Hoy hemos hecho nuestra primera excursión con Julio. Hasta ahora no nos habíamos animado a contratar un «tour» pero ayer, después de consultar en alguna agencia, hablamos con el dueño de nuestro hostal que también es guía en el parque. Decidimos hacer la actividad con él pues nos daba algunas facilidades al ir con niños y poder ver animales. En Isabela es necesario acudir con un guía a la mayor parte de los enclaves naturales, son estrictos en el control de las visitas con el fin de evitar que se repitan conductas inapropiadas hacia los animales, tal como se había detectado en el pasado.

Tras la comida hemos dado una corta caminata hasta el muelle y allí hemos subido en una lancha que nos ha dado un paseo por los alrededores, deteniéndose para observar los pingüinos, leones marinos, gaviotines y los piqueros de patas azules. Es asombroso como estos animales viven tan cerca del muelle con total naturalidad. Los pingüinos y los jóvenes leones marinos cazaban peces entre las barcas. Los piqueros son aves especiales con esas bellas patas palmeadas de intenso azul eléctrico, su cara ancha y pico robusto, que te observan encaramados a las rocas mientras limpian su plumaje.

Desde allí nos hemos dirigido a la pequeña Isla de las Tintoreras en donde hemos desembarcado. El recorrido de más de un kilómetro entre coladas de lava cubiertas de líquenes ha sido espectacular. Allí se encuentra una de las mayores colonias de iguanas con centenares de iguanas bebé que se arraciman para tomar el sol acompañadas por sus progenitores. Es ésta una importante zona de anidación y, además, ahora es el momento en el que eclosionan los huevos por lo que impresionaba ver tantas entre las rocas. Inicialmente, es difícil distinguirlas pues se camuflan perfectamente en el entorno y apenas se inmutan ante nuestra presencia. Las adultas ni siquiera se apartaban del camino cuando nos acercábamos y había que andarse con ojo para no pisarlas.

En la parte oriental de la isla, una preciosa y tranquila playa protegida por manglares es el lugar de descanso y cría de los leones marinos. Varios bebés de pocos meses, acompañados de sus madres y varios machos, descansaban o jugaban despreocupados en el lugar. Allí tienen todo lo que necesitan: sombra bajo los árboles, alimento en las aguas tranquilas y una buena playa donde dormitar. Hemos podido acceder a la lobería a pesar de que un macho joven, extendido junto al camino, nos ha mirado y resoplado con actitud de pocos amigos.

Cerca de la lobería, dos brazos de lava encierran una pequeña ensenada de aguas tranquilas y transparentes. En ella varias tortugas nadaban y se alimentaban pudiéndose observar fácilmente desde la orilla cómo se sumergían y salían a respirar pausadamente. A esta hora de la tarde, la marea estaba bajando y, en un lateral, existe un gran grieta entre dos bloques de basaltos donde el agua del mar queda retenida hasta la siguiente marea alta. Este lugar es aprovechado por docenas de tiburones tintorera para descansar, puesto que aquí la temperatura del agua es más elevada. Cuando se hace de noche, salen y regresan a mar abierto para cazar. Mientras Ferran dormía en la mochila, nosotros asombrados contemplábamos este escenario tan poco habitual. Estos animales te atraen con su magnetismo altivo, su fría elegancia al nadar sinuosamente te hace sentir que estás ante los auténticos aristócratas del mar.

Para finalizar este espectáculo de observación de animales en su entorno natural, Julio nos ha llevado a una zona de aguas tranquilas para poder practicar snorckel. Ernest estaba deseando «bucear con los tiburones», sin embargo, en Galápagos la temperatura ambiental no es muy cálida debido a la influencia de las frías corrientes oceánicas.  Es recomendable usar traje de neopreno si se pretende pasar un tiempo en el agua. Por desgracia no hemos podido conseguir uno de la talla de Ernest y, su zambullida, se ha limitado a meterse en el mar hasta la cintura. Entonces ha preferido ir a merendar.

Pau se ha quedado de niñero con Julio mientras que yo me metía decidida en las frías aguas. El espectáculo ha empezado inmediatamente. Enormes erizos y holoturias, preciosas estrellas de mar, peces multicolores de grandes tamaños, esponjas y corales… Como broche final, descubrir a las enormes tortugas verdes del Pacífico descansar en el fondo arenoso después de haberse alimentado. Ver a estos colosales reptiles marinos en estado letárgico es sobrecogedor.
Mientras, los niños improvisaban un «dueto de trombones» para el extraño auditorio de zayapas (enormes cangrejos rojos) que los contemplaban atónitas desde las grietas de las rocas. En el horizonte, tras el volcán del Cerro Azul, el sol se ocultaba.

Pasamos un mes en las Galápagos y fueron muchas las experiencias que allí vivimos. En estos artículos puedes seguir descubriéndolas:

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