SICILIA: CORAZÓN DEL MEDITERRANEO
Empecé a despertar aquella mañana tras un delicioso desayuno con «una meravigliosa spremuta di arance rosse, le sanguinelle». En aquella casa se sentía la alegría de aquella madre que recibía a su hijo tras muchos meses. Sonaba el piano en el salón iluminado por el sol. Casi podría haberme ido a la cama a dormir nuevamente porque aquel ratito ya justificaba haber vivido aquel día. Pero no fue así, obviamente, aquella isla estaba esperándome para descubrirla y yo quería exprimir cada hora al máximo.
El viaje desde Augusta a Siracusa es bonito pero, a la vez, deprimente, ya que has de pasar por 18 km de costa invadidos por refinerías de petróleo y otras industrias químicas. Decenas de chimeneas, tubos y tuberías, bastante envejecidos, hacen de la costa un escenario fantasmal que no encaja entre aquel maravilloso mar azul y las verdes colinas de la costa oriental de la isla. El progreso renuncia a la autoexigencia en aspectos medioambientales y, como en otros muchos lugares del mundo, ofrece empleos a cambio del deterioro del entorno. Kilómetros de costa contaminada pero alejada de las grandes urbes de modo que la mayor parte de los italianos desconocen los efectos del refinado de esos productos petroquímicos que ellos utilizan cada día.
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