NIAGARA FALLS: MAMÁ! CUÁNTA AGUA!!

NIAGARA FALLS: MAMÁ! CUÁNTA AGUA!!

En cualquier viaje que realicemos siempre se nos ofrece la posibilidad de visitar algunos lugares emblemáticos. Estos lugares mundialmente conocidos suelen merecer siempre el reconocimiento que los ha hecho célebres. Sin embargo, también pueden estar sometidos a una presión turística que reduce su encanto y que dificulta poder disfrutar de ellos. Las cataratas del Niágara es uno de estos lugares, sin duda.
Cualquier viaje organizado a la costa este de Estados Unidos incluye una visita hasta el lugar en el que los grandes lagos Ontario y Eire se comunican a través de estos magníficos saltos de agua que, además, constituyen la frontera entre este país y Canadá. Son muchas las personas que las visitan cada día pero no por ello hay que subestimar su valor porque son las cataratas más grandes de Norteamérica.
La altura de las cataratas alzanza los 40 m

Niagara Falls es una ciudad hecha por y para el turismo. En realidad son dos ciudades homónimas, hay un Niagara Falls en USA y, al otro lado del río, está la Niagara Falls de Canadá.  Ambas coinciden en su diseño al albergar grandes hoteles y casinos para ofrecer a los visitantes algunos «complementos» en su viaje y, sobre todo, lugares en los que gastar dinero. La idea es disfrutar en las cataratas del Niágara.

Para llegar hasta allí lo más cómodo es tomar un vuelo de una hora desde New York City o desde Boston. Nosotros preferimos alquilar un coche en  Boston porque queríamos recorrer relajadamente los estados de New York y Massachusetts para conocer un poco más en profundidad la región. Así que, sin prisas, disfrutamos de los extensos bosques y campos de cultivo, de esos inmensos monocultivos de maíz, soja y sorgo que yo detesto. Los detesto porque sé que implican el uso de toneladas de plaguicidas. Sin embargo, el paisaje era bonito. Bellas granjas con enormes silos y graneros de color rojo, gris y anaranjado. Bosques de robles y arces americanos atravesados por ríos y arroyos. El viaje fue delicioso. Dormimos en un par de moteles y recorrimos los más de 700 km que separan Boston de  Buffalo sin prisas.

Panel de indicaciones en los jardines de Niagara Falls

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