Cuando Ernest tenía apenas 18 meses y Ferran ya empezaba a crecer en mi interior, decidimos escaparnos a un paraíso cercano. Aquel invierno nos habíamos calzado las botas en muchas ocasiones para patear las montañas de nuestra provincia: el Maigmó, el Penyal d’Ifach, el Cabeço, el Menejador… Nos habíamos puesto en marcha nuevamente disfrutando de los paisajes alicantinos y nuestras piernas querían pisar otras tierras y decidimos dar el salto para ir a la Isla de La Palma en las Canarias.

En plena primavera tomamos un vuelo hacia La Palma, la isla de las Canarias que siempre me recuerda a una de esas piedras talladas por los Cromañones. Nos esperaba el esplendor de los paisajes volcánicos, la piedra, la luz, la brisa húmeda del Atlántico, las flores y aquellas gentes amables. Teníamos todo lo necesario: muchas ganas de conocer y disfrutar, una casita encantadora en El Rincón ,cerca de los Llanos, y una pequeña guagua, la más barata que pudimos alquilar. El lugar incitaba a no moverse de allí, a pasar los días tranquilamente tumbado tomando el sol. 
El Rincón (La Palma, 2010)
El Rincón (La Palma, 2010)

Nuestras excursiones por La Palma

Desde el primer momento nos planteamos tomarnos con calma esta escapada y elegimos nuestras excursiones con criterio ya que yo estaba embarazada de pocos meses. La primera fue recorrer el maravilloso Barranco de las Angustias, en las proximidades de la Caldera de Taburiente. El nombre podría haber sido elegido por las características del río que es testimonio claro de lo terribles que deben ser las aguas cuando las lluvias torrenciales llenan el cauce. Sin embargo, se debe a que en las proximidades se encuentra el Santuario de Nuestra Señora de las Angustias, una de las imágenes más veneradas en la isla de La Palma.

Barranco de Las Angustias (La Palma, 2010)
Barranco de Las Angustias (La Palma, 2010)

Recordamos aquel camino por ser el lugar donde Ernest empezó a manifestar claramente su necesidad por caminar libremente por un sendero. Aún era muy pequeño pero ya exigía bajar de la mochila para recorrer pequeños trechos. Las enormes piedras impresionan al caminante, las paredes rocosas retorcidas y pulidas dan al lugar una gran belleza y la vegetación asociada completa la escena de este paisaje idílico.

Barranco de Las Angustias (La Palma, 2010)

Otra visita imprescindible era el Roque de los Muchachos (2.396 m.s.n.m.), donde se encuentra el famoso observatorio astronómico dedicado tanto a la observación del cielo nocturno como a la del Sol. Inicialmente pensamos renunciar a este ascenso pues la carretera era muy larga y sinuosa pero finalmente nos decidimos a intentarlo. Quizá nos equivocamos pues fue una dura prueba para Ernest que no soportó el recorrido y acabó vomitando poco antes de llegar a la cima. Sin embargo, una vez allí, no pudimos evitar quedar sobrecogidos ante el mar de nubes que cubría las aristadas peñas y la observación de la curvatura de nuestro planeta.

Junto al Roque de los Muchachos (La Palma, 2010)
Observatorio en el Roque de los Muchachos (La Palma, 2010)
Todas las tardes nos veíamos obligados a descansar, respetando las necesidades de nuestro hijo y también los requerimientos a que me veía sometida por mi embarazo. Era una oportunidad para compartir momentos deliciosos, jugar con las enormes piñas del pino canario, observar los hibiscus en flor y dormir plácidamente abrazados.
De camino al Hoyo de la Sima (La Palma, 2010)

Otra mañana nos lanzamos a caminar por el sendero que lleva hasta el Hoyo de la Sima. El entorno era increible. La flora del lugar, llamada macaronésica, nos hacía regalos a cada paso. Estas islas poseen muchos aspectos en común con otras islas del Atlántico Norte (Azores, Cabo Verde, Madeira e Islas Salvajes) y todas ellas se agrupan bajo el nombre de Macaronesia. Sus orígenes volcánicos, las influencias africanas y su clima subtropical, hace de cada una de ellas un tesoro en medio del oceáno.

Ascenso al Hoyo de la Sima (La Palma, 2010)
Flora de la isla (La Palma, 2010)
Vegetación de la isla (La Palma, 2010)

Ernest seguía empeñado en intentar caminar lo que ralentizaba mucho el ascenso. A cada paso debíamos deternos a observar todos los detalles que le llamaban la atención, a escuchar sus «comentarios» o hacerle pequeñas observaciones. Finalmente conseguimos nuestro objetivo y llegamos a aquel agujero abierto en medio de la montaña. Iniciamos el largo descenso agotados, y sabedores de que las nubes avisaban ya de las lluvias que por la tarde regalarían un delicioso baño de aguas dulces a estos bosques.

Ascenso al Hoyo de la Sima (La Palma, 2010)
Hoyo de la Sima (La Palma, 2010)
En el año 1949,  el volcán San Juan entró en erupción y estuvo durante dos meses lanzando lava. Cubrió parte de las laderas situadas en las proximidades de Los Llanos. Parte de los pinares quedaron sepultados y también los caminos y carreteras cercanos. Hay rutas que llevan hasta las zonas de la erupción de este volcán tipo hawaiano. Nosotros no tuvimos tiempo para descubrirlas pero sin duda debe ser impresionante encontrarse en medio de aquel lugar donde la lava ha creado formaciones geológicas únicas.
Colada de San Juan (La Palma, 2010)

La subida en coche hasta la Caldera de Taburiente es agradable. En medio de frondosos bosques hicimos el recorrido impresionados y expectantes pues tantas veces habíamos escuchado hablar del lugar. Los senderos que recorren el parque son increibles y bien merece la pena dedicar unos cuantos días a conocer el lugar. Ver a Ernest caminar tan relajado y feliz nos afianzaba en nuestro convencimiento de que los niños no son nunca una limitación para descubrir el mundo, más bien al contrario, son la oportunidad para hacerlo en plenitud.

En la cornisa de la Caldera de Taburiente (La Palma, 2010)

Para finalizar nuestra visita a la isla decidimos ir hacia el sur para recorrer una parte de la Ruta de los Volcanes donde destaca el volcán Teneguía: un cono de escoria formado en la erupción de 1971. Situado en el municipio de Fuencaliente, conforma un maravilloso y sobrecogedor paisaje donde el mar y la tierra se encuentran con sus colores intensos y saturados. Sin prisas, disfrutamos de aquel lugar sin cruzarnos a penas con nadie. La soledad y el silencio sólo se veían truncados por el viento que azotaba las partes altas de las crestas volcánicas.

Ruta de los Volcanes, Fuencaliente (La Palma, 2010)

 

Ruta de los Volcanes, Fuencaliente (La Palma, 2010)

Abandonamos la isla agotados y satisfechos por la experiencia. Desde el avión observábamos, por encima de las nubes, el impresionante perfil del volcán del Teide, en la isla de Tenerife. Se mostraba imponente, como si quisiera reprocharnos haber elegido a su hermano menor de La Palma para nuestra primera visita en familia al archipiélago. Nosotros aceptamos su enojo y nos comprometimos a regresar en algún momento, pues aquellas islas son como pequeños dulces que siempre hay que saborear en pequeñas dosis pero sin dejar pasar mucho tiempo, para no olvidar lo gustoso de sus olores, colores y sabores.

La isla de Tenerife (2010)
 
¿Conoces las Islas Canarias? ¿Has estado en La Palma? ¿qué lugares nos recomiendas? Nosotros también hemos estado en Tenerife y Lanzarote pero estamos deseando volver.

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