Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentarme sólo a los hechos esenciales de la vida y ver si podía aprender lo que la vida tenía que enseñar, y para no descubrir, cuando tuviera que morir, que no había vivido…
El día es una mañana perpetua para aquel cuyo elástico y vigoroso pensamiento corre parejo con el Sol. No importa lo que digan los relojes o las actitudes y trabajos de los hombres. La mañana llega cuando estoy despierto y hay un amanecer en mí.
Es una experiencia tan sorprendente y saludable como valiosa perderse alguna vez en los bosques […], y hasta que no estemos perdidos por completo o demos la vuelta […] no apreciaremos la vastedad y extrañeza de la naturaleza. […] Hasta que no nos perdamos o, en otras palabras, hasta que no perdamos el mundo, no empezaremos a encontrarnos a nosotros mismos y a advertir dónde estamos y la infinita extensión de nuestras relaciones.
H.D.Thoreau