Puerto Escondido es una pequeña ciudad del sur de México, en la costa del océano Pacífico. Sin mucha historia, pero con bellas playas y olas de ensueño que atraen a turistas románticos y fanáticos del surf. El entramado de la ciudad, aún a medio hacer, está repleto de restaurantes y hoteles para atender las oleadas de visitantes que invaden la ciudad en los periodos vacacionales. Entre ola y ola, Puerto Escondido permanece tranquilo y risueño, sin más preocupaciones para sus vecinos que las tormentas tropicales o la protección de las tortugas que anidan en sus costas. Nosotros hemos venido para conocer la Escuela Papalotes.
Puesta de sol en una de las playas de Puerto Escondido
A nosotros nos ha traído hasta aquí una escuelita incipiente: Papalotes. La puso en marcha hace siete años un grupo de familias, en su mayoría turistas extranjeros que quedaron prendados de este lugar en alguna visita aparentemente efímera y que decidieron instalarse aquí y educar a sus hijos en este rincón singular de la geografía mexicana. Preocupados por las necesidades de sus hijos e hijas y desconfiados respecto a las posibilidades de que fueran debidamente atendidas por el sistema educativo público de México, buscaron una maestra dispuesta a desarrollar un proyecto educativo alternativo inspirado en la pedagogía Waldorf.(más…)
Aún es temprano. Tenemos cita a las 8:00 h en la Escuela Waldorf de Ciudad de México: una escuela sencilla en un entorno urbano. El taxi que nos lleva a la escuela avanza con dificultad por las calles de esta inmensa urbe de nueve millones de habitantes congestionada, a estas horas, por el ingente tráfico.
Puerta de entrada a la Escuela Waldorf Ciudad de México
A las 8:05 h, el taxi nos deja ante un inmueble que más parece el almacén de una empresa que una escuela. Dos padres que platican ante la puerta tras haber dejado a sus hijos en la escuela nos confirman que es el lugar que buscamos. En la fachada hay un cartel de la Secretaría de Educación Pública (la SEP) advirtiendo a las familias que den parte de cualquier irregularidad que detecten en el centro educativo. Es un primer indicio del estricto control que el gobierno mexicano ejerce sobre la educación privada, minoritaria en el país.(más…)
California con niños en 10 días: asi resultó un viaje a California precipitado y sin planificación enmarcado en nuestro PROYECTO WALDORF. A raíz de nuestro viaje de 3 meses visitando escuelas Waldorf, optamos por la opción de visitar la costa oeste de Estados Unidos como un «break» en el proyecto educativo que llevábamos entre manos. Teníamos muchas ganas de visitar este estado del país norteamericano y nos fuimos a descubrirla.
En Alamo Square Park junto a las «Painting Ladies»
Recorrer Boston y el este de Massachusetts es una oportunidad inigualable para conocer la historia y la fundación de Estados Unidos. Cuando viajamos en el verano de 2015 a la costa este del país, Boston era uno de nuestros destinos señalados junto a Washington y Nueva York. Visitar Boston con niños es una opción muy recomendable porque los lugares históricos de la ciudad se pueden pasear con mucha tranquilidad.
BOSTON CON NIÑOS
Llegamos a Boston con el firme propósito de no visitar ningún museo. No por nada, hay museos muy interesantes en la ciudad, pero habíamos pasado unos días en Washington y estábamos saturados. Necesitábamos calle y relax. Así que nos propusimos caminar por la ciudad sin compromiso alguno. (más…)
¿Conocéis Seneca Falls y su pasado histórico? Sin duda, una de las cosas que tiene ir viviendo nuestro viaje de la vida, es la constatación de las muchas cosas que no sabemos. Al viajar nos enfrentamos a experiencias únicas y situaciones inesperadas, a lugares que no sabíamos ni que existían, a hechos que no sabíamos ni que habían ocurrido. Nos enfrentamos a nuestra ignorancia, también.
Cartel explicativo en Seneca Falls (USA, 2015)
En nuestro viaje a Estados Unidos en el verano de 2015, recorríamos el estado de New York por la carretera interestatal 90 desde Siracusa a Buffalo. Nuestro objetivo era visitar las Cataratas del Niágaracuando nos encontramos ante un cartel indicador que señalaba el municipio de Seneca Falls. Para mí, un indicador más, ningún referente en mi memoria para este lugar. Pero a Pau, que conducía en ese momento, se le encendió una luz: «estamos cerca de Seneca Falls, tenemos que ir!!». (más…)
En cualquier viaje que realicemos siempre se nos ofrece la posibilidad de visitar algunos lugares emblemáticos. Estos lugares mundialmente conocidos suelen merecer siempre el reconocimiento que los ha hecho célebres. Sin embargo, también pueden estar sometidos a una presión turística que reduce su encanto y que dificulta poder disfrutar de ellos. Las cataratas del Niágara es uno de estos lugares, sin duda.
Cualquier viaje organizado a la costa este de Estados Unidos incluye una visita hasta el lugar en el que los grandes lagos Ontario y Eire se comunican a través de estos magníficos saltos de agua que, además, constituyen la frontera entre este país y Canadá. Son muchas las personas que las visitan cada día pero no por ello hay que subestimar su valor porque son las cataratas más grandes de Norteamérica.
La altura de las cataratas alzanza los 40 m
Niagara Falls es una ciudad hecha por y para el turismo. En realidad son dos ciudades homónimas, hay un Niagara Falls en USA y, al otro lado del río, está la Niagara Falls de Canadá. Ambas coinciden en su diseño al albergar grandes hoteles y casinos para ofrecer a los visitantes algunos «complementos» en su viaje y, sobre todo, lugares en los que gastar dinero. La idea es disfrutar en las cataratas del Niágara.
Para llegar hasta allí lo más cómodo es tomar un vuelo de una hora desde New York City o desde Boston. Nosotros preferimos alquilar un coche en Boston porque queríamos recorrer relajadamente los estados de New York y Massachusetts para conocer un poco más en profundidad la región. Así que, sin prisas, disfrutamos de los extensos bosques y campos de cultivo, de esos inmensos monocultivos de maíz, soja y sorgo que yo detesto. Los detesto porque sé que implican el uso de toneladas de plaguicidas. Sin embargo, el paisaje era bonito. Bellas granjas con enormes silos y graneros de color rojo, gris y anaranjado. Bosques de robles y arces americanos atravesados por ríos y arroyos. El viaje fue delicioso. Dormimos en un par de moteles y recorrimos los más de 700 km que separan Boston de Buffalo sin prisas.
Panel de indicaciones en los jardines de Niagara Falls
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