Una de las cosas que más me gusta de viajar es el hecho de poder convertir un punto en un mapa, un diseño geográfico, en un lugar real. Un lugar con sus colores, sus texturas, sus olores, sus gentes, sus paisajes…Hasta ayer, la Isla Magdalena era sólo un pequeño punto situado al norte del Estrecho de Magallanes. Antes de ayer… ni tan siquiera existía en mi mente. Ahora ya no es un lugar vacío… Es una isla arenosa, de tonos terrosos, con un faro en su cima y completamente llena de pingüinos. 

En ella anidan 60.000 parejas en los nidos que perforan en el suelo. Son pingüinos de Magallanes (Spheniseus magellanicus) que viven aquí tranquilos a pesar de que cada tarde unas 300 personas desembarcan para admirar el lugar y sobre todo cotillear en la vida de estas aves tan curiosas y atrayentes. Son realmente tranquilos, no tienen miedo y posan con la mayor normalidad como si fueran sabedores de ser el foco de centenares de paparazzi humanos.

La navegación dura dos horas y, si el mar está en clama, como ayer, es un paseo precioso. Disfrutando de este mar espectacular y del cielo antártico que para mí está más cerca que en latitudes más cercanas al Ecuador. Debe ser que las capas de aire frío están más pròximes y por ello las nubes se condensan más cerca. Parece que las puedes tocar…  

Disfrutamos muchísimo y ver a los niños radiantes fue el mejor aliciente. Corrían por la isla conscientes de estar viviendo un momento único y, probablemente, irrepetible. Para nosotros también, sabernos en este lugar, alejados de todo, rodeados por estos extraños pájaros que suelen ser inaccessible, que representan los sueños de los viajes poéticos al Polo Sur. Hay que ser muy respetuoso en la visita a un entorno como este. Los caminos están marcados y nunca debemos molestar a las parejas de pingüinos ni a sus crías. Ellos van y vienen con confianza y naturalidad. Cruzan los caminos, bajan a la playa para meterse en el agua y buscar alimento. Después regresan, suben con dificultad las empinadas laderas de la isla y alimentan a sus crías que les esperan en sus nidos.

Dede la cima, junto al faro, las vistas del Estrecho de Magallanes son espectaculares y, la luz, al caer el sol, crea un espectáculo inolvidable. SIn duda, es este uno de nuestros momentos más especiales en nuestra visita a Punta Arenas.

La Isla Magdalena está situada en el Estrecho de Magallanes

CONSEJOS PRÁCTICOS:

Hay varias empresas y agencias que te llevan hasta la isla desde Punta Arenas. Nosotros no utilizamos una agencia, simplemente nos desplazamos en taxi hasta el muelle y compramos los billetes que previamente habíamos reservado en la página web de TABSA. Aunque visitamos el lugar en verano, siempre hay que ir abrigados. Con los peques, siemre interesa llevar agua y merienda ¡no lo olvideis!

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