L’Horta Cel i Sol, Mutxamel (2014)

Este intercambio requiere una mayor implicación por parte de todos. El consumidor debe adaptarse a los productos de temporada, a lo que hay en ese momento en el campo, ha de saber renunciar si las cosas fallan. El agricultor no puede utilizar ciertas técnicas que son más cómodas pero no son respetuosas con el medioambiente y nuestra salud. Sabe que obtendrá menores cosechas a cambio de más trabajo, pero también que serán de mayor calidad.

L’Horta Cel i Sol, Mutxamel (2014)
L’Horta Cel i Sol, Mutxamel (2014)

Para finalizar la visita asistimos a la esquila de las ovejas. Julio, un experto esquilador, fue cortando con sus tijeras la lana. Cuidadosamente para no molestar a los animales. Observamos el proceso y recordamos nuestra visita a la Estancia Harberton, en Ushuaia, donde hubo en tiempos una próspera producción lanera. Después disfrutamos de un sabroso alficós con aceite y sal acompañado de coca de molletes. Una delicia para el paladar y para el espíritu.

L’Horta Cel i Sol, Mutxamel (2014)

Como dice Rachel Carson al final de su libro «Primavera silenciosa» (1962): Nos encontramos ahora en una encrucijada, en la que divergen dos caminos. Pero a diferencia de los caminos del famoso poema de Robert Frost, ambos no son igualmente bellos. El que hemos estado siguiendo desde hace tiempo es de una facilidad engañosa, una autopista llana por la que avanzamos a gran velocidad, pero al final de la cual está el desastre. La otra bifurcación (el camino «menos transitado») ofrece nuestra última, nuestra única oportunidad de alcanzar una meta que asegure la conservación de nuestro planeta.

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